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Los movimientos sociales, se
consideró que eran “patrimonio” político de la izquierda y en general de los
sectores progresistas
o simplemente de los sectores sociales contestatarios, pero sin embargo, ya habíamos
registrado en la historia a los largo de los treinta años de dominio hegemónico
del neoliberalismo, Concretamente en los
años 90’ el escritor y novelista Vargas Llosa en Perú dirigió y condujo un
movimiento de derecha y ultra-derecha política el FREDEMO que representaba una oposición política a todos los
sectores nacionalistas, progresistas y aún quedaba como sobrevivencia social y política
de la izquierda. Pero lo que el domingo
26 de ha visto en las calles de Francia, es simplemente que la derecha y la
ultraderecha copió absolutamente toda la metodología política contestataria u
oposicionista de la izquierda. Ha
comenzado a ocupar con violencia las principales instituciones representativas
y peor aún ha iniciado todo un movimiento de protesta de la derecha francesa,
ocupando calles y plazas públicas – misma metodología de la izquierda y
sectores progresistas, incluso han ido mucho más allá ha levantado consignas homofóbicas y xenofóbicas construyendo
el Movimiento XH, (xenófobos y homofóbicos)
y supuestamente por esas característica culturales, sociales, étnicas han sido
excluidos y marginados millones de ciudadanos. Han sistematizado todo el movimiento derechista y ultra derecha en el movimiento IDENTITARIO - Francia solo para los GALOS -. los demás grupos y poblaciones étnicas minoritarias para estos derechistas no tienen porvenir en Francia. Pero han seguido caminando ante la incertidumbre y crisis política del gobierno del Señor Hallande, que en menos de un año traicionó sus principios frente a la crisis - se dejó comer políticamente por la Canciller Alemana Sra Ángela Merkel - con sus políticas de austeridad y su gobierno de la Troika financiero-político, que han fracasado absolutamente. Hoy en Francia en calles y plazas públicas tomadas - capturadas - por la derecha, parte del movimiento político ultra-derechista de Le Pen y derechista de Sarkozi, y también los ultra-conservadores de la iglesia católica opuestos al matrimonio gays así como a todo tipo de migración continental, porque según ellos en Francia sólo hay cabida para los franceses, pero franceses Galos. Cuidado con este movimiento y sus consignas anti- revolución universitaria de París 68' y los grandes planteamiento y reivindicaciones que se consiguió en el mundo posterior a la Gran Revolución universitaria.
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La nueva derecha francesa y su movilización anti-gay , homofóbica y xenofóbica.
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Marcha homófoba del anti Mayo francés
Tomaron la calle con el pretexto de su
repulsión al matrimonio Gay, pero van más allá.
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En París, la masiva marcha contra el matrimonio gay
no es más que la representación de un movimiento de derechas que adopta los
símbolos del Mayo del ’68 para vaciarlos de sentido y llenarlos con ideales
propios.
Eduardo Febbro
Desde París. Página /12 lunes 27 de mayo del 2013.
Una última manifestación
contra la ley sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo promulgada a
mediados de mayo vuelve a poner en escena al movimiento reaccionario francés
que nació a la par de la ley. Divididos en varios grupos compuestos por
católicos integristas, conservadores radicales, neonazis, miembros de la
ultraderecha francesa, descontentos con el socialismo en el poder y defensores
de la familia, los opositores a la ley han logrado sacar a la calle a centenas
de miles de personas: su blanco central no es sólo la ley en sí sino, sobre
todo, los valores que inundaron la sociedad
francesa desde el ’68. A su manera ideológicamente contraria pero con los
mismos métodos, los adversarios del matrimonio gay impugnan la herencia de
valores y costumbres derivada de las protestas estudiantiles de Mayo del ‘68.
Para ellos, la legalización del casamiento entre personas de un mismo sexo es
el eslabón más inaceptable de lo que consideran como la “cadena de permisividad” que hace 45 años, el mayo francés difundió
en la sociedad. Con el argumento inmediato de la ley pero con Mayo del ’68 como modelo por destruir han conseguido asentar un
movimiento que suele tener picos violentos con espantosas golpizas a los
homosexuales, destrucción de locales gay, hostigamiento a los diputados que
defienden la ley y ocupaciones no menos violentas de calles y avenidas. El domingo 26 de mayo, el Bloque Identitario,
uno de los grupúsculos de la extrema derecha que componen el arco XH, o sea, xenófobos y homófobos, alcanzó a ocupar la sede del Partido
Socialista francés y desplegar una banderola pidiendo la renuncia del
presidente socialista François Hollande. Como en otras
ocasiones, los anti matrimonio igualitario reunieron en París entre 150.000 y
un millón de personas. La disparidad de las cifras depende de quién las
enuncia: la policía o los organizadores de la convocatoria.
