“PROPIEDAD TEMPORAL Y HERENCIA PARA TODOS.
Más allá de propuestas interesantes y en ocasiones
ya formuladas, de reforzar la progresividad del impuesto sobre rentas y
sucesiones; de desplegar una
renta básica integradas en un dispositivo global sin sustituir la política
social; de reinserción de los mercados en la línea de Karl Polanyi; o
incluso de ampliación y profundización de la propiedad social de las empresas
relacionada con la cogestión nórdica o alemana, el núcleo de la tesis
pikettiana radica en la implantación de un impuesto
anual y altamente progresivo “sobre
la propiedad, para permitir financiar la dotación de
capital para cada joven adulto y desplegar una forma de propiedad temporal y de
circulación permanente de los patrimonios” Esta imposición anual de los
patrimonios importantes permitiría una “difusión patrimonial”,
que constituye hoy simultáneamente, el ángulo muerto y el callejón sin salida
de toda la política contemporánea”.
“Esta herramienta fiscal tendría la
ventaja de aplicarse a todos los activos, incluyendo los financieros, contrariamente al
impuesto inmobiliario, y adaptarse con mayor rapidez a la evolución de la
riqueza. Permitiría así no “esperar a que Mark Zuckerberg o Jeff Bezos
cumplan 90 años para transmitir su fortuna y comenzar a hacerles pagar
impuestos”. Si queremos que el 50% de lo más pobres detenten finalmente
una porción no despreciable de las riquezas nacionales, necesitaremos para eso “generalizar
la noción de reforma agraria transformándola en un proceso permanente
incluyendo al conjunto del capital privado”.
“Thomas Piketty llega incluso a establecer un
esquema exhaustivo de esta evolución fiscal y mental. El impuesto anual sobre la propiedad y el impuesto
sobre sucesiones, aportarían en total en torno al 5% de la renta nacional;
cantidad que se emplearía totalmente en financiar una dotación en capital
dedicada a los jóvenes adultos, por ejemplo de 25
años, en forma de “herencia para todos”; mientras que, el 50%
de los más pobres hoy no reciben casi nada. Esto permitiría también un
rejuvenecimiento de los patrimonios “lo que permite pensar que sería algo
excelente para el dinamismo social y económico” Este impuesto no
sustituiría al impuesto progresivo sobre la renta, en el que el investigador
incluye las cotizaciones sociales y una tasa progresiva sobre las emisiones de
carbono, permitiendo alcanzar casi el 45% de la
renta nacional pudiéndose con ello financiar
la totalidad del gasto público, en concreto la renta básica y sobre todo el
Estado social: salud, educación, jubilaciones.
“Este sistema designado con los términos de “socialismo participativo”,
se basa en una propiedad social ampliada
y en la invención de una propiedad temporal, según Piketty, no tiene “ya
gran cosa que ver con el capitalismo privado tal y como lo conocemos
actualmente”. Constituye en su opinión “una
superación real del capitalismo” que
permite trazar otra ruta, que no sea, ni el endurecimiento de la ideología del
propietario, ni la retirada nativista. “Alguna de las conclusiones obtenidas
pueden parecer radicales”, escribe el investigador, Y así sin duda las
recibirán los socialdemócratas a quienes la obra parece en principio destinada.
Sin embargo, la obra de Piketty, también obligará a posicionarse a la
izquierda radical, y sobre todo a responder a la afirmación del autor,
según la cual ciertas formas de organizar las relaciones de propiedad en el
siglo XIX, “pueden suponer una superación del capitalismo mucho más real
que la vía consistente en prometer su destrucción sin preocuparse de su
sustituto”.
