"El ámbito de las responsabilidades
del calentamiento global se ha ampliado durante el proceso de negociación que
lidera la ONU, pues las
responsabilidades ya no les corresponde solamente a los Estados y sus entidades
de gobierno, sino también a las administraciones regionales y locales, empresas
agrícolas e industriales, Iglesias, corporaciones transnacionales,
instituciones de educación de todos los niveles, ONGs, organizaciones sociales y políticas… en suma a todos, pero
de manera diferenciada según sus competencias.
El problema
es más profundo que la retórica de las
conferencias, porque el cambio
climático toca al núcleo de las economías de los países: al modelo
económico, los patrones de producción y consumo, las fuentes de energía, etc. Los países industrializados y los
emergentes anteponen sus intereses económicos al gran objetivo de la humanidad
que es frenar el calentamiento planetario. El
problema del cambio climático es uno de los más críticos de las últimas
décadas; en él están inmersos todos los países, así como las corporaciones
transnacionales que continúan operando sin asumir ninguna responsabilidad, más
aún algunas han hecho del problema climático global grandes negocios.
En las sociedades productivistas la sociedad y la naturaleza se perciben
de manera independiente y los perjuicios se consideran “daños colaterales” o “externalidades”. Los indicadores clásicos
como el crecimiento y el producto interno bruto reflejan el enfoque
utilitarista y no toman en cuenta la erosión de los recursos y la acumulación de
residuos, entre ellos los gases de efecto invernadero; es decir, es un modelo
económico insustentable que está en un callejón sin salida. Por lo que es
imperativo que se invierta la perspectiva: integrar la economía a los límites
del medio ambiente y dejar de considerar
a la naturaleza como fuente inagotable de crecimiento económico.
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CALENTAMIENTO GLOBAL: LARGAS NEGOCIACIONES Y LIMITADOS
AVANCES.
*****
Oswaldo Báez Tobar.
América latina en Movimiento.
Martes 8 de enero del 2019.
Hasta
el año 2018 se han realizado 24 Conferencias de las Partes signatarias de la Convención sobre Cambio Climático COP (por las siglas en inglés)
con el propósito lograr acuerdos vinculantes para todos los países en torno al
calentamiento global. El presente artículo resume lo más relevante de las
últimas reuniones, los progresos alcanzados así como las limitaciones, a partir
de lo que establecen los principales convenios, acuerdos y resoluciones:
Convención
Marco de las Naciones Unidas
sobre Cambio Climático, se aprobó en la Conferencia Cumbre de la Tierra, Río de Janeiro 1992, con el objeto de
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero GEI causantes del
calentamiento planetario.
Protocolo
de Kioto, se adoptó
en diciembre de 1997, entró en vigor
en febrero de 2005 y debía tener
vigencia hasta 2012, pero se
resolvió prorrogar su vigencia hasta el 2020. El Protocolo dio fuerza
vinculante a las resoluciones de la Convención; pues obligó a 38 países más
industrializados a reducir las emisiones de gases en un 5.2% entre 2008 y 2012,
en relación al año 1990, pero no incluyó a EE. UU. China, India, Brasil, y
México.
Conferencias
de las Partes, COPs.
Se han celebrado 24 COPs, de las más
recientes se presenta un breve análisis, con el propósito de ofrecer a los
lectores una apreciación objetiva de la forma cómo la comunidad de naciones
busca enfrentar el grave problema del calentamiento global.
COP21 celebrada el año 2015 tuvo especial significado porque
aprobó el Acuerdo de París que reemplazará al Protocolo de Kioto en 2020.
COP20, Lima 2014.
“Llamado
de Lima para la acción climática”
fue denominado el documento de la COP20;
contiene varios elementos para la negociación sobre el cambio climático:
estableció los programas de mitigación que los países deben asumir y los
mecanismos de financiamiento. Con este documento los líderes de todo el mundo
reafirmaron su compromiso para trabajar por la mitigación del cambio climático;
fijaron objetivos de la acción climática y abrieron el camino para el nuevo
acuerdo en la COP21 en París.
