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El ex presidente brasileño estaba
acompañado por Luiz Dulci, ex secretario general de la Presidencia durante su
gobierno y secretario del Instituto Lula. Dulci, que acaba
de publicar un libro sobre los diez años de gobierno encabezado por el PT, Un salto hacia el futuro, dijo que el
Instituto está firmando acuerdos con organismos multilaterales y que
trabajará cada vez más en una doctrina de la integración. “No se trata de sustituir a los Estados, pero a veces es difícil para
los Estados avanzar en determinados temas.” Lula explicó que el instituto antes se llamaba Instituto de la
Ciudadanía. “El programa Hambre Cero lo diseñamos
allí”, contó sobre el trabajo previo a las elecciones victoriosas
del 2002. Dijo que algunos contactos excedían el marco del PT y que por eso
recibía gente en el instituto. Es decir, una preparación completa para el
gobierno que se vendría. Sobre el futuro, Lula
reforzó la promesa de Dulci y la amplió hacia el África. “Durante mi gobierno visité siete países de
Oriente Medio, todos los países de América latina y el Caribe y 33 países
africanos en 39 viajes.” Lula no
tocó el tema, pero además de Sudamérica la gran base de votos para que el
brasileño Ricardo Azevedo ganase la dirección
de la Organización Mundial de Comercio fue África.
Lula- ex presidente de Brasil en Conferencia de Prensa en la Embajada de Brasil en la Ciudad de Buenos Aires. Argentina.
***
De traje oscuro y corbata a rayas con los
colores brasileños y argentinos, Lula pasó más de tres horas debatiendo, de a ratos sentado y de
a ratos parado. Antes de abrir el espacio a comentarios y preguntas, se las
hizo a sí mismo. “Hay que crear una
doctrina de la integración. ¿Qué es la integración? ¿Es comercial? ¿Es
comercial y social? ¿Involucra a las universidades? Todavía no está todo claro
para nosotros. Cada vez que Hugo Chávez hablaba de la espada de Bolívar yo le
decía: ‘Chávez, ya no necesitamos la
espada de Bolívar, sino un banco de desarrollo, carreteras, puentes...’.” Lula
mencionó muchas veces a Chávez. Lo hizo con cariño y con picardía. Un muerto no
puede quejarse por la revelación de secretos que, por otra parte, sirven para
entender qué dificultades enfrenta un
presidente incluso cuando tiene legalidad, legitimidad y popularidad. Como
estaba presente el ex canciller Jorge
Taiana, Lula lo tomó de compinche. “Tal
vez un día Taiana, Enio y yo podamos contar cómo son las reuniones
presidenciales y las secuencias de las decisiones. Firmamos un acuerdo, un
protocolo de intenciones y cuando termina el mandato de cuatro o cinco años, no
se hizo nada. Porque cuando esa reunión terminó, viene otra reunión y otro
protocolo, y a veces además no hay mucha gente interesada en hacer el
seguimiento de las decisiones. Taiana sabe bien cómo se quejaba el pobre
Chávez. Casi todas las reuniones terminaban con Chávez peleándose con el pobre Maduro. ‘No voy firmar el
documento porque no lo leí.’ Y miraba a
la cámara de Telesur. ‘¿Por qué los burócratas no me dieron el documento
antes?’ Entonces yo me levantaba y le contaba mi angustia.” Y ahí fue que le
contó su idea de los Doberman. En
verdad, y aunque no apareció en la reunión de la embajada brasileña, el que se
acercó a un sistema de Doberman fue el presidente
chileno Ricardo Lagos. Su jefe de asesores Ernesto Ottone enviaba a cada reunión de Lagos un funcionario que
luego se encargaría del seguimiento. En otro estilo, para algunas decisiones Kirchner llamaba por teléfono en el acto a toda la
cadena de funcionarios que se haría responsable por el cumplimiento de una
decisión suya.
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“Con Lula terminaría la historia de los Braganza en
Brasil. Lula fue el primer Silva. Y después vino Dilma, que también se llama
Silva”.
***
LULA: “Sin pensamiento estratégico
vamos a perder lo que construimos”.
Encuentro de Lula con Intelectuales,
Políticos y Dirigentes Sociales.