“No obstante, antes de que llegue a ser lo que
pretende, a saber: un “antídoto a la vez contra el conservadurismo elitista y la
esperanza revolucionaria de la gran noche” la obra del autor enfrenta el deber de superar dos
tipos de límites: la definición estricta que propone a la vez del capital y
de la ideología; y la política adecuada a desplegar para lograr que tal
edificio revolucionario en términos fiscales e ideológicos, no se convierta en
una fábrica de gas de papel. En efecto, la ambición de Piketty es tan loable
como rara, dado que incluso los partidos de la izquierda radical apenas han
producido, al margen de algunas consignas, auténticos proyectos para salir del
capitalismo real. En tanto se trata de la condición sine qua non para
acabar con el desastre climático, social y político contemporáneo, subsiste una
duda sobre los medios teóricos y prácticos que el autor ofrece realmente al
final de 1.200 páginas que pretenden, precisamente, ofrecer soluciones concretas para el análisis de situaciones
concretas, parafraseando a Lenin. (Fuente. Capital e Ideología. De Thomás Piketty.
La Propiedad es el mal).
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Thomas Piketty el 7 de noviembre en París.
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THOMAS PIKETTY: “PROPONGO UN IMPUESTO QUE PERMITA DAR A TODO EL
MUNDO 120.000 EUROS A LOS 25 AÑOS”.
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Consagrado
como uno de los economistas más influyentes de su generación, el francés
disecciona en su nuevo libro las paradojas de la desigualdad y apuesta por un
socialismo participativo
Marc Bassets
El País. España. Domingo 24 de noviembre del 2019.
Thomas Piketty (Clichy, 1971) se consagró hace cinco años como uno
de los economistas más influyentes de su generación. Su libro El capital en el
siglo XXI (Fondo de Cultura Económica) contribuyó a colocar
las desigualdades de rentas y patrimonio en el centro del debate en Europa y
Estados Unidos. Piketty, profesor
en la Escuela de Economía de París, publica ahora Capital e ideología (Deusto).
A lo largo de 1.200 páginas que cubren casi medio milenio y cuatro continentes,
disecciona las ideologías que han justificado las desigualdades. Y
fija el foco en la propiedad privada: la
llave que todo lo explica.
PREGUNTA. Habla usted de “superar” el capitalismo y la
propiedad privada. ¿Superar es un eufemismo? ¿Por qué no abolirlos,
directamente?
RESPUESTA. Prefiero
“superar”. Si dijésemos “abolir” o “suprimir”, sería meramente
negativo. Superar permite mostrar que se trata de un proceso, y obliga a decir
con qué sistema lo superaremos.
P. ¿El
resultado, se “supere” o se “suprima” la propiedad, no es el mismo?
R. El buen
resultado es el que funcione. Defiendo un sistema de socialismo participativo. También se
puede hablar de economía participativa o circular.
La idea es que necesitamos la participación de todos, no solo en la vida
política, sino también en la económica. No puede haber una
hiperconcentración del poder en un número reducido de personas. El poder debe
circular. Y este movimiento está en marcha: el capitalismo hoy es
diferente al del siglo XIX. El capitalismo puro consistiría en concentrar
todo el poder en los propietarios y los accionistas, poder despedir a quien uno
quiera y cuando quiera, o triplicar el alquiler al inquilino de la noche a la
mañana. Un capitalista del siglo XIX vería como una herejía las
reglamentaciones actuales para limitar los derechos de los propietarios.
P. ¿Las
cosas mejoran?
R. Hay una
evolución hacia una mayor igualdad. Las desigualdades, aunque hayan aumentado
desde los años ochenta o noventa, son menores que hace un siglo. El
mundo del siglo XIX, con una propiedad concentrada en unos pocos, no solo era
injusto, sino que producía menos crecimiento que el que hubo en el siglo XX con
la clara reducción de las desigualdades.
P. Este proceso
hacia una mayor igualdad, ¿no es atribuible también a la propiedad privada y al
capitalismo?
R. La cuestión es qué
capitalismo. La lección de la historia es que la propiedad privada es útil para
el desarrollo económico, pero únicamente si se equilibra con otros derechos:
los de los asalariados, de los consumidores, de las diferentes partes. Yo digo
sí a la propiedad privada, mientras se mantenga en lo razonable.
