martes, 14 de mayo de 2013

SOCIOLOGÍA DEL PIJO

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SOCIOLOGÍA DEL PIJO.- Hoy la crisis estructural sistémica, nos trae muchos resultados, entre ellos el empobrecimiento generalizado de un grupo o sector social, otrora lleno de privilegios, honores y valores en alta consideración: en Europa- España- llamado los pijos, - una elite en otros tiempos - que vivieron y siguen viviendo en base a la historia del apellido de la familia, al status económico-social que tuvieron en tiempos del capitalismo industrial y con mayor intensidad en las décadas del financiero especulativo, pero rápidamente cayeron en el pozo profundo de la crisis, porque son parte de la crisis y más aún no tienen la base industrial, social e institucional “desarrollada” que sirva de sustento en tiempos de crisis local-global. La descomposición económico-social, generalmente por el excesivo consumismo, la moda, la vida fácil, el gasto – pero su vida continua siendo un falso lujo, escondido, no transparente, innecesario,  no midieron hasta donde iba su herencia o su posición económica. Si, los viejos intereses económicos o propiedades  de esta elite, no lograron “modernizarse” al ritmo como crecía la innovación de las tecnologías presentes y futuras;  ellos a pesar que lentamente observaban que su situación era cada vez más incierta – deleznable, llena de inseguridad, crítica, falta de convicción con la realidad – al final, hoy en la presente coyuntura, simplemente son un sector más a los cuales la crisis les asestó un golpe duro y definitivo, pero su tozudez, soberbia y su creencia que el apellido o el pasado status social – aún sigue presente – se equivocaron absolutamente. Simplemente fueron?.

En el epicentro de la Poli-crisis sistémica, las consecuencias directas de esta realidad compleja, controvertida, han sido fulminantes, destructivas, violentas y la descomposición moral de la elite pijo, no sólo se manifiesta con seguridad en Europa, lo vemos hoy en la realidad Latinoamérica – en especial en Perú, el país de mayor crecimiento macro-económico, pero con la más amplia y profunda desigualdad económico-social -, donde los “viejos” grupos de poder, las antiguas familias, los reconocidos y “respetables” apellidos parte aún de la vieja oligarquía agraria, otrora eran considerados de todas las prerrogativas, prebendas, “falsos” derechos creados por ellos mismos – y ventajas múltiples que podían sacarle al Estado – hoy con mucha “tristeza” deben de reconocer que en paralelo a su crisis y bancarrota, emerge un poderoso grupo provinciano, regional los llamados emprendedores y/0 los sectores más “poderosos” de las PYMES y MYPES –  básicamente controlan todos los servicios en la gran ciudad – lo pasado y lo moderno - y hoy sus inversiones se extienden hacia una pluralidad de proyectos que demandan la economía local-nacional y su fuerte conexión con los sectores exportadores. 



“Hasta la vista” señores (as) pijos, seguirán superviviendo en base a su historia y su tradición, que también se acaba, se termina, porque ahí igual, si no logran concatenar lo pasado, lo tradicional, que sirve de alimento, creatividad y fuente de cambio e innovación con la modernidad, con lo actual con “la globalización”, su existencia será historia; pero en su lugar vendrán otros sectores sociales, hoy en la presente coyuntura “bendecidos” por los buenos resultados de economías locales-regionales que han logrado conexión – aplicando con sabiduría al máximo un conjunto de sinergias colectivas, les ha permitido lograr consolidar caminos y servicios con el mercado nacional así como la exportación de productos no tradicionales. Por esa doble vía de la larga avenida del siglo XXI – unos regresan y caen, y otros pocos avanzan y construyen alternativas victoriosas. Hoy los nuevos pijos “vuelan”, no pisan tierra, sus hijos por lo general, son verdaderas “calabazas” – puro lujo, pero nada de inteligencia – y sus familiares por lo general lucen la moda de última generación, pero siguen teniendo un gran problema, en especial en América Latina – Perú y Área Andina – su color de la piel no los ayuda – porque ellos mismos se crean y construyen grandes barreras étnicas - y por todos los medios al final buscan como corregir, cambiar, transformar , primero el nombre – por lo general es de almanaque – y segundo los Apellidos, que  no les sirven para presentarse y frecuentar los nuevos lugares que su posición económica, sus nuevas relaciones sociales, ahora les brinda con alfombras, vasos de cristal, damas de lujo y servicios “tipo pingüino”.  En el futuro tendrán la capacidad e inteligencia para mantenerse los nuevos pijos  en la situación de lujo, moda y “modernidad” que hoy lucen y presentan. O el nuevo modelo de acumulación mundial del capitalismo los hundirá y de las cenizas de los pijos actuales, emergerá con la misma fuerza otro grupo o sector social con otras características múltiples. La historia nos dará la respuesta. Pablo Raúl.
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SOCIOLOGÍA DEL PIJO.

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Domingo 5 de mayo del 2013.

Manuel Alcaraz  Ramos.

Cómo estarán los tiempos, que comenzaré citando a Bakunín “A donde sea que se vuelva la mirada en Europa Occidental, tan sólo se ve decrepitud, falta de fe y depravación (E); y esto desde el peldaño más alto de la escala social, ninguna de las clases privilegiadas tienen fe(E); todos se comportan ante los demás cómo si estuvieran presentando una comedia y no hay nadie que tenga confianza ni en los demás ni en sí mismo; los privilegios, las clases y los poderes establecidos se mantienen a duras penas merced al egoísmo y a la costumbre”. O sea que la Delegada del Gobierno en Catalunya hizo muy bien defendiendo a los pijos.

