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SEÑOR PRESIDENTE. AMÉRICA
LATINA EN LA GLOBALIZACIÓN.- Interesante resumen del Coloquio
Internacional Pensamiento Global, por la calidad de los expositores, asistentes,
intelectuales, políticos y el prestigio
académico mundial que tiene la Casa de América Latina en París. Señor
Presidente de acuerdo con el enfoque y análisis que realiza en el presente
trabajo – que no es el primero que leo de su producción -. Su visión de la
globalización, y su carácter multidimensional, en la estructura del proceso es
importante el ámbito que Ud., pone,
bastante énfasis dialéctico sobre la Democracia, sin embargo a nivel de A.L.
hay un vacío que definitivamente marca una inflexión en el proceso político
continental y que no es analizado por la mayoría de Politólogos, Sociólogos y Políticos; el año 80 al recuperar la
democracia, derrotadas las dictaduras por los movimientos sociales
históricos anti-capitalistas y anti-dictaduras – protagonistas actores sociales
y políticos – todos los países al caer en dictaduras a finales de los 60’ – después del Cordobazo – no
teníamos el mismo tipo de sistema político. En el área andina la “democracia”
era precaria y no existente –aún tenían
vigencia muy fuerte las oligarquías terratenientes tradicionales.
ecuperada la democracia en los 80’ hacia
donde nos dirigimos, que tipo de gobierno asumimos y encima se
nos presenta, -se mantienen- fuertemente posicionados todas las lacras que nos dejan las dictaduras – deuda
externa, violación sistemática de los DD.HH., ausencia de instituciones, estado de derecho casi inexistente,
derechos sociales – educación, salud, servicios públicos – atrasados e inservibles
en su mayoría, trabajo-empleo- salarios los más bajos, informalidad – atraviesa
todo el sistema estructural – corrupción, - en el horizonte ya están los Paraísos
Fiscales - ausencia de liderazgo, derechos de la mujer y las minorías étnicas, absolutamente
olvidados, excluidos o marginados desde el Estado, y lo peor la estructura de
lo que fue el “aparato productivo”, en parte dinamizado por los años del proceso “Cepaliano” o la sustitución de la
importaciones se encontraba en situación “cadavérica”. Todo esta realidad
si la sumamos dialécticamente nos encontramos con la “famosa” Década Perdida de los 80’. Y encima se nos viene el “bulldozer”
– bárbaro, salvaje y criminal - de las políticas neoliberales del Consenso de Washington. En Perú las
políticas que aplicó el gobierno de Fujimori, fueron realmente criminales
contra los derechos sociales, laborales y políticos del pueblo peruano. Y la dictadura el
2,000 terminó derrotado por el pueblo después de la “Histórica Marcha de los
Cuatro Suyos”.
La pobreza, el abandono de la niñez, adolescencia y juventud es muy común en varios países de América Latina, donde por lo general aún no llegó el Estado.
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Señor Presidente, como Sociólogo y Politólogo,
Docente Universitario, muy respetuoso de los trabajos publicados, debo
expresarle que comparto íntegramente con las expresiones del respetable
Politólogo Ernesto Ottone, cuando
expresa “si bien las democracias
electorales se hallan fuertemente extendidas, su consistencia es aún frágil,
los poderes no están debidamente balanceados y las instituciones continúan
siendo precarias y poco inclusivas”. Las
democracias actuales en A.L, se parecen mucho a un gigantesco edificio de 50
pisos, pero con cimientos y columnas propias para una vivienda dos pisos. Al menor
movimiento que se produzca, lo primero que hacen hoy los gobiernos
que trabajan a espaldas del pueblo que los eligió, es su alianza con el poder
de los medios de comunicación y desde ahí iniciar una política de arrasamiento
de derechos y si no puede vencerlos, entonces está disponible su aparente “llave maestra”, CRIMINALIZAR A LOS CONFLICTOS SOCIALES, que no son sino Nuevos Actores
Sociales, que vienen desde los pueblos originarios, las comunidades
históricas, o en las ciudades, grupos de desempleados, sub-empleados,
migrantes, madres sin trabajo, juventud totalmente abandonada por los gobiernos con sus políticas neoliberales o
universitarios cansados que el Estado retiró su apoyo y responsabilidad en
la Educación Superior. Mire Chile - o
México con el “Yo soy 132” – con su poderoso movimiento universitario,
hoy transformado en semillero Líderes sociales y políticos.
El poderoso Movimiento Universitario chileno, un ejemplo de lucha social por mejorar la educación y cambiar el sistema.