“La propiedad privada puede ser
emancipadora, pero también alienante”
P. Podría
explicarse la historia de Capital e ideología por
medio de ideas como la libertad o la innovación. Usted opta por la propiedad.
¿Por qué?
R. El desarrollo de
la propiedad privada es una transformación fundamental, con una dimensión
emancipadora, ligada a la libertad, y a la vez una dimensión de alienación y de
dominio. El paso de las sociedades que llamo trifuncionales del Antiguo
Régimen, compuestas por los clérigos, los guerreros y el tercer Estado, a las
sociedades de propietarios en el siglo XIX, tras la Revolución Francesa,
representa un progreso. El problema es detenerse a medio camino: desarrollar la
igualdad formal ante el derecho de la propiedad sin ir hacia la igualdad real,
hacia la verdadera difusión de la propiedad. En el momento de la Revolución, no
se hizo una gran reforma agraria en Francia. No se dio a los campesinos 10
hectáreas, ni se limitaron las propiedades individuales a 200 o 500 hectáreas.
Otras sociedades lo hicieron. Cuando se ofrece a la gente la posibilidad de
trabajar la tierra para sí mismos, se mejora la productividad. Lo mismo vale en
general.
P. ¿En
qué sentido?
R. La propiedad
privada es un buen sistema para coordinar las acciones individuales y permitir
a cada uno realizar sus proyectos, con una condición: que haya acceso a la
propiedad. Y, en algunos casos, la sacralización del derecho de la propiedad
convierte las relaciones sociales en algo brutal.
P. ¿Por ejemplo?
R. En los debates
sobre la abolición de la esclavitud en el siglo XIX, intelectuales
liberales como Alexis de Tocqueville, consideraban que había que compensar
a los propietarios de esclavos, en vez de a los esclavos. Y recuerde que
en 1825 Francia hizo pagar a Haití —la mayor concentración de esclavos del
mundo atlántico y la primera revuelta de esclavos en 1791-1792— el 300% de su
PIB, con intereses enormes, por el precio de su libertad, y Haití lo arrastró
hasta los años cincuenta del siglo XX. Ahí se ve la contradicción de la
filosofía de la propiedad. Tiene una dimensión emancipadora y otra que
sacraliza el derecho de la propiedad hasta tal punto que perpetúa las viejas
desigualdades, incluso bajo su forma más brutal, que es la propiedad de seres
humanos por otros seres humanos.
P. ¿Puede
compararse la propiedad de esclavos con la propiedad de bienes no humanos?
R. El argumento
entonces era que, si empezamos a redistribuir las propiedades, no sabremos
dónde parar. Hoy, aunque las formas de propiedad sean diferentes, existe el
mismo temor. Pienso que es posible debatir colectivamente para limitar la
propiedad. Muchas personas lo rechazan diciendo, como Tocqueville, que,
si se empieza a poner más impuestos a las personas que tienen mil millones,
después serán los que tienen un millón y los que tienen 100.000 euros. Pero la
historia muestra que, por medio de la deliberación democrática, se pueden
encontrar límites a lo que es una propiedad privada razonable y lo que es una
propiedad privada excesiva.
“Defiendo
un sistema de socialismo participativo. Todos debemos intervenir en la vida
económica”
P. Propone un impuesto
del 90% sobre el patrimonio de los más ricos. ¿Por qué el 90% y
no expropiarlos?
R. El objetivo es
hacer circular la propiedad, permitir que todo el mundo acceda a ella. El
impuesto sobre la propiedad permitiría financiar una herencia para todos de
120.000 euros a los 25 años. Ahora la mitad de la población no posee
patrimonio. Aunque uno tenga un buen diploma y un buen salario, puede que una
parte importante del salario sirva para pagar toda la vida un alquiler a hijos
de propietarios y carezca de medios para crear su propia empresa.
Los 8 billonarios que tienen más riqueza que el 50% de la población mundial más pobre. Es decir, 3,750 millones de habitantes. En el siglo XXI la super concentración de la riqueza, el principal origen hoy de las Desigualdades.
P. ¿Todos
propietarios?
