“También en el sector sanitario. En
el ámbito sanitario algunas iniciativas trabajan para ofrecer servicios de
forma integrativa, recurriendo a la medicina convencional y a la natural. Así
nació la Cos, una cooperativa de salud que se creó en 2011 en Barcelona
para
“dar
respuesta a necesidades que se detectaban en las familias”, recuerda Mireia Bosch, de la Cos. “Queríamos
dar una atención global, que integrara una mirada alternativa en la medicina
convencional, como la naturopatía o la osteopatía”, añade Mireia.
“Es entender el cuerpo y la salud como un todo”, defiende. La Cos
está formada por siete socias, en ella trabajan 30 personas de diferentes
disciplinas del ámbito de la salud y el perfil del usuario es muy diverso. “Al
principio era muy familiar, pero ahora ya nos conoce más gente. Hay quienes han
venido para un servicio puntual y han empezado a visitarse con otros
profesionales”, dice Mireia.
“Elisenda Flo conoció la Cos a
través de su hermana pequeña. Empezó a visitarse con un osteópata de la
cooperativa tras sufrir lumbalgia y tensión en la espalda. Después empezó a ser
usuaria de la medicina general, terapia neural y nutrición. También
masaje, reflexología y kinesiología. “Es un espacio en el que me siento
escuchada y acompañada. He aprendido a escucharme y a estar
atenta a mis necesidades”, explica Elisenda. Ahora continúa en la Cos
por los resultados obtenidos, pero reconoce el valor añadido que supone que
en la cooperativa trabajen bajo el marco de la economía social y solidaria. “Además
de socia de la Cos, lo soy de Sostre Cívic, Arç Cooperativa, la revista Opcions,
Abacus y la Caixa d’Enginyers”, detalla Elisenda”.
“En
Catalunya se creó en 2003 la Xarxa d’Economia Solidària (XES),
cuya función no es otra que unir esfuerzos y reforzar la relación entre este
sector económico y la Administración. Cuenta con 270 entidades socias.
Y, contando a los socios a título individual, son más de 400 miembros. Alba
Hierro, miembro de la XES, coincide con el profesor de la UOC en
que la crisis económica trajo un “auge del cooperativismo por la
precarización de los puestos de trabajo”. Hierro constata que hay cada
vez más personas interesadas en la economía social y solidaria, “pero es necesario ver qué puede pasar en los próximos ciclos
económicos”, apunta.
/////
LA
ECONOMÍA SOCIAL EMERGE AL SERVICIO DE LAS PERSONAS.
*****
Montse L.
Cucarella.
Público
lunes 4 de noviembre del 2019.
Barcelona
y el área metropolitana cuentan con numerosas iniciativas de diferentes
ámbitos, desde alimentos de kilómetro cero a servicios de salud o financieros,
que se han impulsado siguiendo los principios del cooperativismo y que tejen
una red para unir esfuerzos
Productos
ecológicos y de proximidad, comercio justo, finanzas éticas… Las iniciativas
basadas en la economía social y solidaria han proliferado en los últimos años.
Un auge que se ha producido tras la crisis económica que dejó a muchos
ciudadanos en el paro y que obligó a no pocos emprendedores a reinventarse. El
cooperativismo –una de las fórmulas de economía social y solidaria con más
tradición en Catalunya– ha sido una salida para muchas personas que han
descubierto que la transformación del sistema económico dominante es posible. “No
es que sea posible: es que es una realidad”, matiza August Corrons, profesor de
Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Corrons
asegura que la economía social y solidaria ya representa cerca del 10% del PIB
de Barcelona. “La crisis trajo consigo un cambio de
valores”, apunta el experto de la UOC, que añade que, en algunos casos,
estos nuevos valores han calado hondo y se han consolidado en el talante de las
personas. Y es que cada vez se percibe más sensibilidad hacia todo lo
relacionado con la solidaridad o la sostenibilidad, si bien August Corrons reconoce
que
“aún
queda mucho camino por recorrer si se quiere normalizar su existencia”. El
profesor también alerta de que “algunos de estos valores han desaparecido
cuando también lo ha hecho la crisis”.
“Las
ventajas de este tipo de economía –detalla Corrons– se centran
en sus aportaciones para alcanzar la sostenibilidad integral, tanto en el
ámbito económico como en el social y medioambiental”. Una de sus
características es que “pone a las personas en el centro de todo, en lugar
de poner al dinero, dejando a este como una mera unidad de intercambio al
servicio de la sociedad”, explica el experto.
Iniciativas
de todo tipo.
En
el cajón de la economía social y solidaria cabe mucho más que los comestibles
ecológicos y de proximidad o la moda sostenible, que son quizás los sectores
más populares. Edgar Baldrich y Laia Vílchez lo vieron claro.
Provenientes de la pedagogía y la geografía, estos dos vecinos de Santa
Coloma de Gramenet pensaron en crear una actividad de ocio dirigida a los
más jóvenes y que tuviese un componente educativo. Así nació hace unos meses Cosment
Room, un scape room que no solo invita a pasarlo bien,
sino que exige pensar y reflexionar para poder salir de él.
“Lo
primero que nos planteamos era cómo hacerlo viable. Ninguno de los dos tenía
experiencia empresarial”, explica Edgar. “A
través de Grameimpuls, conocimos el cooperativismo, que hasta entonces
yo asociaba al sector primario. Pero vimos que era una buena forma jurídica
para nosotros”, añade. Los dos toman las decisiones juntos y
reconocen que se ponen de acuerdo fácilmente. “Los primeros meses han
sido difíciles, pero gratificantes”, asegura Laia, que destaca
la buena acogida que el proyecto ha tenido entre las familias que ya han
participado en él.