No es casualidad que a la Delegada se le preguntara por los pijos y respondiera con una defensa salaz de los ricos, los que consumen; los que comen y visten decentemente, le faltó decir, aunque seguro que lo pensó. Porque no es que los pijos necesiten comer mucho ni vestir sobreabundantemente, pero si precisan comer en lugares en los que las reservas son un martirio y mirar el precio del vino una ordinariez e identificarse, como reses marcadas, por marcas de regusto fino. Y ponerse perfumes que  sólo pueden anunciarse en francés con acento inglés de Boston.

Pero no los menospreciemos, porque buena parte de la parte moral de la crisis se deriva de que demasiados quisieron imitarles. Y en amontonamiento hubo víctimas. La caridad, la frivolidad, el culto al cuerpo, la ostentación, ¿no son acaso la piel del pijo?. ¿Y no ha habido una temporada de refinamiento lingüístico, de mercadeo de buenas intenciones, de quebrarse la salud a fuerza de estar sanísimos, de viajecitos a las rebajas extranjeras a comprar bagatelas?. ¿Y el fondo del armario de todo ello no era construir un relato socialmente multiplicado sobre lo bien que nos iba todo, lo fácil y accesible que era todo?. ¿No era un crimen contra la Nación no poseer el último modelo de cachorro informático, vestir operaciones de cirugía estética sin límite y desnudar los logotipos de la ropa, tan casual como los 4x4? Bueno pues eso para muchos, se ha acabado. Y como signo es una desgracia. Pero, ay que dicha poder eliminar del paisaje de las conversaciones las imbecilidades de algunos.

Pero la cosa se refugia en el núcleo duro de las élites. O sea de los culpables  de la crisis y de la difusión magnética del pijismo. Y ya sé que todos los ricos y famosos son pijos, que algunos muchos son inteligentes. Pero otros no pueden evitarlo: ha sido su mecanismo de ajuste a un mundo complicado, en el que pese a todo, perviven obreros, niños que van a colegios públicos y enfermos que no se permiten acudir a los quirófanos de moda y que prefieren morirse en la lista de espera antes que pagar unos miles de euros por la  operación, que eso sí es de aferrarse al dinero. Dios se lo perdone.
¿Ridiculizo y exagero?. Sí. Pero que ellos son un exceso ridículo y las palabras de la Delegada son más importantes de lo que parece: para nada es una anécdota.

Es una muestra, -otra- del desprecio de la derecha española por los desprotegidos, de la necesidad de culminar su éxito con la humillación del débil. Se trata de ir a por todas: reducidos los ciudadanos a individuos, se trata ahora de reducir los individuos a seres anidados en los umbrales de la pobreza o más allá. Ese es el proyecto del neoliberalismo conservador. Y no por maldad están convencidos de que eso, corregido por pizcas de clemencia, es lo mejor para el cuerpo social. Ahí está la gravedad del asunto. Los pijos son la periferia voluntariosa de la política, el recordatorio activo de la desigualdad, porque consideran que la crisis es justa y beneficia al poner a cada quién en su sitio. En esta especie de inesperado calvinismo, los pijos muestran que se han instalado bien, que sus plumas son de la mejor calidad, que son emprendedores seguros, fuertes y avisados. Los otros sólo tienen como seña de identidad la resignación o la queja, la pegatina o la manifestación. ¡Qué falta de glamur!. Y como en estas cosas y en este tiempo la estética es la patria ética de los canallas, que son “los que gastan”, crece la desigualdad y se incrementa el gasto en producción de lujo.

La argumentación de que sí derrochan es porque tienen y si tienen podrían ser gravados por el Estado, planea por sus cabezas engominadas, por sus cerebros endomingados, y, no sólo por egoísmo, les provoca un vértigo desasosegante. Es esa misma falta de de fe, ese miedo agazapado en su escenografía al que aludía Bakunin. Porque ellos también están en el límite, en el tiempo de descuento; gallitos peleones, no saben cómo mantener el estado de cosas que tanto les beneficia si avizorar peligros. En su espléndido aislamiento del mundo real, muchas élites no saben cuál es su lugar en la política que no acaba de marcharse. Porque pese a todo, el PP no es bastante pijo: a su mecanismo de adaptación al medio le sobra colorido y quisiera pasar un poco más desapercibido. Los pijos, ese ejército de reserva de las clases dominantes, no saben cómo hacer, para, a la vez, ser fieles a su esencia exhibicionista y taparse un poco para no tentar con el pecado de las envidia a los descamisados. Ahí está su crisis orgánica trasladada a la política: gastan, pero quitan votos.

No es casualidad que las declaraciones de la pija-delegada se hagan con motivo de una competición deportiva. Escribe Bauman comentando un estudio de Geert van der Laan en Holanda: “el trabajo se ha convertido en un deporte de “clase alta” o de “alto rendimiento”, más allá de la capacidad y del alcance práctico de la mayoría de los que buscan trabajo; y el deporte como todos sabemos, tiende ahora a ser menos un pasatiempo popular y más de una actividad elitista y altamente competitiva que arrastra enormes apuestas monetarias”. En definitiva un pijo es eso: un profesional, un deportista de élite, un sacrificado esquiador de la incertidumbre, un cosmopolita patriota de Disney World, un vago creativo, un príncipe y un mendigo, una dama y un vagabundo. ¿Sabes?.

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