“Aquí
pasamos a otra etapa de la patología, cuando la manifestación sintomática de la
mala memoria se transforma en Alzheimer. ¿Que esperar
de un nuevo gobierno? En ese fatídico eslogan de “abrirse al
mundo”, sin dudas podemos esperar más de lo mismo, a saber: el incremento
de la dependencia de las grandes potencias industrializadas, lo que se
manifiesta a través de la extranjerización de sus economías, la pérdida de sus
recursos naturales, la erosión de su soberanía y el incremento de la injerencia
y la intervención foránea”.
“En la era del neoliberalismo, los Estados caen bajo
el control de élites superprivilegiadas asociadas al capital financiero
internacional, cuyos intereses se distancian cada vez más de los del
conjunto de la nación. Por una parte, el Estado pierde objetivamente
capacidad para adoptar sus propias decisiones y, por la otra, los grupos
gubernamentales son cómplices y conscientes de las políticas antinacionales. Como
consecuencia de este proceso, en el plano interno se acrecienta la disociación
entre el poder real y las instituciones legislativas, ejecutivas,
judiciales que supuestamente lo ejercen. Estas tesis plantean que no
hay otra opción: lo único posible es funcionar dentro del sistema, para
intentar mejorarlo”.
“Pero lo que objetivamente ocurre es que
son asimiladas, aplicando las políticas neoliberales y entran en
contradicción con su pasado, sus programas y sus bases, de mala memoria. En
esta nueva fase del capitalismo no crece la interdependencia, sino que se
agudiza y profundiza la dependencia de los países subdesarrollados. Esta es
la mala memoria, los que tienen una lectura equivocada de la realidad y
continuarán midiendo los resultados de su gestión política por parámetros
obsoletos o engañosas campañas de marketing publicitario. Ese camino conduce a administrar o coadministrar la crisis
del capital en beneficio de los capitalistas y a cargar con los costos que a
ellos les corresponden”.
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Uruguay. El Frente Amplio, su lucha política contra la derecha, con el objetivo político de consolidar los Derechos Sociales del Pueblo uruguayo.
***
URUGUAY
EN JAQUE: ¿LA MALA MEMORIA O EL ALZHEIMER?
*****
Eduardo
Camín.
Rebelión 1
de noviembre del 2019.
Apenas, terminada la primera ronda de las
elecciones en Uruguay, me llamó la atención la frecuente utilización del
sustantivo-adjetivo, de una palabra llana de tres silabas, “memoria”.
Casi como una referencia obsesiva –la mala memoria
de los uruguayos– se paseaba por las calles de las dudas, la incertidumbre se
instalaba en los dirigentes políticos y garantizaba el pretexto, que en cierta
forma justificaba por sí mismo los resultados, y el descenso electoral del
progresismo.
Es cierto que en la antigüedad se consideraba a la
memoria una de las tres facultades del alma que diferencian al ser humano
del resto de las especies, por lo que suponía un origen divino o sobrenatural.
No fue hasta el comienzo de la ciencia moderna cuando empezó a entenderse que
se trata de una función del cerebro cuyo alcance real no se limita a ser el
almacén de nuestro pasado, sino también el sustento de nuestra conducta
aprendida.
Por lo tanto, la ciencia nos enseña que la memoria
configura nuestro yo en continuidad con la historia, nos permite construir
relaciones de causa-efecto y nos dota de cierta capacidad predictiva para
construir escenarios posibles a partir de la experiencia.
Escribía Marcel Proust que
“los
momentos del pasado no permanecen parados; retienen en nuestra memoria el
movimiento que los arrojo hacia el futuro”. El novelista que tanto indagó
en la experiencia humana de la memoria sabía que nuestros recuerdos no son
archivos fosilizados, sino más allá de ser lo que somos, son también lo que
seremos.
Pero para paliar un poco las traiciones de mi
memoria y a su carencia tan extrema se me ha ocurrido una vez más el volver a
la reflexión crítica. La reflexión crítica es una reflexión voluntaria, aunque
muchas veces nos cueste aceptar que la (des)información puede dominarnos.