*****
Lula cerró su visita a la Argentina con una reunión
en la Embajada de Brasil. El periodista de este diario Martín Granovsky, uno de los 40 invitados, cuenta cómo y por qué el
ex presidente se comprometió a empujar la integración sudamericana.
Por Martín Granovsky.
Página /12 domingo 19 de mayo del 2013.
Un
presidente nunca dice que se angustia. Si no, qué queda para los gobernados. Un
ex presidente sí se puede dar ese lujo. El resultado es apasionante si el ex se
llama Luis Inácio Lula da Silva y tiene una capacidad única de transmisión
intelectual y emotiva.
Por ejemplo: “O crecemos
juntos o nos quedaremos pobres todos juntos”.
Por ejemplo: “Cuando le
entregué el mandato a Dilma le dije que necesitaría muchos Doberman. Le dije
que a cada decisión importante suya tenía que ponerle un perro detrás, porque
si no no habría ningún resultado”.
Lula habló en la
embajada de Brasil en la Argentina, que organizó un encuentro con 40
intelectuales, políticos, economistas y empresarios junto con el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales y el Instituto Lula de Brasil. Fue el
viernes a la tarde y los asistentes hicieron decir al embajador Enio Cordeiro:
“Presidente, en este grupo nadie piensa como el otro”. Antes, el presidente que
gobernó Brasil durante ocho años desde el 1º de enero de 2013 recibió ocho
doctorados honoris causa. “Para el Guinness”, bromeó el senador y ex ministro
de Educación Daniel Filmus, coordinador de los doctorados junto con Pablo
Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
El ex presidente
brasileño estaba acompañado por Luiz Dulci, ex secretario general de la
Presidencia durante su gobierno y secretario del Instituto Lula. Dulci, que
acaba de publicar un libro sobre los diez años de gobierno encabezado por el
PT, Un salto hacia el futuro, dijo que el Instituto está firmando acuerdos con
organismos multilaterales y que trabajará cada vez más en una doctrina de la
integración. “No se trata de sustituir a los Estados, pero a veces es difícil
para los Estados avanzar en determinados temas.”
Lula explicó que el
instituto antes se llamaba Instituto de la Ciudadanía. “El programa Hambre Cero
lo diseñamos allí”, contó sobre el trabajo previo a las elecciones victoriosas
del 2002. Dijo que algunos contactos excedían el marco del PT y que por eso
recibía gente en el instituto. Es decir, una preparación completa para el
gobierno que se vendría. Sobre el futuro, Lula reforzó la promesa de Dulci y la
amplió hacia el Africa. “Durante mi gobierno visité siete países de Oriente
Medio, todos los países de América latina y el Caribe y 33 países africanos en
39 viajes.” Lula no tocó el tema, pero además de Sudamérica la gran base de
votos para que el brasileño Ricardo Azevedo ganase la dirección de la
Organización Mundial de Comercio fue Africa.
De traje oscuro y
corbata a rayas con los colores brasileños y argentinos, Lula pasó más de tres
horas debatiendo, de a ratos sentado y de a ratos parado. Antes de abrir el
espacio a comentarios y preguntas, se las hizo a sí mismo. “Hay que crear una
doctrina de la integración. ¿Qué es la integración? ¿Es comercial? ¿Es
comercial y social? ¿Involucra a las universidades? Todavía no está todo claro
para nosotros. Cada vez que Hugo Chávez hablaba de la espada de Bolívar yo le
decía: ‘Chávez, ya no necesitamos la espada de Bolívar, sino un banco de
desarrollo, carreteras, puentes...’.”
Lula mencionó muchas
veces a Chávez. Lo hizo con cariño y con picardía. Un muerto no puede quejarse
por la revelación de secretos que, por otra parte, sirven para entender qué
dificultades enfrenta un presidente incluso cuando tiene legalidad, legitimidad
y popularidad. Como estaba presente el ex canciller Jorge Taiana, Lula lo tomó
de compinche. “Tal vez un día Taiana, Enio y yo podamos contar cómo son las
reuniones presidenciales y las secuencias de las decisiones. Firmamos un
acuerdo, un protocolo de intenciones y cuando termina el mandato de cuatro o
cinco años, no se hizo nada. Porque cuando esa reunión terminó, viene otra
reunión y otro protocolo, y a veces además no hay mucha gente interesada en
hacer el seguimiento de las decisiones. Taiana sabe bien cómo se quejaba el
pobre Chávez. Casi todas las reuniones terminaban con Chávez peleándose con el
pobre Maduro. ‘No voy firmar el documento porque no lo leí.’ Y miraba a la
cámara de Telesur. ‘¿Por qué los burócratas no me dieron el documento antes?’