Según algunos analistas el “Llamado de Lima para la acción climática”
tuvo un carácter innovador, pues consideró la necesidad de emprender acciones
integrales que no se limiten a reducir emisiones de los gases de efecto
invernadero, sino que incluyan acciones paralelas para el mejoramiento del
panorama climático y social actual; sin embargo no faltan apreciaciones escépticas
sobre los resultados. Para los analistas más críticos la COP20 fue decepcionante, con resultados escasos; el producto se ha
convertido en rutina: acuerdos de último momento que no satisfacen a nadie. EE.UU. y China anunciaron que actuarían
para proteger el clima, pero no se comprometieron con objetivos ambientales y
no desean que se les monitoree.
Las
Conferencias que precedieron a la de París fueron escenarios repetidos de negociaciones con miras
a lograr acuerdos para enfrentar el grave problema del cambio climático, pero
los avances han sido limitados; además existe duda sobre los acuerdos de la
“diplomacia verde” como los firmados entre EE.
UU. y China (los más responsables del calentamiento global) que
establecieron plazos y metas ambiciosas para reducir las emisiones de CO2, pues, no hay seguridad de que esos
acuerdos se cumplan.
COP21, París 2015.
La
esperada conferencia de París concluyó el 12 de diciembre de 2015 con un acuerdo mundial aprobado por
195 países para enfrentar el cambio
climático. El Acuerdo de París
reemplazará al Protocolo de Kioto el
2020. Para algunos analistas es un
acuerdo histórico, ya que por primera vez las naciones se comprometieron a
emprender acciones concertadas para mantener la temperatura por debajo de 2º.C,
y ratificar la constitución del fondo de ayuda de USD 100.000 millones para
apoyar a los países en desarrollo en sus programas de adaptación al cambio
climático a partir de 2020.
El acuerdo –en lo general fue satisfactorio
para todos los países-, tanto desarrollados, emergentes, como en desarrollo y a
los países vulnerables, porque sentó las bases para reducción de los gases de
efecto invernadero, mediante la disminución de la generación de energía
proveniente de combustibles fósiles: petróleo,
gas y carbón. Empero, algunos analistas plantearon dudas respecto de la
efectividad de los acuerdos; porque desde el año 1992 en que se firmó la Convención
de Cambio Climático las emisiones de gases del mundo han aumentado en 50%.
Si por una
parte algunos políticos elogiaron el
texto, los defensores del medio ambiente
temen que podría quedar en promesas que no se cumplan, ya que solo se
fijaron una meta, pero no los mecanismos para alcanzarla, pues el acuerdo
entrará en vigor el año 2020 (antes
de ese año todo siguió igual); no fijó la cantidad de emisiones gaseosas para
cada país, pues el acuerdo dejó a su libre voluntad el volumen de reducción
-las denominadas contribuciones nacionales-, que se reportarían cada cinco
años.
Para otros
analistas el júbilo y el optimismo después de la COP21 es exagerado, porque careció de creatividad, al repetir lo
aprobado en conferencias anteriores, tolerar que los países mantengan los
niveles de emisiones de GEI, es
decir que se mantenga el consumo de materias primas y combustibles fósiles; con
lo cual la temperatura global podría superar los 3º C. Algunos activistas calificaron al acuerdo de París como la gran hipocresía, porque oculta las
intenciones de los países más industrializados y contaminantes.
La comunidad científica confirma que la causa principal es
la producción industrial basada en la sobreexplotación
de combustibles. Solo 90 empresas
habrían producido el 65% de las
emisiones de gaseosas; 10 países son
responsables de casi ¾, pero eso no
se discutió en la COP21. El acuerdo de París
fue una versión empeorada del Protocolo de Kioto que era insuficiente; las “contribuciones
previstas y determinadas a nivel nacional” son voluntarias; la suma de
estas contribuciones de 180 países significarían el aumento de 3 a 3.5º C. en el 2100, con lo cual la situación climática sería irreversible. Si un
incremento superior a 2º C. tendría efectos devastadores, al punto que los
estados insulares podrían desaparecer; un aumento de 3º C. sería catastrófico. Se advierte que no existe un acuerdo
cuando cada país contribuye “con lo que pueda”.
