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Teivainen subrayó que hay un cambio estructural en
el Viejo Continente y afirmó que los europeos comienzan a mirar posibles
futuros, “ya no ensimismados pensando que
son la punta del desarrollo. Miran a ver qué han hecho los demás. Qué hizo Argentina con la renegociación de
su deuda, qué hicieron en las fábricas tomadas para poner en marcha ciertos
tipos de modelos comunitarios de crear empresa. Miran las redes globales de trueque y qué hacen en los municipios de
Brasil para politizar un poco lo
económico, para abrir procesos de participación popular”, reflejó. Sobre el
incremento de la protesta social que, entre otras cuestiones, generó movimientos
como Occupy
en Estados Unidos e Indignados en Europa, el especialista sostuvo que son
una expresión de la crisis y del problema
de la legitimidad de la democracia. “Uno
de los temas es hasta qué punto de ahí surgen alternativas institucionales para salir de la crisis,
más allá de la denuncia”, planteó.
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“América
latina ha llegado a ser vista como una región que marca pautas en política y
economía.” Expresó el Dr. Teivo Teivainen, catedrático de la Universidad de Helsinki, Finlandia.
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UNIÓN EUROPEA:
“Cambió la mirada hacia América latina”.
Habla Teivo
Teivainen, Catedrático en Política Mundial, de la Universidad de Helsinki.
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“La entrada de los países
latinoamericanos en los escenarios de la política mundial significó cierta
democratización en los imaginarios políticos que tienen los actores, sean
Estado, movimientos sociales o empresas”, dijo.
Romina Lascano.
Página /12 miércoles 15 de
mayo del 2013.
El bloque regional
sudamericano ha llegado a ser considerado un sector que marca pautas en
política y economía política internacionales. Lo asegura Teivo Teivainen, catedrático en política mundial de la Universidad de
Helsinki, Finlandia, y director
fundador del programa Democracia y Transformación Global de la Universidad de
San Marcos, Perú. De visita en la Argentina, analizó las posibilidades de
América latina en medio de la crisis de la Unión
Europea (UE) y dijo que Europa debe “democratizar la política monetaria”
para superar la crisis. Además, reflexionó sobre el euro, los indignados y la
capacidad de esos movimientos para crear alternativas que modifiquen la
realidad.
Luego de una charla organizada
por el área de Relaciones Internacionales de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (Flacso), en la
que expuso sobre el rol de las empresas transnacionales como actores políticos
de la globalización, el analista finlandés habló en diálogo exclusivo con Página/12 sobre las posibilidades que
tiene América latina a partir de la coyuntura económica mundial. “Poder exportar productos donde ahora hay
mucha demanda, en particular desde China, es favorable para las balanzas
comerciales porque le va bien a un sector importante en el comercio, a la vez
crea estructuras sociopolíticas dentro de los países, crea ciertas pautas donde
los que exportan, los agro-exportadores o los mineros llegan a tener un mayor
control sobre las políticas públicas”, retrató. Teivainen indicó que esto
se contradice con la imagen que se tuvo hasta hace un tiempo sobre la región.
“Que las nuevas políticas económicas con las izquierdas y centroizquierdas en América latina que serían cierto tipo
de desarrollismo donde el Estado tomaría un control más fuerte en la economía,
con la protección, con políticas industrialistas, un poco siguiendo
supuestamente recomendaciones de los años ’50,
’60. Esa idea de políticas nacionalistas que crean industrias nacionales
han quedado un poco desplazadas en los análisis que hacen los académicos y en
las prácticas políticas por esa reprimarización
de las economías”, añadió.
El autor de libros como Pedagogía del Poder Mundial y Un dólar, un
voto, hizo hincapié en el cambio de rol de la región. “América latina ha llegado a ser vista como una región que marca pautas
en política y economía política internacional. Antes, si pensaban en la
integración regional, la referencia obvia era la Unión Europea. Ahora existen
procesos de regionalización en América latina, con todas sus contradicciones,
pero como una referencia internacional que significa que desde Africa o desde
Asia ya no miran sólo a Europa. Cada vez más miran a los procesos de
integración en América latina como un posible modelo. Y ahí, la entrada de los
países latinoamericanos en los escenarios de la política mundial significó
cierta democratización en los imaginarios políticos que tienen los actores,
sean Estado, movimientos sociales y empresas, en diferentes partes del mundo.
Eso obviamente es algo positivo”, resaltó.
El académico recordó que
durante la década del ’90 empleaba
el término “latino-americanización de
Europa” cuando el panorama en ambas regiones era diferente y remarcó que
ahora el concepto es algo concreto, de sentido común y ya no tiene tanta
novedad. “Están pasando en Europa
muchas cosas. En los mercados laborales hay una precarización, hay más sector
informal y eso es muy conocido en América latina. En lo cultural, hay un cierto
tipo de mestizaje por los flujos de migración que vienen a Europa y, en eso,
América latina tiene una experiencia rica. En las políticas económicas, es cada
vez más obvio que las agencias que miden la credibilidad de actores estatales
en mercados financieros tienen cada vez más el poder de condicionar las
políticas económicas de los países europeos. Eso los latinoamericanos lo
conocen ya desde hace décadas. Entonces, con esas tres dimensiones, tomando
éstas como ejemplos, en Europa hay un nuevo tipo de mirada hacia América
latina”, argumentó.
Teivainen subrayó que hay un
cambio estructural en el Viejo Continente y afirmó que los europeos comienzan a
mirar posibles futuros, “ya no ensimismados pensando que son la punta del
desarrollo. Miran a ver qué han hecho los demás. Qué hizo Argentina con la
renegociación de su deuda, qué hicieron en las fábricas tomadas para poner en
marcha ciertos tipos de modelos comunitarios de crear empresa. Miran las redes
globales de trueque y qué hacen en los municipios de Brasil para politizar un
poco lo económico, para abrir procesos de participación popular”, reflejó.
Sobre el incremento de la
protesta social que, entre otras cuestiones, generó movimientos como Occupy en
Estados Unidos e Indignados en Europa, el especialista sostuvo que son una
expresión de la crisis y del problema de la legitimid ad de la democracia. “Uno
de los temas es hasta qué punto de ahí surgen alternativas institucionales para
salir de la crisis, más allá de la denuncia”, planteó.
Sin restarle complejidad,
abordó, además, el tema de la moneda única. “El problema mayor del euro es que
el Banco Central Europeo (BCE) fue creado de tal manera que está fuera de
fiscalización democrática. De una manera muy radical. La salida sería
democratizar la política monetaria. Para mí, el tema no es tanto si la política
monetaria está centralizada en el BCE a nivel europeo o en diferentes bancos
centrales nacionales, sino si hay control popular, control democrático de la
política monetaria. Eso es clave”, detalló.
También se refirió al rol de
las empresas transnacionales en ambos bloques regionales. “En América latina,
especialmente en Brasil, donde hay empresas cada vez más poderosas a escala
global, una pregunta interesante es hasta qué punto Petrobras o Vale y el
crecimiento de esas empresas es expresión y puede ser vehículo de una lucha
anticolonial y de más igualdad entre regiones y hasta qué punto van a
reproducir las lógicas de las empresas grandes que antes eran del Norte.”
Mientras tanto, mostró otro panorama para las corporaciones del Viejo
Continente. “El discurso de la responsabilidad social ayudó a las empresas a
mantener cierta legitimidad. Los sindicatos y los movimientos que critican a las empresas no
han podido usar ese discurso para poder regularlas o democratizarlas o evitar
despidos”, concluyó.
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