Entonces yo me levantaba y le contaba mi angustia.” Y ahí fue que le contó su
idea de los Doberman.
En verdad, y aunque no
apareció en la reunión de la embajada brasileña, el que se acercó a un sistema
de Doberman fue el presidente chileno Ricardo Lagos. Su jefe de asesores
Ernesto Ottone enviaba a cada reunión de Lagos un funcionario que luego se
encargaría del seguimiento. En otro estilo, para algunas decisiones Kirchner
llamaba por teléfono en el acto a toda la cadena de funcionarios que se haría
responsable por el cumplimiento de una decisión suya.
“Una vez con Chávez
estuvimos a punto de despedir juntos a los presidentes de Petrobras y de
Pdvesa, porque no había llevado a la práctica un acuerdo al que habíamos
llegado”, dijo. “Lo mismo sucedió con la Argentina, y lo mismo con otros
países. Cuando los presidentes están dispuestos y convencidos, las cosas deben
cerrarse delante de ellos y no después de la reunión. No se puede trabajar en
la integración si uno cede a las presiones de un grupo.”
La falta de resultados
tiene un problema, que Lula tocó. “Cuando llegás al gobierno y no conseguís
hacer las cosas que se esperan de vos, la gente se aleja. Pero muchos, en
cambio, cuando algo no nos sale perseveramos.”
Pensamiento
propio.
Y las reuniones como la
del viernes, ¿sirven? “Hay una carencia motivacional”, dijo Lula. “Aparecen
buenos diagnósticos y buenas propuestas, pero después deben ser tomados por los
políticos.”
El ex presidente
aprovechó ese momento para levantar un libro en el aire. Es de tapas rojas y el
título traducido dice así: Lula y Dilma. Diez años de gobiernos posneoliberales
en Brasil. Es una compilación de 21 trabajos realizada por Emir Sader, ex
secretario de Clacso antes de Gentili, que escribió el capítulo educativo
porque, como dijo Lula, “es un argentino importado a Brasil”. Para que no
queden dudas del margen que Lula quiere para decisiones que no son de gobierno
sino de análisis hecho por gente con pensamiento propio, dijo: “Lo único mío en
este libro es mi nombre en el título, porque los autores trabajaron con toda
libertad”.
A Lula parece
preocuparle el callejón sin salida que se produce cuando los funcionarios y los
políticos no se acostumbran a vivir dentro de la contradicción. “Si las
divergencias fueran un problema, el PT no existiría. No hay nada que tenga más
divergencias que el PT.” También luce preocupado por las profecías
autocumplidas según las que nada distinto será posible. “Nací en una región
donde muchos niños mueren antes de los cinco años y yo no me morí. Cuando entré
al sindicato me dijeron que no podría hacer nada porque la estructura sindical
de Brasil era una copia fiel de la Carta del lavoro de Benito Mussolini. Sin
que la ley se modificara una línea, en sólo tres años cambiamos la vida
sindical. Después nos dijeron que no había espacio para un partido político. En
tres años creamos el PT, que nació en 1980. Que llegara un obrero metalúrgico a
la presidencia era impensable. Lo logramos. Por lo tanto, podemos producir una
doctrina para que nuestros presidentes piensen estratégicamente. Es el
compromiso que asumo. No sé si lo cumpliré, pero lo voy a intentar.”
Cómo
avanzar.
Lula alertó contra “las
peleas entre nosotros”. Citó el caso de la Ronda de Doha, que concluyó en 2008
sin resultados. Estuvo discreto: omitió apuntar que las diferencias esenciales
sobre el final se produjeron entre Brasil y la Argentina. “Allí no avanzamos,
pero no sucederá más. Si no construimos un pensamiento estratégico vamos a
perder incluso lo que ya construimos. Y no es cuestión de defectos. Todos los
tenemos. Los tuvimos los presidentes de aquel momento: Néstor Kirchner, Hugo
Chávez, Ricardo Lagos, Tabaré Vázquez, yo... Pero si analizamos nuestras
relaciones tal como estaban en el 2000 y vemos cómo son ahora, vamos a ver que
avanzamos extraordinariamente.”
