miércoles, 22 de mayo de 2013

PARÍS. COLOQUIO INTERNACIONAL. AMÉRICA LATINA EN LA GLOBALIZACIÓN.

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SEÑOR PRESIDENTE. AMÉRICA LATINA EN LA GLOBALIZACIÓN.- Interesante resumen del Coloquio Internacional Pensamiento Global, por la calidad de los expositores, asistentes, intelectuales, políticos y el prestigio  académico mundial que tiene la  Casa de América Latina en París. Señor Presidente de acuerdo con el enfoque y análisis que realiza en el presente trabajo – que no es el primero que leo de su producción -. Su visión de la globalización, y su carácter multidimensional, en la estructura del proceso es importante el ámbito que Ud., pone, bastante énfasis dialéctico sobre la Democracia, sin embargo a nivel de A.L. hay un vacío que definitivamente marca una inflexión en el proceso político continental y que no es analizado por la mayoría de Politólogos, Sociólogos y Políticos; el año 80 al recuperar la democracia, derrotadas las dictaduras por los movimientos sociales históricos anti-capitalistas y anti-dictaduras – protagonistas actores sociales y políticos – todos los países al caer en dictaduras a finales de los 60’ – después del Cordobazo – no teníamos el mismo tipo de sistema político. En el área andina la “democracia” era precaria y no existente –aún tenían vigencia muy fuerte las oligarquías terratenientes tradicionales.

ecuperada la democracia en los 80’ hacia donde nos dirigimos, que tipo de gobierno asumimos y encima se nos presenta, -se mantienen- fuertemente posicionados todas las lacras que nos dejan las dictadurasdeuda externa, violación sistemática de los DD.HH., ausencia de instituciones, estado de derecho casi inexistente, derechos sociales – educación, salud, servicios públicos – atrasados e inservibles en su mayoría, trabajo-empleo- salarios los más bajos, informalidad – atraviesa todo el sistema estructural – corrupción, - en el horizonte ya están los Paraísos Fiscales - ausencia de liderazgo, derechos de la mujer y las minorías étnicas, absolutamente olvidados, excluidos o marginados desde el Estado, y lo peor la estructura de lo que fue el “aparato productivo”, en parte dinamizado por los años del proceso “Cepaliano” o la sustitución de la importaciones se encontraba en situación “cadavérica”. Todo esta realidad si la sumamos dialécticamente nos encontramos con la “famosa” Década Perdida de los 80’. Y encima se nos viene el “bulldozer” – bárbaro, salvaje y criminal - de las políticas neoliberales del Consenso de Washington. En Perú las políticas que aplicó el gobierno de Fujimori, fueron realmente criminales contra los derechos sociales, laborales y políticos del pueblo peruano. Y la dictadura el 2,000 terminó derrotado por el pueblo después de la “Histórica Marcha de los Cuatro Suyos”.



La pobreza, el abandono de la niñez, adolescencia y juventud es muy común en varios países de América Latina, donde por lo general aún no llegó el Estado.
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Señor Presidente, como Sociólogo y Politólogo, Docente Universitario, muy respetuoso de los trabajos publicados, debo expresarle que comparto íntegramente con las expresiones del respetable Politólogo Ernesto Ottone, cuando expresa “si bien las democracias electorales se hallan fuertemente extendidas, su consistencia es aún frágil, los poderes no están debidamente balanceados y las instituciones continúan siendo precarias y poco inclusivas”. Las democracias actuales en A.L, se parecen mucho a un gigantesco edificio de 50 pisos, pero con cimientos y columnas propias para una vivienda dos pisos. Al menor  movimiento que se produzca, lo primero que hacen hoy los gobiernos que trabajan a espaldas del pueblo que los eligió, es su alianza con el poder de los medios de comunicación y desde ahí iniciar una política de arrasamiento de derechos y si no puede vencerlos, entonces está disponible su aparente “llave maestra”, CRIMINALIZAR A LOS CONFLICTOS SOCIALES, que no son sino Nuevos Actores Sociales, que vienen desde los pueblos originarios, las comunidades históricas, o en las ciudades, grupos de desempleados, sub-empleados, migrantes, madres sin trabajo, juventud totalmente abandonada por los gobiernos con sus políticas neoliberales o universitarios cansados que el Estado retiró su apoyo y responsabilidad en la Educación Superior. Mire Chile  - o México con el “Yo soy 132” – con su poderoso movimiento universitario, hoy transformado en semillero Líderes sociales y políticos. 



