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SOCIOLOGÍA
DEL PIJO.- Hoy la crisis estructural sistémica, nos trae muchos resultados, entre ellos el empobrecimiento generalizado de un grupo
o sector social, otrora lleno de privilegios, honores y valores en alta
consideración: en Europa- España-
llamado los pijos, - una elite en otros tiempos - que vivieron y siguen
viviendo en base a la historia del apellido de la familia, al status
económico-social que tuvieron en tiempos
del capitalismo industrial y con mayor intensidad en las décadas del
financiero especulativo, pero rápidamente cayeron en el pozo profundo de la
crisis, porque son parte de la crisis y más
aún no tienen la base industrial, social e institucional “desarrollada” que
sirva de sustento en tiempos de crisis
local-global. La descomposición económico-social, generalmente por el excesivo consumismo, la moda, la vida
fácil, el gasto – pero su vida continua siendo un falso lujo, escondido, no
transparente, innecesario, no midieron
hasta donde iba su
herencia o su posición económica. Si, los viejos intereses económicos
o propiedades de esta elite, no lograron “modernizarse” al ritmo
como crecía la innovación de las tecnologías presentes y futuras; ellos a pesar que lentamente observaban que su situación era cada vez más incierta –
deleznable, llena de inseguridad, crítica, falta de convicción con la realidad
– al final, hoy en la presente coyuntura, simplemente son un sector más a los cuales la crisis les asestó un golpe duro y
definitivo, pero su tozudez, soberbia y su creencia que el apellido o el
pasado status social – aún sigue presente – se equivocaron absolutamente. Simplemente
fueron?.
En el epicentro de
la Poli-crisis sistémica, las consecuencias directas de esta realidad compleja,
controvertida, han sido
fulminantes, destructivas, violentas y la descomposición moral de la elite
pijo, no sólo se manifiesta con seguridad en Europa, lo vemos hoy en la realidad
Latinoamérica – en especial en Perú, el país de mayor crecimiento
macro-económico, pero con la más amplia y profunda desigualdad económico-social
-, donde los “viejos” grupos de poder,
las antiguas familias, los reconocidos y “respetables” apellidos parte aún
de la vieja oligarquía agraria, otrora
eran considerados de todas las prerrogativas, prebendas, “falsos” derechos
creados por ellos mismos – y ventajas múltiples que podían sacarle al Estado – hoy
con mucha “tristeza” deben de reconocer que en paralelo a su crisis y
bancarrota, emerge un poderoso grupo
provinciano, regional – los llamados
emprendedores y/0 los sectores más “poderosos” de las PYMES y MYPES – básicamente controlan todos los servicios en
la gran ciudad – lo pasado y lo moderno
- y hoy sus inversiones se extienden hacia una pluralidad de proyectos que demandan
la economía local-nacional y su
fuerte conexión con los sectores exportadores.
“Hasta
la vista” señores (as) pijos, seguirán superviviendo en base a su historia y su
tradición, que también se
acaba, se termina, porque ahí igual, si
no logran concatenar lo pasado, lo tradicional, que sirve de alimento,
creatividad y fuente de cambio e
innovación con la modernidad, con lo actual con “la globalización”, su
existencia será historia; pero en su lugar vendrán otros sectores sociales, hoy
en la presente coyuntura “bendecidos” por los buenos resultados de economías locales-regionales que han
logrado conexión – aplicando con sabiduría al máximo un conjunto de sinergias colectivas, les ha permitido
lograr consolidar caminos y servicios con el mercado nacional así como la
exportación de productos no tradicionales. Por esa doble vía de la larga avenida del siglo XXI – unos
regresan y caen, y otros pocos avanzan y construyen alternativas victoriosas. Hoy los nuevos
pijos “vuelan”, no pisan tierra, sus hijos por lo general, son verdaderas
“calabazas” – puro lujo, pero nada de inteligencia – y sus
familiares por lo general lucen la moda de última generación, pero siguen
teniendo un gran problema, en especial
en América Latina – Perú y Área Andina – su color de la piel no los ayuda – porque ellos mismos se crean y construyen
grandes barreras étnicas - y por todos los medios al final buscan como corregir, cambiar,
transformar , primero el nombre – por lo general es de almanaque – y
segundo los Apellidos,
que no les sirven para presentarse y
frecuentar los nuevos lugares que su posición
económica, sus nuevas relaciones sociales, ahora les brinda con alfombras, vasos de cristal, damas de lujo
y servicios “tipo pingüino”. En el
futuro tendrán la capacidad e inteligencia para
mantenerse los nuevos pijos en la
situación de lujo, moda y “modernidad” que hoy lucen y presentan. O el nuevo modelo de acumulación mundial
del capitalismo los hundirá y de las cenizas de los pijos actuales, emergerá con la
misma fuerza otro grupo o sector social con otras características múltiples. La
historia nos dará la respuesta. Pablo Raúl.
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SOCIOLOGÍA DEL PIJO.
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Domingo
5 de mayo del 2013.
Manuel
Alcaraz Ramos.
Cómo estarán los tiempos, que
comenzaré citando a Bakunín “A donde sea que se vuelva la mirada en Europa
Occidental, tan sólo se ve decrepitud, falta de fe y depravación (E); y esto
desde el peldaño más alto de la escala social, ninguna de las clases
privilegiadas tienen fe(E); todos se comportan ante los demás cómo si
estuvieran presentando una comedia y no hay nadie que tenga confianza ni en los
demás ni en sí mismo; los privilegios, las clases y los poderes establecidos se
mantienen a duras penas merced al egoísmo y a la costumbre”. O sea que la
Delegada del Gobierno en Catalunya hizo muy bien defendiendo a los pijos.