Lula suele hacer un
contrapunto permanente entre el rescate de lo bueno, porque es un obsesivo de
la autoestima colectiva, y el planteo de desafíos, porque se muestra optimista,
pero no tiene la noción fanática de que las cosas, las malas pero también las
buenas, son inexorables. “Si no consolidamos los avances como política de
Estado, creando parlamentos e instituciones multilaterales, cualquier
gobernante de derecha puede terminar con todo. Sobre todo en Brasil. Estén
seguros de que ese presidente brasileño le dará la espalda a América del Sur,
porque su cabeza está colonizada por Europa y los Estados Unidos.” Y siguió
Lula, parado, micrófono en mano y mirando hacia cada lado, moviendo las manos
como el orador sindical que fue o que es, confesando que hoy ve cosas que no
veía cuando era presidente. “Cosas en las que podríamos haber avanzado y no
avanzamos. ¿Por qué no avanzamos en la ONU? Egipto y Nigeria querían ser
miembros permanentes del Consejo de Seguridad, pero no lo dijeron. La
Argentina, Brasil y México también. No discutimos lo esencial: el que sea,
cuando sea, no puede investir una representación individual sino colectiva, del
continente. Pero nunca profundizamos esa discusión. Y son 10 años míos y de
Dilma, 12 de Chávez, 10 de Néstor y Cristina. Media generación creció sin que
discutiéramos el tema. Con el comercio, lo mismo. Es importante porque genera
desarrollo, ganancia, empleos.”
Gripe
o neumonía.
En su intervención, el
tablero del mundo siempre estuvo presente. Para él, en Europa “una gripe se
convirtió en neumonía”. Según Lula, “es ridículo que Europa culpe a Grecia o
Chipre mientras ningún banquero está preso”.
La industria también.
“Tenemos que aprovechar el tipo de personas que hoy están en los distintos
gobiernos para hacer lo que hay que hacer. No es malo exportar commodities
cuando el precio está bien. Es malo cuando el precio está bajo. Pero a nivel
internacional debemos discutir el valor de los productos. Por qué la comida
vale tan poco y un chip vale tan caro. En la década del ’70 los Estados Unidos
decidieron llevar el cuerpo de las industrias a China y quedarse con la cabeza,
con los servicios. Ahora, con esta crisis, se dieron cuenta de que la cabeza
sin el cuerpo no es un ser humano, es un busto. Así que discuten cómo
reindustrializar a los Estados Unidos.”
El
animador.
Un fantasma, a veces, es
el papel de Brasil, el gigante de la región. Incluso es un fantasma cuando ya
nadie repite disparates sobre hipótesis de conflicto bélico. Como Lula quería
desmontarlo, abordó el punto. “Brasil no puede crecer solo. Y Brasil tiene más
responsabilidad que el resto. En la crisis del 2008 llamé al presidente del
Banco Central y al ministro de Hacienda y les dije que destinaran dinero a
Uruguay y a la Argentina. No lo hicimos. Lo hizo China. Pero Brasil no necesita
400 mil millones de dólares de reservas. Hoy podríamos usar ese dinero para
financiar la integración aquí y en el continente africano. Pensemos,
imaginemos. A veces me da la impresión de que los intelectuales de América
latina dejaron de pensar después de la caída del Muro de Berlín. Hay menos
canciones, menos libros... Me acuerdo de una charla con Fidel. Un día me dijo
de haberle enseñado a su pueblo la historia equivocada. Era la historia rusa,
con sus buenos que de golpe se convertían en malos y sus malos que de un día
para otro se transformaban en buenos. ‘Sabes, Lula’, me dijo Fidel. ‘Estoy
arrepentido de no haberle enseñado a mi pueblo la historia de América latina’.
Yo digo: hagámoslo. Trataré de ser el animador y el provocador para que
pensemos de nuevo en nosotros.”
Los
comentarios.
Antes de la última
intervención de Lula en el seminario, varios de los participantes preguntaron o
hicieron comentarios.