COP22, Marrakech, Marruecos 2016
Fue la primera reunión después del Acuerdo de París en la COP21
(reciente tratado sobre Cambio Climático
que fue adoptado por unanimidad y ratificado por los países signatarios).
La COP22 trabajó en la base teórica
y política que se reflejó en el “Decreto
de Marrakech” el cual se explica a las Partes cómo elaborar el plan de
actuación y las estrategias para cumplir los objetivos pactados en el Acuerdo de París. Empero, se advirtió
la incertidumbre por la elección de Donald
Trump al haber amenazado con abandonar el Acuerdo de París; se enfatizó en
la necesidad de impulsar la transferencia de conocimiento y tecnología a los
países en vías de desarrollo, como también la necesidad de levantar el fondo de
100.000 millones de dólares.
COP23, Boon 2017.
La COP23 tuvo como objetivo impulsar la
acción climática para hacer frente al calentamiento global y además alentar las
acciones para apoyar los planes nacionales de acción climática y temperatura
acordada y la Agenda 2030 con miras
al desarrollo sostenible. Según lo propuesto por la Secretaria Ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, Patricia Espinosa: La COP23 mostró las dos caras del Cambio Climático, en primer lugar
el impulso positivo, resultado inspirador por parte de los gobiernos y
ciudades, estados, empresarios, líderes
de la sociedad civil y agencias de la ONU
alineados con los objetivos y metas del Acuerdo
de París; y segundo, la evidencia de que los riesgos climáticos son cada
vez mayores: eventos meteorológicos extremos como tornados, huracanes,
inundaciones, sequías… frente a lo cual la vulnerabilidad es mayor para los
países pobres.
“El pulso del planeta
está acelerado y las ventanas de oportunidades se
están cerrando; juntos debemos avanzar más lejos y más rápido para elevar el
nivel de ambición y de acción para pasar a un nivel definitivo”. Este es un
llamado a la acción concertada de todos si queremos enfrentar con posibilidades
reales de éxito el cambio climático global.
COP24 Kotowice, Polonia
2018.
La COP24 se centró en los mecanismos para
lograr la aplicación del Acuerdo de
París 2015 -reunión en la cual se cerró el pacto que involucra a todos los
países en la lucha contra el cambio climático-. En la reciente COP los países signatarios de la
Convención de Cambio Climático aprobaron las reglas para combatir el
calentamiento del planeta que ya no se puede revertir, sino solo atenuar.
En efecto, la reciente COP24 aprobó las normas de
aplicación para que funcione el Acuerdo de París; el documento de 120 páginas contiene las reglas de
transparencia, financiación, adaptación y recortes de emisiones de los gases de
efecto invernadero; la forma como cada país tiene que notificar sus planes de
recorte: qué tipos de tipos de gases se debe combatir, los plazos en los que se
revisarán los compromisos nacionales contra el calentamiento y cómo se hará el
seguimiento de las promesas de financiación. Con estas normas aprobadas por
consenso ya es posible hacer el seguimiento de los compromisos obligatorios de
todos los países. Se debe destacar que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático IPCC (por las siglas
en inglés) ofreció una importante ayuda para elaborar la indicada normativa.
Empero, la
aplicación completa del Acuerdo de París
requiere una transformación de la economía mundial, dejar los combustibles
fósiles derivados del petróleo y el carbón, que son los responsables de la
mayor parte de gases que calientan el planeta. Ante esto EE. UU., Rusia, China y los Estados Árabes expresaron su
deseo de llegar a acuerdos menos obligatorios. Otra cuestión importante es la
velocidad con la que se debe actuar, pues mientras las negociaciones han tomado
más de 20 años, las emisiones de gases a la atmósfera han aumentado. El
calentamiento planetario ya es de 1º.C.
