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Nuestra
Escuela de Sociología este próximo 24 de junio cumple sus BODAS DE ORO. Hace 50 años se apertura en la Universidad
Nacional de San Agustín, Facultad de Letras, la Escuela Profesional de
Sociología. Mis 50 años de permanencia
en la Universidad es el mejor testimonio de una vida como estudiante,
egresado en el Primer Puesto y Tercera Promoción. “Líder Universitario: GENERACIÓN 68”, (París Mayo 68'),
preparé mis Tesis y me Gradué de Bachiller y Sociólogo en 1970. En abril de 1971, ingresé a la Docencia
por Concurso de Méritos y Oposición, primero como contratado y en diciembre de 1974 igual por Concurso Público en calidad de Titular. En 1976 a 1980, asumí la
responsabilidad académica de Coordinador
del Programa de Sociología – así se llamó producto de la Ley 19326 -. Entre
1985 y 1990 fui elegido por dos
veces consecutivas como Director de la
Escuela Profesional de Sociología. Responsabilidad que me permitió en unidad y trabajo con todos los Docentes y Estudiantes de Sociología, asumir
la difícil tarea de Organización del II
Congreso Nacional de Sociología. Arequipa abril 1987 y elegido por cerca de
3 mil asistentes como Presidente del Segundo Congreso Nacional de Sociología.
La
Carrera Profesional de Sociología en sus 50 años de vida académica, con la finalidad de responder a los grandes retos
presentes en la sociedad peruana y regional sur, ha experimentado varias Reformas, desde los 70’ la
creación de los Talleres Industrial y Agrario en respuesta a las exigencias que
venía del proceso de reformas – “revolucionarias”
– del gobierno Militar del General Velasco. Los años 80, producto de asistencia y participación activa de
nuestros docentes y estudiantes en los Congresos
Nacionales de Sociología, ingresamos en una Nueva Reforma Académica, mirando las Teorías en la formación Profesional
Sociológica de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y aplicar la
experiencia en metodología e investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú; igualmente en tiempos de
Democracia y nuestra visión latinoamericana en plena década perdida, tiempos de
populismo, asistencialismo e ingreso del neoliberalismo y las políticas del Consenso de Washington. Durante los
tiempos de la dictadura fujimorista, como Escuela Profesional, como Docentes y
alumnos fuimos el ojo central de la puntería del SIN y las hordas represivas
que amenazaban desde las afueras del Campus Universitario. Recuperada la democracia en el nuevo
milenio, nuevamente para responder a las grandes exigencias de la
descentralización, la regionalización y el proceso político peruano, asumimos
todos conjuntamente Docentes y Alumnos la actual Reforma Académica que está vigente y termina
con los alumnos del Quinto Año. Bodas de Oro de Sociología.
Pachacamac. 2010. Pablo Raúl en compañía de Sociólogos de Universidades Públicas y Privadas en Seminario Nacional organizado por la Red Nacional de las Ciencias Sociales.
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Con motivo de la celebración de las
Bodas de Oro de nuestra Escuela de Sociología,
uno de nuestros ofrecimientos y responsabilidades académicas, fue el compromiso
de forjar la FACULTAD
DE SOCIOLOGÍA Y CIENCIA POLÍTICA – estudios que dejaremos a las nuevas
generaciones – porque como Sociología de aquellos años de nuestros talleres
agrario, industrial, después urbano, sindical, etc. Los 50 años hemos “crecido académicamente”, profesionalmente y en
la coyuntura actual es tarea central nuestra abordar ámbitos cada vez más complejos, múltiples y
polarizados como: Ciencia Política.
Políticas Públicas, Gerencia Social, Medio Ambiente, Planificación, Cultura, Educación,
Salud, Movimientos Sociales, (Conflictos Sociales), Democracia, Sociedad Civil,
Ciudadanía, Liderazgo, Instituciones, Demografía, Descentralización,
Regionalización, Gobernabilidad, Gobernanza, Género, Familia, Seguridad
Ciudadana, Comunicación, Psicología Social, Criminología, Derechos Humanos, Religión,
Arte, Deporte, etc.