Taiana dijo que hay un
punto delicado: “Hemos alcanzado un cierto tope en la integración, estamos
entrando en una meseta, cuando hay dificultades la reacción natural es
retraerse ante el miedo y lo que no avancemos significará que vamos a
retroceder”.
El consultor Rosendo
Fraga dijo que el Mercosur y la Unasur demostraron “gran eficacia frente a los
imprevistos como los que se produjeron en Venezuela, Colombia y Ecuador, pero
cierta ineficacia para enfrentar los conflictos históricos”. Citó que Chile y
Perú hayan recurrido a La Haya y lo mismo Bolivia y Chile. Lula agregaría que
tampoco el conflicto de las pasteras entre Uruguay y la Argentina se resolvió
en el marco sudamericano. Fraga se quejó de que en la Argentina “no se puede
ver por cable un canal brasileño y no tenemos una radio que transmita en
portugués”.
Félix Peña, ex
subsecretario de Guido Di Tella y hoy en la Universidad de Tres de Febrero,
pidió un “Informe Lula” sobre cómo trabajar en Sudamérica.
El consultor de
Poliarquía Sergio Berenztein sugirió para Mercosur un avance por pasos.
“Incremental, minimalista”, dijo.
El rector de la
Universidad de Cuyo, Arturo Somoza, hico centro en la necesidad del intercambio
cultural y el peso de las decisiones políticas.
El ex canciller
Adalberto Rodríguez Giavarini, que revistó con Fernando de la Rúa, dijo que la
integración y los derechos humanos “son políticas de Estado en los últimos 30
años”. Recomendó “fortalecer el diálogo Pacífico-Atlántico para ponernos en la
dinámica de la negociación global, porque vamos a enfrentar tensiones y ya las
estamos enfrentando, y Brasil tendrá dos sombreros”.
Rafael Follonier,
colaborador de Néstor y Cristina Kirchner con rango de secretario de Estado y
ahora a cargo de investigar los crímenes en Venezuela contra seguidores del
chavismo en la última campaña electoral, dijo que “el posicionamiento de Brasil
como actor global se dio en el marco de la última etapa del proceso de
integración sudamericana”. Pidió “un fortísimo relanzamiento de Unasur” y
afirmó: “Vendría bien que Lula nos ayudara a resolver la próxima etapa del
organismo que creó con el resto de los presidentes”.
El ex presidente de la
Unión Industrial Argentina y ex ministro de Eduardo Duhalde José Ignacio de
Mendiguren llamó a “no dejar pasar el tiempo y tentarnos con el canto de sirena
de la primarización de la economía, porque a pesar del enorme período de
crecimiento la participación industrial en el PBI de los dos países disminuyó”.
El rector de la Untref,
Aníbal Jozami, pidió formar “un grupo de delirantes que discuta una unión con
Brasil”.
Alberto Ferrari
Etcheberry, ex subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de Raúl Alfonsín y uno
de los negociadores de entonces para lograr la integración con Brasil, además
de ser quien invitó a Lula a su primera visita a la Argentina en 1999, recordó
qué es la ciudadanía entre los vecinos. “Con la Constitución de 1988 y con la
presencia decisiva del PT, esencial para la caída de Fernando Collor de Mello,
surgió la democracia de masas por primera vez.” Añadió Ferrari: “Con Lula
terminaría la historia de los Braganza en Brasil. Lula fue el primer Silva. Y
después vino Dilma, que también se llama Silva”. Para Ferrari, entre los dos
países “no se ha avanzado lo suficiente en conocerse y, sobre todo, en conocer
las diferencias”.
El uruguayo Gerardo
Caetano dijo que “para esta nueva etapa, más de lo mismo no basta”.
Pino Solanas lamentó que
“en diez años no hemos resuelto ni el Banco del Sur” y dijo que “América latina
no puede ser el paradigma de un consenso sobre los commodities”.
El diputado de Unidad
Popular Víctor de Gennaro advirtió que “el genocidio dejó la idea de que, por
miedo, hay que evitar lo peor y ser sobrevivientes” y opinó que “tenemos
derecho a vivir felices”.
Pablo Gentilli, como
organizador, expresó su compromiso de seguir ayudando a la coordinación de
centros de estudio, políticos e investigadores.