La realidad nos muestra que estamos ahogados en
(des) información, no podemos no estar (des) informados. La sociedad de la
(des) información se rebela contra nuestro silencio, nos llena todo de ruido,
del que no deja oír el ruido del mar.
Uruguay. Huelga General contra la dictadura.
***
Hablemos
de “mala memoria”
En estos últimos años, la avalancha ideológica
neoliberal ha sido de tal magnitud, que ejerce una influencia determinante en
la producción teórica y en la práctica política de diversos sectores de la “izquierda
progresista”, latinoamericana.
Con diferentes matices, se afianzó en todas las
fuerzas de los gobiernos progresistas la idea de que la Revolución Social es
irrealizable –o lo es solo a muy largo plazo, tan largo que no sabremos si aun
existirá el planeta para realizarlo–, por lo que es pertinente adaptarse a las
reglas del capitalismo y tomar distancia del lenguaje y los programas
radicales.
Entonces dudamos de Cuba, miramos a Hugo
Chávez con recelo, ninguneamos a Evo Morales, y la vieja Cristina
Kirchner era la viuda del Tuerto. Todo esto se dijo en su momento por
diversos dirigentes del progresismo.
Algunos renunciaron al socialismo, por
oportunismo, mientras que otros diluyen su esencia y lo convierten en una
especie de capitalismo idílico, con rostro humano dentro del cual será posible
satisfacer los intereses del conjunto de la nación.
Según estos conceptos, hacen que el sistema liberal
burgués sea democrático y capaz de garantizar el respeto a los derechos
humanos, al menos los derechos políticos y ciudadanos. Argumentan, además, que
a lo que más se puede aspirar es a moderar los excesos de las políticas
antipopulares y que los oprimidos deben seguir cediendo paulatinamente, porque
corren el riesgo de perderlo todo.
Pero, de vez en cuando, surgen las ovejas negras y
se consolidan nuevas alternativas sociales independientes que se colocan
objetivamente en la vanguardia de la batalla contra el modelo de dominación.
Pero cada vez que los movimientos sociales
alternativos o personalidades aisladas tienen un punto de vista diferente al
gobierno aparecen en escena sus principales dirigentes o los “bomberos
sindicales” señalando que se ha avanzado mucho, que las ideas del gobierno
son ideas modernas y están sustentadas en una interpretación inclusive
científica de los nuevos tiempos… del consumo.
Según los visionarios de estas corrientes, aquellos
que no renuncian a la construcción del socialismo, están aferrados a ideas
obsoletas y son incapaces de interpretar la realidad circundante, en
definitiva, unos trasnochados que aún no comprendieron nada.
Desde hace más de dos décadas los ideólogos del
capitalismo lanzaron una ofensiva mundial para despojar a la izquierda de dos
de sus banderas históricas, democracia y derechos humanos, y éstas han sido
incorporadas como supuestos elementos compatibles con el capitalismo y el
neoliberalismo.
En la actualidad, frente a los síntomas de
incremento de la crisis económica, política y social, pretenden nuevamente
tomar la iniciativa para mediatizar otros reclamos populares.
Creo recordar –si la mala memoria no me
falla—que hasta hace muy poco nos explicaban que la economía imponía un
límite y que ese límite hacía inevitable que una parte creciente de nuestras
sociedades quedase condenada a un eterno estatus infrahumano.
Si no ¿cómo explicar que nuestro subcontinente es el
que registra el mayor índice mundial de crecimiento simultáneo de la riqueza y
la pobreza? Si hay más riqueza: ¿por qué tiene que haber mayor
pobreza? ¿Será cierto que la economía impone tal límite al desarrollo
humano o es que el límite lo impone el deseo de elevar las tasas de ganancia a
cualquier costo?
¿Es este el entorno "moderno" de
que nos hablan, lo que le permitía al progresismo construir el país productivo
con justicia social y desarrollo sostenible?