Hoy la Sociología a nivel global,
en Universidades Nacionales y Particulares,
entre las mejores por su nivel académico –
Docencia, investigación, publicación, Proyección social, Congresos, Seminarios –
buen posicionamiento en el mundo intelectual, se está trabajando en la formación
Profesional de Nuevos Sociólogos, en contextos sociales, unos que ratifican nuestro
“crecimiento científico” y otros, al
parecer hasta ayer inverosímiles para la
Sociología: Sociología del Cuerpo, del Ocio, del Turismo, Sociología del Pijo, de la Violencia Política, de la Violencia
Urbana, Justicia, Pobreza y Marginalidad, Empresarial, Consumo, Lingüística,
Sociología de las Ciencias, de la Economía, Sociología de las Matemáticas, Sociología Física ( Física Social),
Sociología de la Criminología, Sociología de las Acción Colectiva, Sociología
del Ordenamiento Territorial, así como la síntesis dialéctica de todos los
estudios sociológicos: Sociología de la
Sociología; y hoy como especialidades aplicadas: Técnicas de Investigación
Social Cuantitativa, Técnicas de Investigación Social Cualitativas, Opinión Pública,
estadística aplicada a las Ciencias
Sociales, Evaluación de las Organizaciones y Políticas Públicas, etc. Feliz 50 Años para los estudiantes, egresados,
Profesionales y Docentes de la Escuela de Sociología. Nuestra próxima tarea central forjar la
Facultad de Sociología y Ciencia Política. Feliz Aniversario.
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¿PARA QUÉ SIRVE LA SOCIOLOGÍA?.
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Marx, Durkheim y Weber cavaron el surco para una ciencia que hoy
enfrenta una serie de preguntas que cuestionan y desafían su función. Loa
intelectuales consultados subrayan la necesidad de contar con un instrumento de
análisis capaz de cuestionar y reconstruir las estructuras del medio donde
vivimos.
Revista de Cultura. IDEAS. Ñ. Lunes 20 de mayo del 2013.
Por Marina Oybin.
Por qué desde la sociología a diferencia de otras
disciplinas surgen preguntas del estilo ¿para qué sirve un sociólogo? o ¿cuál
es la utilidad de la propia sociología? Estos interrogantes a su vez
interpelan: ¿Son estas preguntas cíclicas o evidencian un replanteo de posición
de la sociología al interior de las ciencias sociales? Estas son algunas de las
inquietudes que surgieron al leer ¿Para qué sirve la sociología?
(dirigido por Bernard Lahire, y publicado por Siglo Veintiuno Editores), ¿Para
qué sirve realmente un sociólogo? (de François Dubet, de Siglo Veintiuno
Editores), y ¿Qué hacen los sociólogos? (editado por Lucas Rubinich y
Gastón Beltrán, en Aurelia Rivera Libros). Obviamente los autores de estos
libros son de profesión sociólogos.
“La sociología
es como un deporte de combate: se utiliza para defenderse, no para dar golpes
bajos”, la definió Pierre Bourdieu.
Ciencia polifónica, la sociología puede dar
diversas explicaciones de un problema específico según el modelo explicativo en
que se base. Pero, rara avis, está obligada periódicamente a explicar frente al
poder su razón de ser. ¿Por qué dar cuenta de la utilidad de la ciencia? le
consultó Ñ a tres especialistas. “Siempre está en duda la utilidad de
una disciplina cuya ‘funcionalidad’ es ser disfuncional al poder, criticar
estructuras de dominación, escudriñar el origen y la dinámica de la
desigualdad. A la sociología se la cuestiona cuando incomoda”, señala Javier Auyero, desde EE.UU., donde
enseña etnografía, sociología del sufrimiento, y política latinoamericana en la
Universidad de Texas (Austin).
Desde luego, la sociología puede resolver problemas
concretos en ámbitos como la salud o la vida rural y así surgen ramas o campos
de trabajo como sociología de la salud, sociología rural o sociología del
trabajo. Muchas veces, esas miradas no buscan resolver problemas inmediatos,
sino que analizan diversas aristas de una situación y ponen en cuestión todas
las relaciones. “Eso es molesto: una
ciencia que no habla desde el poder, sino sobre el poder es problematizadora.
Preguntarse sobre el poder produce desacomodamientos. Al trabajar contra la
mirada convencional sobre lo social, que es la mirada política que sostiene
determinado orden, la sociología, lo quiera o no, es problematizadora de ese
orden”, dice Lucas Rubinich,
sociólogo, profesor de Sociología de la Cultura y Sociología General en la
Carrera de Sociología (UBA), desde una mirada ligada al núcleo de producción de
conocimiento en autonomía.
Siguiendo a Bernard
Lahire, la sociología tiene tantas más posibilidades de decepcionar o de
contrariar a los poderes cuanto mejor cumpla con su función científica. Esa
función no es servir para algo o para alguien. Pedirle a la sociología que
sirva para algo es una manera de pedirle que sirva al poder. Mientras que su función científica es
comprender el mundo social, comenzando con los poderes. Operación que no es
neutra socialmente. Entre otras razones, porque no existe poder que no deba
una parte –y no la menor– al desconocimiento de los mecanismos que lo fundan.
Por su parte, Ricardo
Sidicaro, investigador del Conicet, especialista en teoría sociológica y
problemas socio políticos de la Argentina, señala que el problema radica en
“que la sociología puede ser cuestionada desde otras disciplinas en sus explicaciones,
pero al mismo tiempo puede ser cuestionada porque algunos hacen ejercicio
ilegal de la sociología, entonces ésta pierde reconocimiento frente a la
sociedad”.
