"GRUPO DE LIMA", UNA "COFRADÍA" CONTRA VENEZUELA Y LA UNIDAD DE NUESTRA AMÉRICA. El llamado “Grupo de Lima”, una "cofradía"
alentada por Washington y la Organización de Estados Americanos (OEA)
para dividir a la Patria Grande, actúa como punta de lanza
permanente contra Venezuela,
mientras calla ante procesos electorales fraudulentos, asesinatos cotidianos,
más pobreza, tarifazos, escandalosos hechos de corrupción, y juicios infundados
a líderes progresistas que enfrenta la región. Conformado en la capital peruana en
agosto de 2017 por
obra y gracia, no precisamente del Espíritu Santo, sino del actual secretario
general de la OEA, Luis Almagro, la
referida agrupación impugna y condena todo lo que el gobierno legítimo de Venezuela decide sobreramente.
Tutelados por Estados Unidos, los países que conforman ese engendro, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala,
Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, más ahora Guyana y Santa Lucia, volvieron a reunirse esta vez en Santiago de Chile con el propósito de
cuestionar la convocatoria de los comicios presidenciales en Venezuela en el primer cuatrimestre de
este año. En otro acto injerencista, del cual Almagro es también su principal protagonista, los representantes de
esas naciones miembros de la OEA
exigieron en una declaración que la consulta popular en la Patria de Chávez se realice en otra fecha posterior porque de lo
contrario no sería “transparente ni
creíble”. Ni siquiera tardaron 24
horas para inmiscuirse nuevamente en los asuntos internos de Venezuela, y objetar una determinación
de la Asamblea Nacional Constituyente
(ANC) de ese país hermano de la Patria Grande. Una vez más el “Grupo de Lima” atacó a la Revolución Bolivariana y a la ANC, a
favor de la oposición violenta y menguada venezolana, que poco podrá hacer en
los comicios presidenciales ante el empuje del chavismo.
Sin embargo, sus integrantes se hacen los sordos, ciegos y mudos
frente al descomunal fraude
electoral en Honduras, los asesinatos diarios de manifestantes
pacíficos allí, los crímenes en
Argentina, Colombia y México, el indulto
a Alberto Fujimori y la crisis
política en Perú. Similar se comportan ante la corruptela oligárquica que
sacude a sus Estados, y la persecución judicial y política que
viven ex presidentes populares como Lula Da Silva, en Brasil, y Cristina
Fernández, en Argentina, además de líderes sociales en casi toda la región. El “Grupo de Lima” no hace otra cosa
que dividir y enfrentar a los 33 países
miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en un intento desenfrenado por revivir a la
moribunda OEA, y en beneficio de los intereses de dominación de Washington en
Nuestra América. Enero del 2018.
/////
LADRIDOS LIMEÑOS.
*****
Atilio A. Boron.
Rebelión jueves 10 de enero del 2019.
En una batalla sin cuartel para ocupar el lugar del
lamebotas mayor del imperio un grupo de gobiernos latinoamericanos ha resuelto
desconocer la legitimidad del proceso electoral que consagró la reelección de
Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela y fijar
sanciones contra sus ministros y altos funcionarios. Los autoproclamados
integrantes del Grupo de Lima, cuyo nombre más apropiado debido a la fuerte
presencia del narco en casi todos esos gobiernos sería el “Cartel de Lima”,
compiten para lograr la anhelada presea otorgada por la Casa Blanca. Un
supuesto que une a estos obsecuentes es que cuanto más servil sea un gobierno
ante Washington tanto mayor será la recompensa (económica, financiera,
diplomática, etcétera) que recibirá a cambio. Craso error: como todo imperio,
el norteamericano respeta el dictum clásico según el cual
“Roma no paga a traidores”. De éstos está repleta la historia
latinoamericana pese a lo cual nuestros pueblos siguen sumidos en la
pobreza, la desigualdad y la ignorancia. Los traidores que se pusieron al
servicio del emperador no lograron otra cosa que enriquecerse. Sus pueblos,
nada.
Algunos de los escribas del Cartel dicen que las
elecciones en Venezuela fueron fraudulentas. Desoyen a sabiendas la sentencia
de James Carter cuando aseguró que: “de las 92 elecciones que hemos
monitoreado, yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del
mundo", superior, por supuesto, al de EEUU. Mienten cuando hablan de la
escasa representatividad del nuevo gobierno debido a la elevada abstención
registrada en esa elección: 54 %, en medio de una infernal guerra económica,
sabotaje a los transportes y todo tipo de inconvenientes para concurrir a
votar. Sin embargo, la abstención del 53.4 % que hubo en Chile meses antes y
que consagró la re-elección de Sebastián Piñera no generó inquietud alguna ni
en la Casa Blanca ni entre sus sumisos lacayos. Se pliegan con entusiasmo a tan
infame campaña el actual gobierno brasileño, remate final del “golpe blando”
que destituyó a Dilma Rousseff y surgido de un fraudulento proceso en
donde el candidato que encabezaba las encuestas fue encarcelado e impedido de
postularse en las elecciones. La estafa mereció las felicitaciones de eminentes
demócratas como Donald Trump y Benjamin Netanyahu. También participa del Cartel
el corrupto e inepto gobierno de Mauricio Macri, cuyo incumplimiento de todas y
cada una de sus promesas de campaña ya figura en los libros de ciencia política
como uno de los fraudes post-electorales más escandalosos de la historia. O el
presidente Juan O. Hernández, de Honduras, surgido de un comicios tan corrupto
y viciado que fue objetado por la mismísima OEA y que el Departamento de Estado
demoró casi un mes en reconocer. Pese a ello Hernández no se arredra y se erige
como un campeón de la democracia latinoamericana. Como Iván Duque, peón de
brega de Álvaro Uribe, asesino serial de líderes políticos y sociales en
Colombia, lúgubre coleccionista de fosas comunes y siniestro creador de los
“falsos positivos” que exterminaron a miles de jóvenes campesinos inocentes en
todo el país para demostrar la supuesta eficacia de su criminal política de
“seguridad democrática.”
En suma, estos malos gobernantes han montado un
espectáculo que sería cómico si no fuera por la tragedia que ocasionan día a
día a nuestra gente. Con sus errores y sufriendo toda clase de arteros ataques,
desde dentro y fuera del país, la Revolución Bolivariana acabó con el
analfabetismo, entregó a su pueblo más de dos millones y medio de viviendas y
se emancipó del yugo colonial al que están deshonrosamente sometidos sus
críticos, que nada hicieron por sus pueblos salvo mentirles y oprimirlos.
Impertérrita, la patria de Bolívar y Chávez sigue su curso. “Ladran Sancho,
señal que cabalgamos” dicen que dijo el Quijote. Más allá del debate actual
sobre si lo dijo o no, flota en la obra del gran Miguel de Cervantes
Saavedra la idea de que “cambiar el mundo, amigo Sancho … no es locura ni
utopía, sino justicia.” Dejemos que los paniaguados del imperio ladren y
que la Revolución
Bolivariana continúe avanzando con más bríos que nunca, corrigiendo errores y
profundizando los aciertos.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario