"Lleva pocos
días en el cargo y ha logrado instalarse como Poder Legislativo alternativo al
Ejecutivo de facto. Ha logrado sujetar a su bancada y declarar que Evo Morales abandonó el cargo: lo hizo para no conducir al
Parlamento a la discusión sin salida de aceptación o rechazo de la renuncia. Y
eso hoy en Bolivia es frenar la muerte y atajarla con los brazos. Eso es no
aferrarse al caudillo y sabe actuar según su propia consciencia, sabiendo que
lo que está en juego no es lo bien o mal que quede Evo: lo que está en juego es
la democracia. Así ha logrado instalar comisiones de trabajo para empezar todo
de cero: formar tribunal electoral y convocar a elecciones. Desde el
Ejecutivo de facto -donde quieren guardar las formas jurídicas que maquillen su
dictadura como democrática- no han
tenido otra alternativa que mandar su proyecto de ley al Senado sin poder
lanzar las elecciones por decreto y a su medida".
"Todo eso lo
ha hecho Eva aceptando cargar el bulto de las circunstancias en sus
espaldas, pisando un piso agrietado que podría tragarla a cada paso. La ciudad de
El Alto es una ciudad donde
cotidianamente las mujeres cargan en sus espaldas grandes bultos en aguayos,
llevan su mercadería, o sus wawas, sus angustias o sus esperanzas a
cuestas. Eva carga un bulto también: el bulto de esperanzas para frenar
una guerra civil, el bulto de ungüentos con que conjurar la violencia de los
asesinos, carga el bulto de los sueños de los asesinados, carga el bulto de
las lágrimas de las dolientes que no paran de llorar, dejando
claro una vez más que las mujeres no queremos ocultar nuestra fragilidad y
nuestro dolor".
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EVA,
RETRATO DE LA MUJER QUE SE HIZO CARGO DE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA PLURINACIONAL.
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María
Galindo.
Lavaca.
Miércoles 27
de noviembre del 2019.
Mientras
deambulan los asesinados en la ciudad de El Alto en ataúd donado, buscando justicia para sus muertos, mientras la
ciudad entera carga esos muertos para exigir la renuncia de Janine Añez,
aparece como salida de la nada Eva Copa Murga.
Jura como presidenta del Senado y se constituye por el azar en la segunda
mujer al mando del Estado.
Pertenece a
la bancada del Movimiento al Socialismo (MAS) y está a punto de terminar su mandato. En estos cinco largos años jamás
habíamos escuchado su voz. Los espacios de visibilidad y mando los copaba la clase
media letrada y blanqueada perteneciente al MAS y los dirigentes hombres
capaces de imitar y obedecer a Evo: por eso nadie hasta ahora conoció a Eva.
Es ahora
entonces, cuando la renuncia de Evo ha producido un vacío de poder
gigante, donde cada quien escapó por su lado resquebrajando internamente al
propio partido, que aparece Eva y acepta
jurar al cargo por responsabilidad, por coraje, por valentía. No la
valentía del que se pretende fuerte, sino la valentía de quien se reconoce
débil y de quien sabe que saberse débil es una fuente infinita donde encontrar
las claves para sacar al país de este callejón sin salida. Y así, el
golpe fascista y racista que quería ocuparlo todo, se topó con Eva Copa Murga que le puso freno al avasallamiento.
Tiene 32
años, es alteña, hace semanas que no duerme en su casa por razones de
seguridad; es estudiante de Trabajo
Social y la vida no le ha dado la oportunidad de terminar su carrera.
Estudia en la universidad pública de El Alto, en esa carrera que forma
parte de la facultad de Ciencias Sociales, una carrera que está plagada
de birlochas que no quieren convertirse
en intelectuales, sino que entran con el deseo de usar su comprensión de la
gente para servir a la gente. No es chola, aunque seguramente su madre o su
abuela lo son: ella es birlocha.
Viste un cómodo pantalón y su cabello negro largo y brillante no está trenzado,
sino suelto o con cola. Sus labios café oscuro, sus mejillas quemadas por el
sol alteño y más que nada su forma de hablar -con una mezcla extraña de
parquedad, solidez y timidez- la colocan como la antítesis política de
Yanine Añez.
Mientras
Añez es una pantalla y por serlo juega a ser una muñeca ornamental del juego
macabro fascista que gobierna Bolivia, Eva no es una pantalla: es una mujer que asumió el peso del que
otros y otras huyeron. Cuando le pregunté cómo y por qué se había animado a
hacerlo me dijo: “porque soy alteña, porque no tengo otra salida, porque
no me voy a ir de Bolivia a otra parte: no tengo por qué escapar”. Y cuando le
pregunté ¿y por qué han escapado tantos y tantas?, responde: “Dicen
que por razones familiares”.
Llevo trece
años en Radio Deseo entrevistando cuerpo a cuerpo a todo tipo de personajes y
nunca he sentido tanto respeto por mi interlocutora como el que me inspira
Eva. Cuando terminamos de hablar y ya no estamos al aire nos damos un
abrazo largo, en un estudio pequeñísimo, y recién ahí ella por fin decide
llorar. Me contengo no porque me sienta más fuerte que ella, es que quiero
escuchar sus sollozos. La estrujo y siento su fragilidad. Ella pertenece a
quienes no olvidan su fragilidad.
Eva está
ahora sujeta a todo tipo de hostigamiento. Los policías que custodian la
plaza de gobierno la obligan a presentar su credencial una y otra vez para
recordarle con su prepotencia de qué lado están hoy las armas. Eva padece
además la invisibilidad crónica que soportan las mujeres políticas: los
medios no la ven, pero sus colegas parlamentarios de la derecha la miran de
pies a cabeza para intimidarla. Eva viene del mundo
de l@s invisibles y esa es hoy su mayor fortaleza. Nadie esperaba
que ella jugara ningún papel, menos aún que se pusiera a la cabeza de la
Asamblea Legislativa Plurinacional.
Lleva pocos
días en el cargo y ha logrado instalarse como Poder Legislativo alternativo al
Ejecutivo de facto. Ha logrado sujetar a su bancada y declarar que Evo Morales abandonó el cargo: lo hizo para no conducir al
Parlamento a la discusión sin salida de aceptación o rechazo de la renuncia. Y
eso hoy en Bolivia es frenar la muerte y atajarla con los brazos. Eso es no
aferrarse al caudillo y sabe actuar según su propia consciencia, sabiendo que
lo que está en juego no es lo bien o mal que quede Evo: lo que está en juego es
la democracia. Así ha logrado instalar comisiones de trabajo para empezar todo
de cero: formar tribunal electoral y convocar a elecciones.
Desde el
Ejecutivo de facto -donde quieren guardar las formas jurídicas que maquillen su
dictadura como democrática- no han
tenido otra alternativa que mandar su proyecto de ley al Senado sin poder
lanzar las elecciones por decreto y a su medida.
Todo eso lo
ha hecho Eva aceptando cargar el bulto de las circunstancias en sus
espaldas, pisando un piso agrietado que podría tragarla a cada paso.
La ciudad de
El Alto es una ciudad donde
cotidianamente las mujeres cargan en sus espaldas grandes bultos en aguayos,
llevan su mercadería, o sus wawas, sus angustias o sus esperanzas a
cuestas. Eva carga un bulto también: el bulto de esperanzas para frenar
una guerra civil, el bulto de ungüentos con que conjurar la violencia de los
asesinos, carga el bulto de los sueños de los asesinados, carga el bulto de
las lágrimas de las dolientes que no paran de llorar, dejando
claro una vez más que las mujeres no queremos ocultar nuestra fragilidad y
nuestro dolor.
Eva
es la antítesis de Yanine Añez, pero también de Evo.
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