La cuestión del poder
La pregunta que irrumpe es a quién debe responderle
esta serie de interrogantes la sociología como ciencia y práctica concreta. ¿Quién es su interlocutor potencial a la
hora de dar cuentas? Para Javier Auyero,
desde sectores dominantes, y desde el sentido común que muchas veces reproduce
el punto de vista dominante, siempre se pone en duda la tarea intelectual, en
general, la de las ciencias sociales críticas.
“Se le rinde cuentas a otras ciencias competitivas,
y también a una especie de sentido común que cuestiona que la sociedad pueda
ser pensada científicamente”, dice Sidicaro.
Y agrega: “Cualquier poder está montado sobre una especie de mitología:
puede ser que la justicia es ecuánime, que los lideres son infalibles, o que la
democracia representa a todas las personas.
La sociología cuando explica qué es eso, indudablemente se pelea con los
poderes”. Acuñando conceptos del alemán Max
Weber, da un ejemplo: “Si me preguntan qué es un partido político,
digo: un partido político es una asociación organizada para llevar al jefe al
gobierno para repartir prebendas entre sus seguidores”. Y añade:
“Puedo decir que los laboratorios medicinales trabajan para la salud de
la humanidad, o bien puedo decir que los laboratorios medicinales trabajan para
ganar dinero, y que cuando hacen avanzar la ciencia, hasta que no amortizaron
las patentes que tenían, no fabrican los medicamentos de las nuevas patentes. Y
si uno afirma que la escuela en realidad les enseña a algunos chicos lo que
saben y a otros lo que no saben, y por lo tanto perjudica a los más pobres
porque les enseña contenidos que son más adecuados para la clase media, los
maestros se ponen locos: cualquier tesis o cualquier aporte que plantea la
sociología molesta a alguien: es mucho más lindo creer que si sos maestro sos
un funcionario de la cultura”.
Rubinich
coincide:
“La mirada
de la sociología, lo quiera o no lo quiera, interviene en las luchas por las
miradas sobre el mundo. Cuando uno piensa una institución religiosa no como
algo divino sino como una construcción histórica es problemático, sobre todo,
para las instituciones religiosas. Y eso lo puede decir Durkheim, Weber, Marx, entre muchos otros sociólogos clásicos. Es
una intervención indirecta en la lucha política más densa: la lucha por la
imposición de visiones del mundo en una sociedad”.
Por ejemplo, la explicación acerca de por qué se
producen diferencias sociales es un análisis teórico que circula por el campo
científico, pero que tiene consecuencias políticas. Es justamente este tipo de
intervenciones la que genera disputa y cuestiona el papel de la sociología. Se
busca, entonces, redefinir sus objetivos y límites, en términos teóricos y de
praxis. Se trata de acotarla y descalificarla.
Es que en toda relación social hay elipsis y
silencios que ayudan a seguir adelante. Verdades que preferimos ignorar para
que la vida se vuelva soportable. “Por
eso se dice que la sociología es una
ciencia que incomoda. Molesta porque nos dice lo que preferimos no ver. Vivir
juntos supone trabajar sobre el equívoco”, señala Sidicaro. Se trata de una especie de consenso tácito que
incluye omisiones y cegueras para hacer más tolerable la vida en sociedad.
Según François
Dubet, la sociología siempre pone de relieve la distancia que media entre
las representaciones y las realidades, entre los más elevados principios y los
hechos más banales: dejar al desnudo esa distancia es en sí una acción útil.
¿Cuáles son los principales cuestionamientos que se
le hacen a la sociología? “Que no es útil, que no “sirve”, que no cumple
ninguna función –que no cura a nadie, que no construye ningún puente, etcétera–
como si la vara de utilidad fuese solo la racionalidad instrumental”, dice Auyero.
Esta situación lleva a que a veces la sociología se
vea obligada a exacerbar sus recursos técnicos metodológicos provenientes de la
estadística para obtener legitimidad
frente al resto de las ciencias.
La
sociología tiene un campo profesional amplio: desde analizar
las expectativas de distintos nichos para vender una gaseosa hasta intervenir
en políticas públicas.
“Creo –dice Rubinich– que la
sociología tiene una presencia muy importante en el mundo estatal y en el mundo
tecnocrático internacional. En organismos internacionales como el Banco
Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización Internacional
del Trabajo, la Organización Internacional de la Salud, y en ministerios y
organismos estatales en Latinoamérica hay sociólogos trabajando y cumplen una
función relevante”.