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Finalmente, considero – y espero estar equivocado -
que una información muy “oculta” nos brinda la estadística oficial sobre el
crecimiento económico en América Latina,
pero otra es la realidad que si Ud. mira hacia ella se encontrará que hoy es el continente de mayor – expansión y
profundidad – DESIGUALDAD ECONÓMICO SOCIAL, y el continente tesoro de la Reina, para las corporaciones
transnacionales, porque sus territorios hoy guardan el más grande tesoro
Imperial de recursos
naturales, biodiversidad y Conocimientos ancestrales, materia prima
estratégica para posicionar su nuevo modelo de acumulación mundial del
capitalismo. Entonces surge la gran
Pregunta-Respuesta es: Debemos obligadamente estar Unidos en A.L. La
Integración Continental Democrática, Soberana es la tarea y responsabilidad
estratégica más importante. Fortalecer y Consolidar política e
institucionalmente UNASUR y el CELAC.
Ese es el camino correcto para trabajar en Bloque regional en Nuestra América, frente a la globalización, la crisis sistémica
y las nefastas, salvajes y criminales políticas que hoy impone en el mundo el
neoliberalismo.
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En
un encuentro en Francia con los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de
Brasil, y Ricardo Lagos, de Chile, así como del director de la Casa de América
Latina, Alain Rouquié, analizando problemáticas de América Latina.
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AMÉRICA LATINA EN LA GLOBALIZACIÓN.
“OBSERVATORIO GLOBAL”
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La
República martes 21 de mayo del 2013.
Leonel
Fernández
Santo
Domingo
La reflexión se produjo en París,
en el Coloquio Internacional Pensamiento Global, con motivo de celebrarse
el cincuenta aniversario de la Fundación Maison des Sciences de l’Homme, un
prestigioso centro de pensamiento estratégico francés, dirigido por el
destacado sociólogo Michel Wieviorka.
Allí nos encontrábamos junto a los ex presidentes Fernando Henrique
Cardoso, de Brasil, y Ricardo Lagos, de Chile, así como del director de
la Casa de América Latina, Alain Rouquié, un internacionalmente reconocido
estudioso de los problemas de América Latina.
Igualmente se encontraba Ernesto Ottone, un connotado politólogo
chileno, actualmente coordinador de la Cátedra sobre América Latina y la
Globalización del Colegio de Estudios Globales de Francia.
Empezamos por abordar el proceso de transición democrática de América
Latina a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta.
Acordamos que esa transición, la tercera que la región intentaba desde
fines de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, además de factores internos,
estuvo influida por factores externos, como fue el caso de la caída de la
dictadura militar en Grecia, el desplome de los Salazar en Portugal y la muerte
de Franco en España, los cuales dieron origen a procesos de apertura
democrática en esos países.
La influencia de esos procesos en América Latina se produjo, entre otras
razones, por la presencia en Europa, para esa época, de varios exiliados
líderes políticos e intelectuales latinoamericanos, quienes en contacto
con dirigentes de la socialdemocracia y la democracia cristiana europea
empezaron a repensar la lucha política de la región, no en los términos
tradicionales de socialismo versus fascismo, sino de democracia versus dictadura.
Pero, a diferencia de otras regiones del mundo, como es el caso de Asia,
en el que países como Corea del Sur y Taiwán dieron el salto hacia la
democracia a partir de un significativo proceso de desarrollo económico y
social, en América Latina fue todo lo contrario.
En América Latina, el tránsito hacia la democracia se produjo cuando las
dictaduras militares, además de carecer de legitimidad política, por sus
constantes abusos de los derechos humanos, se evidenciaron incapaces de superar
la crisis económica de la época, caracterizada por altos déficits
presupuestarios, desempleo e inflación.
Ese hecho, según pudo analizarse en el panel, constituyó un aporte
singular de América Latina al proceso
global de la democratización, descrito por el eminente politólogo
estadounidense, profesor de la
Universidad de Harvard, Samuel Huntington, como “la tercera ola de la
democracia”.
De manera paradójica, al ser la transición
de América Latina a la democracia, no el resultado del progreso económico y
social, sino al revés, la consecuencia de la combinación de una crisis
económica, social y política, la misma coincidió con lo que la CEPAL denominó como la década pérdida de América Latina.
La persistencia de la crisis económica y social durante los años
ochenta, condujo a muchos sectores a dudar de las ventajas del sistema
democrático. En distintas encuestas, especialmente en las de Latinobarómetro, se reflejaba el
desencanto con los nuevos gobiernos civiles electos, la desilusión con la
democracia y hasta la voluntad de retroceder a un pasado autoritario si se
garantizaba el derecho al pan.
Para solucionar esa crisis fue cuando se propuso el Consenso de Washington, que conforme al criterio de los
integrantes del panel, constituyó un conjunto de medidas que procuraban el
reordenamiento del gasto público, la privatización de empresas públicas, la
eliminación de barreras a las inversiones extranjeras directas, la
desregulación de los mercados y la liberalización de las finanzas y el
comercio.
Organismos internacionales.