Hay hoy una
contrarrevolución conservadora. Guillaume Peltier, vicepresidente del
partido conservador UMP (fundado por el ex presidente Nicolas Sarkozy), no duda
en pronosticar: “45 años después asistimos a un Mayo del ’68 de derecha”. Lo
primero que resalta es la metodología de la acción. Los integristas copian el estilo
de los slogans del ’68 y los dan
vuelta para usarlos en contra. Ocupación de lugares de forma esporádica,
carteles con tipografía, dibujos o humor similares, frases parecidas pero
envueltas en otro sentido muestran cómo la revolución
marrón se apodera de los símbolos para reactualizarlos con su mensaje. Lo
mismo hicieron con el enunciado central de la ley, que se llama “el matrimonio para todos”. El grupo
más importante de oposición al texto se puso como nombre “La Manifestación para todos” (La Manif pour tous). La carga es un
espejo al revés. Alain Scada, presidente del instituto Civitas, dice: “el acto homosexual es un pecado, el
matrimonio homosexual, una parodia”. Civitas
es una asociación católica integrista, de extrema derecha, cercana a la Fraternidad
Sacerdotal de Pío XI. También es uno de los núcleos más duros y el protagonista
de acciones en la calle como las misas celebradas en la puerta de la Asamblea
Nacional. Con el correr de los meses muchos de los movimientos en torno a los
cuales se plasmó la armadura de esta contra revolución se fueron radicalizando
y ampliando sus ambiciones. Así surgió la rama más radical, “La primavera francesa “. La portavoz
de esta mezcla de todo lo que hay de extremo, Béatriz Bourges, reconoce que “estamos más a favor de acciones
transgresivas”. Estos reaccionarios contemporáneos imitan con rigurosa
pulcritud los comunicados de los grupos o líderes revolucionarios. El Che Guevara se restregaría los ojos
si leyera frases como “hasta la
victoria”, o “al alba del combate”
emitidas por un movimiento ultra reaccionario. Pero es así. La radicalización y
las amenazas proferidas por este grupúsculo es tal que el ministro francés de
Interior, Manuel Vals, quiere prohibirlo. Las manifestaciones con máscaras
graciosas y ropa extravagante perdieron protagonismo detrás de la violencia. La
barrera de lo tolerable empezó temblar a tal punto que un diputado de la
derechista UMP, Hervé Maritón,
advirtió: “A partir de cierto momento, la
intensidad de las reivindicaciones puede sobrepasar las reglas del juego
democrático y nuestra capacidad a contener el debate”.
Debate, de hecho, ya no
hay más. La ley promovida por la ministra de Justicia Christiane Taubira ya entró en vigor pero sus adversarios
prosiguen la guerrilla social y sin límites. En estos días apareció una cuenta
en Twitter que se llama “un mundo sin
gays” y cuya lectura es un balcón de primera clase con vista a la selva del
odio y la homofobia. El casamiento gay es el objeto visible de un
cuestionamiento más profundo y de un ataque frontal contra Mayo del ’68 ya iniciado por el ex presidente Nicolas Sarkozy hace 6 años atrás. Respaldada por la Iglesia y los curas que fomentan la
revuelta entre telones, la rama radical opuesta al matrimonio gay se propone lo
mismo que el Mayo francés, pero al revés. La
historiadora Ludivine Bantigny
destaca al respeto: “hoy, quienes
intentan reiterar la ocupación de la Sorbona recuperan lo simbólico pero
rechazan el origen político”. Para ellos, Mayo del ’68 significa relativismo, hedonismo, súper consumo,
nihilismo, perversión de la familia y, por sobre todas las cosas, el fin de la civilización occidental, o
sea, el término de la dominación cultural
del “blanco y el comienzo de sociedades contaminadas por la diversidad”
La juventud francesa derechista también viste de rojo e invade las calles y plazas públicas para hacer escuchar su protesta y recurre a la violencia política.
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La líder del movimiento La manifestación para
todos, Frigide Barjot (su nombre es
un juego de palabras que significa frígida y piantada), postuló la ambición
global de las protestas: “invertimos el
libertarismo de 1968 para decirle no al ultraliberalismo aplicado a los seres
humanos”. La misma Frigide Barjot sufrió las consecuencias de la contra
reacción. Ella, que lideró la
protesta, tuvo que retirarse a último momento por las amenazas de muerte que
recibió por haber defendido una opción más suave de la unión entre gays.
Mayo del ’68 está en todos los labios como entidad
referente que es preciso a la vez imitar, citar y destruir. El cóctel final es
lo que el historiador François Cusset
llama “el antiprogresismo”. El mismo constata que el éxito del movimiento
reaccionario no es en nada ajeno al abandono de la calle por parte de la
izquierda y a la actitud global de una izquierda de gobierno “más preocupada por la austeridad
presupuestaria y el rigor de la seguridad que la más liberal de las derechas”.
La
filósofa e historiadora de las ideas Chantal
Delsol escribió en un artículo publicado por el vespertino Le Monde que “esta corriente es portadora
de futuro”. Tal vez porque en ella no hay únicamente fachos o católicos
integristas sino también un montón de gente venida de horizontes más neutros
que encontraron en este movimiento un canal para expresar el repudio al poder
actual, a la desilusión que suscitó y a la carga corrupta de que está compuesta
la sociedad contemporánea. La bronca se concentra principalmente en el Ejecutivo
y los periodistas, acusados de servir los intereses del poder. Un mundo al
revés. Las escenas vistas este 26 de
mayo en París ofrecían la misma sucesión de imágenes que las
manifestaciones convocadas antaño por la izquierda contra el liberalismo: vidrios
rotos, columnas de humo, miles de policías movilizados, gases lacrimógenos,
enfrentamientos duros con las fuerzas del orden. Sólo cambiaron los protagonistas: ya no son obreros, sindicalistas,
indignados o militantes de movimientos progresistas y alternativos. Eran las fuerzas de
la reacción las que hicieron temblar los adoquines del Mayo francés del siglo
XXI.
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