En cambio, Sidicaro
señala:
“En la Argentina, pensar que un insumo de mayor racionalidad puede
servir para desarrollar acciones de políticas públicas fue siempre muy pobre
porque está fundado en la lluvia y el precio de los mercados internacionales,
eso es más adecuado para las sociedades industriales con ideología industrial”.
Para Sidicaro, el trabajo de los
sociólogos en sectores de planificación
de políticas públicas no es por sí solo un indicador positivo, sino que es
necesario analizar el impacto real que tienen en el diseño y desarrollo de
políticas sociales específicas. “Los
sociólogos pueden trabajar en muchas esferas, pero la sociología se hace
más fuerte cuando el Estado la legítima
porque considera que el conocimiento sobre lo social es previo a tratar de
intervenir sobre lo social. Pero acá eso no ocurre: muchos están hablando todo
el día del 17 de octubre, de que prohibieron a Perón, que Perón se fue… Acá la idea es que el futuro está en el
pasado o los países que no tienen futuro piensan en el pasado”.
Para Rubinich, la producción de conocimiento
específico sobre la sociedad en términos académicos otorga verdadera identidad
a la sociología.
Hoy, ¿cuál es la principal función de la
sociología?
Para Auyero, la sociología tiene múltiples funciones, pero
fundamentalmente sirve para entender cómo operan las estructuras sociales, cómo
funciona el poder, cómo determina y condiciona nuestras vidas. “Cualquier sociedad –dice– que se
precie de querer mejorar la condición humana, necesita de más sociología. Pero
también tiene funciones más específicas, como “ilustrar” a los distintos organismos del Estado sobre los efectos
de sus políticas. Por dar un ejemplo, la Asociación Americana de Sociología
acaba de presentar un informe a la Corte Suprema de Justicia de los EE.UU. (un
amicus brief) en donde delinea la investigación social existente sobre cómo a
los hijos e hijas de matrimonios del mismo sexo
(gays) les va igual de bien que a los hijos e hijas de matrimonios
heterosexuales. Es un informe que le vendría bien leer a más de un “experto”
tanto en Argentina como en EE.UU.”.
“La Argentina no tiene un Estado de previsibilidad
racional”, dispara Sidicaro. Y
agrega: “En los países desarrollados, y EE.UU. es el primero, se piden investigaciones
sobre ciertos temas que podrían tener consecuencias sociales graves. En la Argentina eso no funcionó de ese modo
nunca: la sociología nunca formó
profesionales para la planificación”.
Sin embargo, el panorama no es el más alentador
para algunas universidades
norteamericanas, donde surge parte del insumo que luego, en caso de que
haya sociólogos en organismos de planificación,
aplicarán, discutirán y modificarán. “En EE.UU. –comenta Auyero– la sociología goza de más autonomía por su firme implantación
en las universidades –lo que no quiere decir que su validez no sea cuestionada.
Por estos días, por dar un ejemplo, el
líder de la mayoría republicana en el congreso, Eric Cantor, está proponiendo un proyecto de ley que eliminará todo
el financiamiento federal para la investigación en ciencias sociales”.
Rumbo a la teología
En nuestras pampas, en 2008, Lino Barañao, el entonces y actual ministro de Ciencia, Tecnología
e Innovación Productiva caracterizó sin filtro a las ciencias sociales de dogma: “(…) a mí me gustaría ver un cierto
cambio metodológico; estoy tan acostumbrado a la verificación empírica de lo
que digo, que a veces los trabajos en ciencias sociales me parecen teología”.
Para Auyero,
la sociología informó el pensamiento de muchos movimientos sociales y
políticos pero al mismo tiempo, en su fase más técnica, ayuda, por ejemplo, a
develar la existencia de la desigualdad
de género al interior del Estado, del mundo del trabajo:
“¿Cómo
entenderíamos los mecanismos de discriminación que existen al interior del
mundo laboral, tanto en la contratación como en la experiencia concreta del
trabajo? ¿No seguiríamos reproduciendo estereotipos sobre el comportamiento
político de los pobres –el llamado ‘clientelismo’, por ejemplo, si la sociología no nos hubiese enseñado otra
cosa?– ¿Dónde aprenderíamos a comprender la desigualdad ambiental –esto es, la
desigual exposición a los peligros ambientales– sino con más y mejor
sociología? ¿Es posible sin sociología entender los determinantes de la pobreza
y la marginalidad?”.
Queda preguntarnos si estamos dispuestos a darle
lugar a las explicaciones proyectivas y no complacientes. Qué lugar se le da
desde el Estado a la investigación
en ciencias sociales, y a la conformación de equipos de especialistas en áreas
clave para el desarrollo e implementación de políticas específicas.
Por último: ¿es posible entender y explicar el
impacto de políticas concretas sin estudios sociológicos? Merece una ciencia, polifónica y plural, en sus
abordajes metodológicos y analíticos, explicarse una y otra vez.
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