Filmus,
otro de los organizadores de la visita de Lula y miembro del Consejo Académico
de la flamante Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, se
autocriticó “el escaso esfuerzo legislativo para trabajar en forma conjunta, el
déficit de diplomacia parlamentaria y el avance lento en la enseñanza de portugués y
español, al punto de que científicos argentinos y brasileños se comunican en
inglés”.
“Las transnacionales que adquieren tierras para
dedicarlas al monocultivo de exportación. Pueden cultivar caña de azúcar y
producir etanol, eucalipto con el fin de generar pasta de celulosa, dedicarse
al negocio de la soja. En el negocio han entrado Monsanto, Bunge, Bill Gates y
George Soros, entre otros”. Expresa el dirigente Rodrígues del MST.
BRASIL: “Lula fue el padre de los pobres y la madre de los ricos”.
*****
Jueves 2 de mayo del 2013.
Entrevista
a Joao Pablo Rodrígues Chaves, dirigente del Movimiento de Trabajadores Rurales
Sin Tierra. Los graves problemas vinculados al monocultivo industrial y la
«criminalización» que sufre el campesinado.
A la vera
de las inmensas carreteras brasileñas se encuentran acampadas más de 150.000
familias campesinas que aspiran a la propiedad de una pequeña hacienda. El
Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) apoya esta demanda de los
braceros desde su creación hace tres décadas. Hoy, convertida en una de las
organizaciones sociales más importantes de Latinoamérica, mantiene su lucha en
un escenario aún más complejo, globalizado, donde confluyen intereses económicos
de enormes dimensiones. Joao Pablo Rodrigues Chaves, miembro de su Coordinación
Nacional, acaba de recibir el Premio Gernika por la Paz y la Reconciliación, un
galardón a una lucha dificultada por la represión oficial y el asesinato
clandestino.
-El conflicto
social permanece en el campo brasileño. ¿En estos últimos treinta años se han
consolidado progresos o la situación ha empeorado?
-El
movimiento se fundó en un periodo dictatorial y, para nosotros, supone un
avance importante la consolidación de un proceso democrático y las conquistas
económicas y de derechos sociales para el campesino, como la política de
créditos agrícolas, la introducción de la energía eléctrica o la educación.
-Pero la
concentración de la propiedad se ha agudizado en estas últimas décadas.
-Ha aparecido un nuevo factor, las transnacionales que adquieren tierras para dedicarlas al monocultivo de exportación. Pueden cultivar caña de azúcar y producir etanol en el Estado de Sao Paulo o el nordeste, eucalipto con el fin de generar pasta de celulosa, gracias al capital finés o surasiático, o dedicarse al negocio de la soja en el centro oeste. En el negocio han entrado Monsanto, Bunge, Bill Gates y George Soros, entre otros.
-Ha aparecido un nuevo factor, las transnacionales que adquieren tierras para dedicarlas al monocultivo de exportación. Pueden cultivar caña de azúcar y producir etanol en el Estado de Sao Paulo o el nordeste, eucalipto con el fin de generar pasta de celulosa, gracias al capital finés o surasiático, o dedicarse al negocio de la soja en el centro oeste. En el negocio han entrado Monsanto, Bunge, Bill Gates y George Soros, entre otros.
-La
agricultura brasileña es un ejemplo de globalización comercial.
-El
capital internacional ha emigrado a nuestro país como una forma segura de
inversión en tiempos de crisis. Toda la exportación de grano se lleva a cabo
por cinco o seis firmas y la producción de carne se canaliza a través de tres
frigoríficas. Ese fenómeno nos deja en una situación muy complicada porque el
enemigo ya no es el latifundista local, sino la gran empresa internacional con sede
en Nueva York o Helsinki.
-¿Los
gobiernos progresistas de Lula da Silva y Dilma Rousseff apoyan esta expansión?
-Lula fue el padre de los pobres y la madre de los ricos, porque el modelo de desarrollo brasileño está basado en el apoyo al inversor extranjero. Se dedican 2.000 millones de dólares (1.535 millones de euros) a préstamos, subsidios para infraestructuras o incentivos para los campesinos, mientras que las empresas de agro-negocio cuentan con 120.000 millones. Por ejemplo, la soja para la exportación no paga impuestos, solo la dedicada al consumo interno.