El poderoso Movimiento Universitario chileno, un ejemplo de lucha social por mejorar la educación y cambiar el sistema.
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Finalmente, considero – y espero estar equivocado - que una información muy “oculta” nos brinda la estadística oficial sobre el crecimiento económico en América Latina, pero otra es la realidad que si Ud. mira hacia ella se encontrará que hoy es el continente de mayor – expansión y profundidad – DESIGUALDAD ECONÓMICO SOCIAL, y el continente tesoro de la Reina, para las corporaciones transnacionales, porque sus territorios hoy guardan el más grande tesoro Imperial de recursos naturales, biodiversidad y Conocimientos ancestrales, materia prima estratégica para posicionar su nuevo modelo de acumulación mundial del capitalismo. Entonces surge la gran Pregunta-Respuesta es: Debemos obligadamente estar Unidos en A.L. La Integración Continental Democrática, Soberana es la tarea y responsabilidad estratégica más importante. Fortalecer y Consolidar política e institucionalmente UNASUR y el CELAC. Ese es el camino correcto para trabajar en Bloque regional  en Nuestra América, frente a la globalización, la crisis sistémica y las nefastas, salvajes y criminales políticas que hoy impone en el mundo el neoliberalismo.
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En un encuentro en Francia con los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y Ricardo Lagos, de Chile, así como del director de la Casa de América Latina, Alain Rouquié, analizando problemáticas de América Latina.
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AMÉRICA LATINA EN LA GLOBALIZACIÓN.
“OBSERVATORIO GLOBAL”
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La República martes 21 de mayo del 2013.

Leonel Fernández

Santo Domingo



La reflexión se produjo en París, en el Coloquio Internacional Pensamiento Global, con motivo de celebrarse el cincuenta aniversario de la Fundación Maison des Sciences de l’Homme, un prestigioso centro de pensamiento estratégico francés, dirigido por el destacado sociólogo Michel Wieviorka.
Allí nos encontrábamos junto a los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, y Ricardo Lagos, de Chile, así como del  director de la Casa de América Latina, Alain Rouquié, un internacionalmente reconocido estudioso de los problemas de América Latina.
Igualmente se encontraba Ernesto Ottone, un connotado politólogo chileno, actualmente coordinador de la Cátedra sobre América Latina y la Globalización del Colegio de Estudios Globales de Francia.
Empezamos por abordar el proceso de transición democrática de América Latina a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta. Acordamos que esa transición, la tercera que la región intentaba desde fines  de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, además de factores internos, estuvo influida por factores externos, como fue el caso de la caída de la dictadura militar en Grecia, el desplome de los Salazar en Portugal y la muerte de Franco en España, los cuales dieron origen a procesos de apertura democrática en esos países.
La influencia de esos procesos en América Latina se produjo, entre otras razones, por la presencia en Europa, para esa época, de varios exiliados líderes políticos e intelectuales latinoamericanos,  quienes en contacto con dirigentes de la socialdemocracia y la democracia cristiana europea empezaron a repensar la lucha política de la región, no en los términos tradicionales de socialismo versus fascismo, sino de democracia versus dictadura.
Pero, a diferencia de otras regiones del mundo, como es el caso de Asia, en el que países como Corea del Sur y Taiwán dieron el salto hacia la democracia a partir de un significativo  proceso de desarrollo económico y social, en América Latina fue todo lo contrario.
En América Latina, el tránsito hacia la democracia se produjo cuando las dictaduras militares, además de carecer de legitimidad política, por sus constantes abusos de los derechos humanos, se evidenciaron incapaces de superar la crisis económica de la época, caracterizada por altos déficits presupuestarios, desempleo e inflación.
Ese hecho, según pudo analizarse en el panel, constituyó un aporte singular de América Latina al proceso global de la democratización, descrito por el eminente politólogo estadounidense, profesor de la Universidad de Harvard, Samuel Huntington, como “la tercera ola de la democracia”.
De manera paradójica, al ser la transición de América Latina a la democracia, no el resultado del progreso económico y social, sino al revés, la consecuencia de la combinación de una crisis económica, social y política, la misma coincidió con lo que la CEPAL denominó como la década pérdida de América Latina.
La persistencia de la crisis económica y social durante los años ochenta, condujo a muchos sectores a dudar de las ventajas del sistema democrático. En distintas encuestas, especialmente en las de Latinobarómetro, se reflejaba el desencanto con los nuevos gobiernos civiles electos, la desilusión con la democracia y hasta la voluntad de retroceder a un pasado autoritario si se garantizaba el derecho al pan.
Para solucionar esa crisis fue cuando se propuso el Consenso de Washington, que conforme al criterio de los  integrantes del panel, constituyó un conjunto de medidas que procuraban el reordenamiento del gasto público, la privatización de empresas públicas, la eliminación de barreras a las inversiones extranjeras directas, la desregulación de los mercados y la liberalización de las finanzas y el comercio.
Organismos internacionales.
Promovidas por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, no sólo en América Latina sino a escala global, la aplicación de esas medidas, si bien contribuyeron a superar la anterior etapa de desequilibrios e hiperinflación, no garantizaron un crecimiento económico sostenido ni contribuyeron a reducir la pobreza y la desigualdad social.
Como resultado de esa situación es que, conforme al criterio compartido de los expositores, América Latina, a partir del 2002, entró en una tercera etapa de desarrollo económico y social, que esta vez sí alcanzó significativos niveles de crecimiento.
Claro está, esos sostenidos y notables niveles de crecimiento económico fueron logrados debido a la creciente demanda de China de materias primas de distintos países de la región. De esa manera, los astronómicos índices de crecimiento alcanzados por la economía china se convirtieron en la locomotora que impulsaba la economía latinoamericana durante la primera década del siglo XXI.
Una innovación latinoamericana durante esa reciente etapa de crecimiento económico fue el no considerar que ese crecimiento por sí mismo sería una fuente de prosperidad y bienestar para la población. Por primera vez en la región se aplicaron políticas proactivas de carácter social, como las de transferencia condicionada de recursos y el combate al hambre, que se tradujeron en resultados tangibles y medibles de reducción de la pobreza y mejoría de la calidad de vida.
La interrogante que quedó flotando en el ambiente intelectual parisino, reunido en el auditorio de la Casa de América de América Latina, era si aquel crecimiento espectacular alcanzado a lo largo de una década sería sostenible para la región.
La respuesta no se hizo esperar: lo sería en la medida en que se realizase una transformación productiva. En caso de que esa transformación no pudiese  materializarse, entonces América Latina no tendría un futuro promisorio.
La transformación a la que se hace referencia implica el proceso de cambio o conversión de las materias primas o recursos naturales en bienes industriales con mayor valor agregado, con lo cual se multiplica la capacidad de generación de riqueza.
Con respecto a la crisis financiera y económica global, iniciada en el 2008, se determinó que por vez primera también en la historia, la región pudo eludir ser afectada por un fenómeno financiero de la magnitud del que todavía hoy se extiende por diversas economías del mundo.
A pesar de la severidad de la crisis, en América Latina ningún banco quebró, y si de alguna manera el crecimiento disminuyó, fue fruto del desplome del comercio internacional, que, a su vez, hizo caer los ingresos fiscales y, por vía de consecuencia, los niveles de inversión pública.
Pero, por demás, la manera en que la región logró sortear el peligro, prueba la eficacia de las reformas financieras realizadas con anterioridad a la crisis,  el nivel de resistencia de sus economías y la capacidad de aplicación de políticas contra cíclicas.
En cuanto a los retos o desafíos que enfrenta la zona,  se estimó, en palabras de Ernesto Ottone, que “si bien las democracias electorales se hayan fuertemente extendidas, su consistencia es aún frágil, los poderes no están debidamente balanceados y las instituciones continúan siendo precarias y poco inclusivas”.
De igual manera, los niveles de desigualdad en la distribución del ingreso se encuentran  entre los más altos del mundo; y el grado de violencia generado por el narcotráfico y el crimen transnacional organizado, constituye en la actualidad una de las principales preocupaciones de la ciudadanía.
CELAC. (Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe).