No es casualidad que a la Delegada
se le preguntara por los pijos y respondiera con una defensa salaz de los
ricos, los que consumen; los que comen y visten decentemente, le faltó decir,
aunque seguro que lo pensó. Porque no es que los pijos necesiten comer mucho ni
vestir sobreabundantemente, pero si precisan comer en lugares en los que las
reservas son un martirio y mirar el precio del vino una ordinariez e
identificarse, como reses marcadas, por marcas de regusto fino. Y ponerse
perfumes que sólo pueden anunciarse en
francés con acento inglés de Boston.
Pero no los menospreciemos, porque
buena parte de la parte moral de la crisis se deriva de que demasiados
quisieron imitarles. Y en amontonamiento hubo víctimas. La caridad, la
frivolidad, el culto al cuerpo, la ostentación, ¿no son acaso la piel del
pijo?. ¿Y no ha habido una temporada de refinamiento lingüístico, de mercadeo
de buenas intenciones, de quebrarse la salud a fuerza de estar sanísimos, de
viajecitos a las rebajas extranjeras a comprar bagatelas?. ¿Y el fondo del
armario de todo ello no era construir un relato socialmente multiplicado sobre
lo bien que nos iba todo, lo fácil y accesible que era todo?. ¿No era un crimen
contra la Nación no poseer el último modelo de cachorro informático, vestir
operaciones de cirugía estética sin límite y desnudar los logotipos de la ropa,
tan casual como los 4x4? Bueno pues eso para muchos, se ha acabado. Y como
signo es una desgracia. Pero, ay que dicha poder eliminar del paisaje de las
conversaciones las imbecilidades de algunos.
Pero la cosa se refugia en el núcleo
duro de las élites. O sea de los culpables
de la crisis y de la difusión magnética del pijismo. Y ya sé que todos
los ricos y famosos son pijos, que algunos muchos son inteligentes. Pero otros
no pueden evitarlo: ha sido su mecanismo de ajuste a un mundo complicado, en el
que pese a todo, perviven obreros, niños que van a colegios públicos y enfermos
que no se permiten acudir a los quirófanos de moda y que prefieren morirse en
la lista de espera antes que pagar unos miles de euros por la operación, que eso sí es de aferrarse al
dinero. Dios se lo perdone.
¿Ridiculizo y exagero?. Sí. Pero que
ellos son un exceso ridículo y las palabras de la Delegada son más importantes
de lo que parece: para nada es una anécdota.
Es una muestra, -otra- del desprecio
de la derecha española por los desprotegidos, de la necesidad de culminar su
éxito con la humillación del débil. Se trata de ir a por todas: reducidos los
ciudadanos a individuos, se trata ahora de reducir los individuos a seres
anidados en los umbrales de la pobreza o más allá. Ese es el proyecto del
neoliberalismo conservador. Y no por maldad están convencidos de que eso,
corregido por pizcas de clemencia, es lo mejor para el cuerpo social. Ahí está
la gravedad del asunto. Los pijos son la periferia voluntariosa de la política,
el recordatorio activo de la desigualdad, porque consideran que la crisis es
justa y beneficia al poner a cada quién en su sitio. En esta especie de
inesperado calvinismo, los pijos muestran que se han instalado bien, que sus
plumas son de la mejor calidad, que son emprendedores seguros, fuertes y
avisados. Los otros sólo tienen como seña de identidad la resignación o la
queja, la pegatina o la manifestación. ¡Qué falta de glamur!. Y como en estas
cosas y en este tiempo la estética es la patria ética de los canallas, que son
“los que gastan”, crece la desigualdad y se incrementa el gasto en producción
de lujo.
La argumentación de que sí derrochan
es porque tienen y si tienen podrían ser gravados por el Estado, planea por sus
cabezas engominadas, por sus cerebros endomingados, y, no sólo por egoísmo, les
provoca un vértigo desasosegante. Es esa misma falta de de fe, ese miedo
agazapado en su escenografía al que aludía Bakunin. Porque ellos también están
en el límite, en el tiempo de descuento; gallitos peleones, no saben cómo
mantener el estado de cosas que tanto les beneficia si avizorar peligros. En su
espléndido aislamiento del mundo real, muchas élites no saben cuál es su lugar
en la política que no acaba de marcharse. Porque pese a todo, el PP no es bastante
pijo: a su mecanismo de adaptación al medio le sobra colorido y quisiera pasar
un poco más desapercibido. Los pijos, ese ejército de reserva de las clases
dominantes, no saben cómo hacer, para, a la vez, ser fieles a su esencia
exhibicionista y taparse un poco para no tentar con el pecado de las envidia a
los descamisados. Ahí está su crisis orgánica trasladada a la política: gastan,
pero quitan votos.
No es casualidad que las
declaraciones de la pija-delegada se hagan con motivo de una competición deportiva.
Escribe Bauman comentando un estudio de Geert van der Laan en Holanda: “el
trabajo se ha convertido en un deporte de “clase alta” o de “alto rendimiento”,
más allá de la capacidad y del alcance práctico de la mayoría de los que buscan
trabajo; y el deporte como todos sabemos, tiende ahora a ser menos un
pasatiempo popular y más de una actividad elitista y altamente competitiva que
arrastra enormes apuestas monetarias”. En definitiva un pijo es eso: un
profesional, un deportista de élite, un sacrificado esquiador de la
incertidumbre, un cosmopolita patriota de Disney World, un vago creativo, un
príncipe y un mendigo, una dama y un vagabundo. ¿Sabes?.
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