Si las emisiones se mantienen al ritmo actual, en el 2040 la temperatura de la
Tierra será de 1.5º.C. respecto de
los niveles preindustriales, se advirtió en la reciente COP.
La buena
disposición del mayor número de países y líderes mundiales contrasta con la
posición de algunos políticos como Donald
Trump que se ha negado a aceptar los resultados de un estudio realizado por
la Casa Blanca con la participaron 330 científicos de 13 agencias federales y
que reveló 467 maneras en que este fenómeno afectará de forma negativa al
planeta. Frente a esto Trump afirmó: “No
lo creo” e insiste en que EE.UU. debe salir del Acuerdo de País. En esa
misma línea política Jair Bolsonaro,
el nuevo presidente de Brasil,
anunció una medida similar. Esta actitud negacionista
se hizo evidente en la reciente COP cuando EE. UU. y otros países impidieron
que se acepte como base científica el informe del Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre el Cambio Climático, por razones políticas y económicas.
Necesidad de cambios
radicales y urgentes.
Una revisión
de las recientes Conferencias permite apreciar los esfuerzos de los países y
los avances para atenuar el calentamiento
global. La COP21 celebrada en París aprobó el Acuerdo histórico marco; en la COP22 de Marrakech se expresó la voluntad de cooperar para ponerlo en
práctica; en la COP23 de Bonn se
planteó la urgencia de emprender acciones ante los impactos catastróficos
provocados por el cambio climático; y, en la
COP24, en Katowice, Polonia, se
aprobaron las normas de ejecución para aplicar el Acuerdo de París.
El ámbito de
las responsabilidades del calentamiento global se ha ampliado durante el
proceso de negociación que lidera la ONU,
pues las responsabilidades ya no les corresponde solamente a los Estados y sus
entidades de gobierno, sino también a las administraciones regionales y
locales, empresas agrícolas e industriales, Iglesias, corporaciones
transnacionales, instituciones de educación de todos los niveles, ONGs, organizaciones sociales y
políticas… en suma a todos, pero de manera diferenciada según sus competencias.
El problema
es más profundo que la retórica de las
conferencias, porque el cambio
climático toca al núcleo de las economías de los países: al modelo
económico, los patrones de producción y consumo, las fuentes de energía, etc. Los países industrializados y los
emergentes anteponen sus intereses económicos al gran objetivo de la humanidad
que es frenar el calentamiento planetario. El
problema del cambio climático es uno de los más críticos de las últimas
décadas; en él están inmersos todos los países, así como las corporaciones
transnacionales que continúan operando sin asumir ninguna responsabilidad, más
aún algunas han hecho del problema climático global grandes negocios.
En las sociedades productivistas la sociedad y la
naturaleza se perciben de manera independiente y los perjuicios se
consideran “daños colaterales” o
“externalidades”. Los indicadores clásicos como el crecimiento y el
producto interno bruto reflejan el enfoque utilitarista y no toman en cuenta la
erosión de los recursos y la acumulación de residuos, entre ellos los gases de
efecto invernadero; es decir, es un modelo económico insustentable que está en
un callejón sin salida. Por lo que es imperativo que se invierta la
perspectiva: integrar la economía a los límites del medio ambiente y dejar de considerar a la naturaleza como fuente
inagotable de crecimiento económico.
El problema
del cambio climático es un mega problema que debe ser enfrentado antes que el
medio ambiente mundial se vuelva inhabitable para los seres humanos. Nuestro futuro como especie está en
peligro por la degradación creciente de la biósfera producto del crecimiento
insostenible. El problema de fondo tiene
raíces en la economía globalizada e incontrolable que se sustenta en el
crecimiento infinito y el consumismo desmedido, sin considerar que los recursos
son limitados. El problema climático debería
llevar a la reflexión respecto de la necesidad de un cambio en el modelo civilizatorio, y de la
urgencia de emprender transformaciones radicales, antes de que sea demasiado
tarde.
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