A pesar de eso, sin embargo, América Latina puede presentar como aportes, en el marco de la globalización, su esfuerzo de integración regional mediante la creación, por vez primera, de una institución que se erige como la legítima representante de todos los países del área: la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC).
Las relaciones internacionales se han diversificado y extendido a países y regiones del mundo con los cuales se tenía escasa relación. El Brasil forma parte de un grupo de economías emergentes conocido como BRICS, integrado, además, por Rusia, India, China y África del Sur.
Más aún, Brasil, conjuntamente con México y Argentina, son miembros, a su vez,  del poderoso G-20, creado a raíz de la crisis financiera global, en el 2008, con lo cual se le reconoce importancia y peso específico como potencias regionales.
Hay matices diversos en la forma de conducción de la política en cada uno de los países. Los hay desde corte conservador,  izquierda moderada y  nacionalista  popular. Pero lo más importante es que, salvo Colombia, no hay conflictos armados en la región, y todas las controversias se resuelven por vía pacífica.
El encuentro de intelectuales en la Casa de América Latina en París sirvió para poner a la región en el corazón del debate sobre la globalización. Para el futuro,  ya la Cátedra sobre América Latina y la Globalización del Centro de Estudios Globales de la Maison des Sciences de l’Homme, anuncia nuevos diálogos, conferencias, paneles e investigaciones.
Procuraremos que la República Dominicana, lugar por donde empezó el diálogo entre civilizaciones, siempre esté presente.
El autor es ex presidente de la República. 
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