Es cierto que durante tres gobiernos con su
lenguaje tecnocrático de neoliberales renovados -estilo contador Danilo
Astori (capo de la economía uruguaya)- se han desarrollado ciertos
programas sociales y hubo un avance en algunos sectores de la sociedad uruguaya
(de mala memoria) pero que en esencia no alteó, ni modificó el patrón de
acumulación, la macroeconomía y el mercado.
Nos hemos interpelado siempre si es esto posible,
si es realmente posible compatibilizar el culto a la macroeconomía y el mercado
con la redistribución de la riqueza Desde nuestra ignorancia económica hemos
llamado a las cosas por su nombre: el mercado no es un ente redistribuidor y la
macroeconomía, es un eufemismo para esconder la siempre creciente elevación de
las tasas de ganancia de las transnacionales, que constituye su único objetivo.
La
derecha… con tufillo de fascismo
Orgullosos –los uruguayos- de nuestra ejemplar
democracia, aquí comienza el camino (una carrera de relevos) que le entrega el testigo,
¿a un nuevo gobierno? Es posible… pero en todo caso de viejos partidos, con un
Comandante en Jefe que ha blanqueado directa o indirectamente a violadores,
asesinos y torturadores de un ejército genocida, formando un cabildo abierto
impregnado de militantes neonazis.
Aquí pasamos a otra etapa de la patología, cuando la manifestación
sintomática de la mala memoria se transforma en Alzheimer.
¿Que esperar de un nuevo gobierno? En ese
fatídico eslogan de “abrirse al mundo”, sin dudas podemos esperar más de
lo mismo, a saber: el incremento de la dependencia de las grandes potencias
industrializadas, lo que se manifiesta a través de la extranjerización de sus
economías, la pérdida de sus recursos naturales, la erosión de su soberanía y
el incremento de la injerencia y la intervención foránea.
En la era del neoliberalismo, los Estados
caen bajo el control de élites superprivilegiadas asociadas al capital
financiero internacional, cuyos intereses se distancian cada vez más de los
del conjunto de la nación. Por una parte, el Estado pierde objetivamente
capacidad para adoptar sus propias decisiones y, por la otra, los grupos
gubernamentales son cómplices y conscientes de las políticas antinacionales.
Como consecuencia de este proceso, en el plano
interno se acrecienta la disociación entre el poder real y las
instituciones legislativas, ejecutivas, judiciales que supuestamente lo
ejercen. Estas tesis plantean que no hay otra opción: lo único posible es
funcionar dentro del sistema, para intentar mejorarlo.
Pero lo que objetivamente ocurre es que son
asimiladas, aplicando las políticas neoliberales y entran en contradicción con
su pasado, sus programas y sus bases, de mala memoria. En esta nueva fase del
capitalismo no crece la interdependencia, sino que se agudiza y profundiza la
dependencia de los países subdesarrollados.
Esta es la mala memoria, los que
tienen una lectura equivocada de la realidad y continuarán midiendo los
resultados de su gestión política por parámetros obsoletos o engañosas campañas
de marketing publicitario. Ese camino conduce a administrar o coadministrar la
crisis del capital en beneficio de los capitalistas y a cargar con los costos
que a ellos les corresponden.
El capitalismo, en su fase neoliberal, demostró
ser un sistema basado en el incremento sin límites de la desigualdad y la
marginación, que beneficia exclusivamente a las trasnacionales y las élites
locales a ellas asociadas.
Ahora bien, cabría preguntar qué país tendremos los
uruguayos cuando no queden escuelas, sino sólo colegios privados;
cuando no queden hospitales, sino sólo clínicas privadas; cuando no queden
parques, ni carreteras, ni recursos naturales propiedad del pueblo, todo ello
combinado con una reducción indetenible del poder adquisitivo de la ciudadanía
en general.
Es verdad que el mundo experimenta transformaciones
irreversibles, en virtud del desarrollo de la revolución científico-tecnológica
y las fuerzas productivas, pero la globalización neoliberal, que impone un orden económico, político, y social aún más
esclavista y explotador, no es el camino al futuro, sino un callejón sin salida
para toda la humanidad.
EDUARDO CAMÍN. Analista uruguayo, acreditado en
ONU-Ginebra, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
(CLAE, www.estrategia.la)
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