-Lula fue el padre de los pobres y la madre de los ricos, porque el modelo de desarrollo brasileño está basado en el apoyo al inversor extranjero. Se dedican 2.000 millones de dólares (1.535 millones de euros) a préstamos, subsidios para infraestructuras o incentivos para los campesinos, mientras que las empresas de agro-negocio cuentan con 120.000 millones. Por ejemplo, la soja para la exportación no paga impuestos, solo la dedicada al consumo interno.
-En lo
que va de año tres de sus representantes han sido asesinados. ¿Quién mata en
Brasil?
-Mata quien detenta la tierra.
Las grandes empresas son muy modernas, y sus plantaciones de Sao Paulo disponen
de la tecnología más reciente, pero el mismo grupo puede poseer una hacienda en
Maranhao, al nordeste, completamente arcaica, con sistemas de esclavitud y
milicias armadas. También tenemos problemas con la Policía local, radicalizada
contra nosotros. Sufrimos su persecución, la criminalización, porque hoy el
agronegocio es hegemónico y el campesino sin tierra, el indígena, el
sindicalista y el ambientalista son los malos.
-¿Persisten
todavía lacras como la esclavitud y el trabajo infantil?
-Permanecen
porque la agricultura es mixta, está la moderna y aquella que se basa en el
trabajo barato de la mano de obra sin derechos, que destruye la foresta y
presiona a los pequeños propietarios para que vendan. En sus haciendas aisladas
los trabajadores han de pagar la cama, la comida y la ropa. El año pasado
fueron liberados 2.000 personas que estaban en esta situación.
-¿Hay
conciencia en el país de los riesgos de este monocultivo industrial, no solo en
el plano económico sino en el sanitario, por el elevado uso de pesticidas que
exige?
-No,
Brasil es el mayor consumidor de agrotóxicos del mundo, con una media de cinco
kilos por persona, lo que supone casi mil millones de kilos anuales. El
fenómeno es muy grave porque se esparcen por avión, lo que afecta a la salud de
las personas. Se fumigan los pastos y los cultivos de soja, maíz, eucalipto o
los pastos, pero no hay crecimiento de la producción de frijoles, mandioca o de
frutas como el mango. Los precios de los alimentos son los más elevados de
Latinoamérica, el del tomate ha aumentado un 150%, va a ser más caro que la
carne.
-¿Este modelo
de desarrollo es viable?
-No es
sostenible, los países emergentes necesitan procesos nuevos. No se invierte en
tecnología que no sea para el biodiesel, estamos perdiendo la soberanía
alimentaria, los campesinos emigran a las urbes y los grandes capitalistas
quieren explotar la Amazonia para extraer el hierro. Vamos a tener enormes problemas
sociales y ecológicos.
-La clase
política parece carecer de conciencia sobre los riesgos asumidos, pero, ¿qué
ocurre con la sociedad?
-Existe
la conciencia de que el país se enriquece frente a un mundo decaído y una
creciente clase media que reclama una buena casa, coche, televisión y
frigorífico. La población brasileña se concentra en cinco ciudades, Sao Paulo,
Río de Janeiro, Belo Horizonte, Fortaleza y Salvador, y no le importa lo que
pueda suceder en el Mato Grosso o la Amazonía, aunque el gran motor económico
del país es el campo. Ahora existe mucha preocupación por el aumento de los
casos de cáncer, pero no existe un debate sobre su causa. Se piensa en el
crecimiento económico, pero no en el social ni en los riesgos que comporta.
Contexto
económico del país
Exportaciones
agrícolas. Brasil ocupa el tercer puesto mundial, tan solo por detrás de
Estados Unidos y la UE.
Control
de tierras. El 50% de su 65 millones de hectáreas aradas se encuentra en manos
de grandes grupos económicos y el 54% de los cultivos son transgénicos.
Superficie
cultivada. Las explotaciones superiores a las 100.000 hectáreas han pasado de
22 en el 2003 a 2.008 en el 2011.
Miembros
del MST. Cuenta con 2,5 millones de afiliados y se atribuye el asentamiento de
500.000 familias.
Las víctimas. Desde 1985, 1.566 personas han sido
asesinadas en Brasil por defender su derecho a la tierra. El 8% de estos crímenes han sido juzgados.
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