R. Quiero una
sociedad en la que todo el mundo pueda tener algunos centenares de miles de
euros, y en la que algunos que crean empresas y tienen éxito tengan unos
millones de euros, quizá a veces unas decenas de millones de euros. Pero,
francamente, tener varios centenares o miles de millones no creo que contribuya
al interés general. Hoy tenemos muchos más ricos con mil millones o más en
Estados Unidos que en los años sesenta, setenta u ochenta. La promesa de Ronald Reagan en los años ochenta era
que se reducirían los impuestos para los empresarios y que, aunque esto crearía
más desigualdades, no sería grave porque habría tanta innovación y crecimiento
que los salarios e ingresos aumentarían como nunca. Lo que se observó fue que
el crecimiento se dividió en dos.
“Zuckerberg
tuvo una buena idea a los 25 años. ¿Justifica eso que a los 50 continúe decidiéndolo todo sobre una red social mundial?”
P. En Europa no
hubo revolución reaganiana, pero tampoco la innovación de Silicon Valley.
R. El problema es que
esta innovación tampoco se traduce en un crecimiento de los ingresos. Lo que me
interesa es el crecimiento y los salarios, y el crecimiento en Estados Unidos
se redujo a la mitad. Hay dos razones. Reducir los impuestos a los más ricos y tener
más milmillonarios no aporta nada al crecimiento. Pero la verdadera razón fue
que se estancó la inversión en educación. El resultado es que hoy muchas
personas van a la universidad sin los medios que necesitarían.
La lección es
que lo que llevará al crecimiento en el siglo XXI es, ante todo, la educación.
P. ¿Por qué los
milmillonarios deben pagar un 90%? ¿Por qué esta cifra y no otra?
R. Un 90% a quien
tenga 1.000 millones de euros significa que le quedarán 100 millones de euros.
Con 100 millones todavía uno puede tener un cierto número de proyectos en la
vida. El objetivo es regresar a un nivel de concentración de la fortuna que era
más o menos el de los años sesenta, setenta u ochenta en Estados Unidos y en
Europa. Mi enfoque es empírico. Lo que queremos evitar es la
sedimentación. Mark Zuckerberg tuvo una buena idea a los 25
años. Pero, ¿esto justifica que a los 50 o 70 años continúe decidiéndolo
todo sobre una red social mundial?
P. Si no se hace
nada ante el aumento de las desigualdades, ¿qué ocurrirá?
R. El riesgo es una
explosión de la Unión Europea, otros Brexit. O bien una toma del control por parte de movimientos xenófobos.
Puesto que no logramos regular el capitalismo, hacer pagar impuestos a los más
ricos y tener una economía más justa, nos desatamos golpeando a los pobres de
origen extranjero. Lo hemos visto en la historia europea, o de Estados Unidos
con la segregación racial. Mejor no probarlo.
“Macron
decidió exonerarme del impuesto sobre la fortuna. Me habría gustado pagarlo”
P. ¿Usted es
propietario?
R. Sí. Pero el
presidente Emmanuel Macron decidió exonerarme del impuesto sobre la fortuna [en
Francia, el impuesto de solidaridad sobre la fortuna o ISF se suprimió en 2017 y se sustituyó por el
impuesto de solidaridad sobre la fortuna inmobiliaria o ISI, que no se aplica
al patrimonio financiero].
P. ¿Le habría
gustado pagarlo?
R. Sí. Cuando uno
escribe un libro como El capital en el siglo XXI, del
que se venden 2,5 millones de ejemplares, no significa que sea mil veces mejor
que aquellos de los que se venden 2.500 ejemplares. En parte es la suerte. Y me
beneficié de las ideas de colegas y del sistema educativo francés. Es una
ilustración perfecta de que las rentas y la propiedad siempre tienen orígenes
sociales. No lo inventamos todo nosotros solos. Desde
el momento en que uno obtiene altos ingresos, se ha beneficiado de muchas otras
personas. Mi experiencia ha confirmado mis convicciones.
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