Promovidas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la
Organización Mundial del Comercio, no sólo en América Latina sino a escala
global, la aplicación de esas medidas, si bien contribuyeron a superar la
anterior etapa de desequilibrios e hiperinflación, no garantizaron un
crecimiento económico sostenido ni contribuyeron a reducir la pobreza y la
desigualdad social.
Como resultado de esa situación es que, conforme al criterio compartido
de los expositores, América Latina, a
partir del 2002, entró en una tercera etapa de desarrollo económico y
social, que esta vez sí alcanzó significativos
niveles de crecimiento.
Claro está, esos sostenidos y notables niveles de crecimiento económico
fueron logrados debido a la creciente
demanda de China de materias primas de distintos países de la región. De
esa manera, los astronómicos índices de crecimiento alcanzados por la economía
china se convirtieron en la locomotora que
impulsaba la economía latinoamericana durante la primera década del siglo XXI.
Una innovación latinoamericana durante esa reciente etapa de crecimiento económico fue el no considerar que ese crecimiento por
sí mismo sería una fuente de prosperidad y bienestar para la población. Por primera vez en la región se
aplicaron políticas proactivas de carácter social, como las de transferencia
condicionada de recursos y el combate al hambre, que se tradujeron en
resultados tangibles y medibles de reducción de la pobreza y mejoría de la
calidad de vida.
La interrogante que quedó flotando en el ambiente intelectual parisino,
reunido en el auditorio de la Casa de
América de América Latina, era si aquel crecimiento espectacular alcanzado
a lo largo de una década sería
sostenible para la región.
La respuesta no se hizo esperar: lo sería en la medida en que se
realizase una transformación productiva. En caso de que esa transformación no
pudiese materializarse, entonces América
Latina no tendría un futuro promisorio.
La transformación a la que se hace referencia implica el proceso de cambio o conversión de las
materias primas o recursos naturales en bienes industriales con mayor valor
agregado, con lo cual se multiplica la capacidad de generación de riqueza.
Con respecto a la crisis financiera
y económica global, iniciada en el 2008, se determinó que por vez primera
también en la historia, la región pudo eludir ser afectada por un fenómeno
financiero de la magnitud del que todavía hoy se extiende por diversas
economías del mundo.
A pesar de la severidad de la crisis, en América Latina ningún banco
quebró, y si de alguna manera el crecimiento disminuyó, fue fruto del
desplome del comercio internacional, que, a su vez, hizo caer los ingresos
fiscales y, por vía de consecuencia, los niveles de inversión pública.
Pero, por demás, la manera en que la región logró sortear el peligro, prueba la eficacia de las reformas
financieras realizadas con anterioridad a la crisis, el nivel de
resistencia de sus economías y la capacidad de aplicación de políticas contra
cíclicas.
En cuanto a los retos o desafíos que enfrenta la
zona, se estimó, en palabras de Ernesto
Ottone, que “si bien las democracias
electorales se hayan fuertemente extendidas, su consistencia es aún frágil, los
poderes no están debidamente balanceados y las instituciones continúan siendo
precarias y poco inclusivas”.
De igual manera, los niveles de
desigualdad en la distribución del ingreso se encuentran entre los
más altos del mundo; y el grado de
violencia generado por el narcotráfico y el crimen transnacional
organizado, constituye en la actualidad una de las principales preocupaciones
de la ciudadanía.
CELAC. (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe).
A pesar de eso, sin embargo, América Latina puede presentar como aportes, en el
marco de la globalización, su esfuerzo
de integración regional mediante la creación, por vez primera, de una institución que se erige como la
legítima representante de todos los países del área: la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC).
Las relaciones internacionales se han diversificado y extendido
a países y regiones del mundo con los cuales se tenía escasa relación. El Brasil forma parte de un grupo de
economías emergentes conocido como BRICS,
integrado, además, por Rusia, India, China y África del Sur.
Más aún, Brasil,
conjuntamente con México y Argentina,
son miembros, a su vez, del poderoso G-20,
creado a raíz de la crisis financiera global, en el 2008, con lo cual se le
reconoce importancia y peso específico como potencias regionales.
Hay matices diversos en la forma de conducción de la política en cada
uno de los países. Los hay desde corte
conservador, izquierda
moderada y nacionalista popular. Pero lo más importante es que,
salvo Colombia, no hay conflictos
armados en la región, y todas las controversias se resuelven por vía pacífica.
El encuentro de intelectuales en la Casa
de América Latina en París sirvió para poner a la región en el corazón del
debate sobre la globalización. Para el futuro, ya la Cátedra sobre América Latina y la Globalización del Centro de
Estudios Globales de la Maison des Sciences de l’Homme, anuncia nuevos diálogos,
conferencias, paneles e investigaciones.
Procuraremos que la República Dominicana, lugar por donde empezó el
diálogo entre civilizaciones, siempre esté presente.
El autor es ex presidente de la República.
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