En
Santa Coloma hay varias iniciativas, y todas muy heterogéneas,
dentro de la economía social. En cuanto al consumo de productos alimentarios,
una de las cooperativas de reciente creación es L’Obrador de Gramenet.
Justo se cumple un año de su puesta en marcha después de que Juanjo Moreno
se quedara en el paro. Su experiencia como panadero le llevó a idear este
proyecto empresarial. Junto a dos socios más crearon L’Obrador.
“Queríamos
una gestión democrática, así que creamos la cooperativa para tomar las
decisiones estratégicas de manera asamblearia”,
detalla Rafa Gálvez, uno de los socios.
Además
de estar constituidos en forma de cooperativa y elaborar su pan con productos
ecológicos y de proximidad, L’Obrador de Gramenet ha recibido
asesoramiento del Ateneu Cooperatiu del Barcelonès Nord; trabaja con el
servicio financiero de Coop57 –una cooperativa de servicios financieros
éticos y solidarios–; sirve sus productos a algunos grupos de consumo del
municipio; y es socio de Som Energia –una cooperativa de consumo de
energía verde sin ánimo de lucro–. Ellos lo llaman “intercooperación”,
una manera de darse a conocer en todos los sectores y ayudarse los unos a los otros.
Así
trabajan también en el Ateneu Cooperatiu del Barcelonès Nord, que nació
para acompañar y dar visibilidad a las cooperativas, “crear puestos de
trabajo de calidad y ofrecer formación en las escuelas”, detalla Anna
Abellán, una de las impulsoras. El Ateneu acompañó a una veintena de
nuevas cooperativas en la primera edición de la feria de economía social y
solidaria, organizada en 2017, y 50 en la segunda, en 2018.
Anna
es también una de las creadoras de La Sargantana, un restaurante que
ofrece actividades culturales y que se transformó en cooperativa 12 años
después de su fundación.
“Esta
forma respondía mucho mejor a nuestra manera de tomar las decisiones diarias y
nos permitió vincular a todos aquellos que quisieran formar parte del
proyecto”, asegura Anna. “Ahora hay más interés por saber y conocer qué
significa la economía social y cómo se puede practicar”,
constata.
Toni
Forteza es uno de los usuarios de La Sargantana. Él
es de Badalona y socio de cinco cooperativas de alimentación, energía y movilidad.
“A
mí me parece que el de las cooperativas es el paso necesario para cambiar el
modelo actual. Además de la elección más filosófica, ser
cooperativista me permite hacer un consumo más consciente”, asegura Toni.
“Considero que el sistema capitalista actual ha adoptado su forma más feroz: el
dinero ha pasado por encima de las personas, la democracia…, por encima
de todo”, lamenta. “Creo que hay que tomar partido, y la economía social y
solidaria es una apuesta por la transformación”, concluye el usuario.
También
en Badalona está eclosionando un nuevo proyecto de
cooperativa de viviendas –otro sector en auge en la economía social–: AflorEM,
un grupo de personas que han impulsado viviendas colaborativas dentro de CohousingLab.
En la ciudad, el proyecto gira en torno a personas que sufren esclerosis
múltiple. La idea es construir un edificio en la calle Progrés donde los
socios de la cooperativa puedan tener su vivienda privada y disponer de
espacios comunes para hacer la rehabilitación o los ejercicios que necesiten.
“Hemos
detectado que hay personas que sufren esta enfermedad
y viven disgregadas, cosa que les dificulta desplazarse hasta el lugar en el
que pueden hacer la rehabilitación”, dice Ana Fernández, cofundadora de
CohousingLab.
Necesitan conseguir 12
socios para llevar a cabo el proyecto. De momento tienen tres. Por ello lo
han abierto a otras personas que acrediten una discapacidad física y que puedan
beneficiarse de los espacios que se crearán en esta cooperativa.
También
en el sector sanitario
En
el ámbito sanitario algunas iniciativas trabajan para ofrecer servicios de
forma integrativa, recurriendo a la medicina convencional y a la natural. Así
nació la Cos, una cooperativa de salud que se creó en 2011 en Barcelona
para
“dar
respuesta a necesidades que se detectaban en las familias”,
recuerda Mireia Bosch, de la Cos. “Queríamos dar una atención
global, que integrara una mirada alternativa en la medicina convencional, como
la naturopatía o la osteopatía”, añade Mireia. “Es
entender el cuerpo y la salud como un todo”, defiende. La Cos está
formada por siete socias, en ella trabajan 30 personas de diferentes
disciplinas del ámbito de la salud y el perfil del usuario es muy diverso. “Al
principio era muy familiar, pero ahora ya nos conoce más gente. Hay quienes han
venido para un servicio puntual y han empezado a visitarse con otros
profesionales”, dice Mireia.
Elisenda
Flo conoció la Cos a través de su hermana pequeña. Empezó a
visitarse con un osteópata de la cooperativa tras sufrir lumbalgia y tensión en
la espalda. Después empezó a ser usuaria de la medicina general, terapia neural
y nutrición. También masaje, reflexología y kinesiología. “Es un espacio
en el que me siento escuchada y acompañada. He aprendido a escucharme
y a estar atenta a mis necesidades”, explica Elisenda. Ahora continúa
en la Cos por los resultados obtenidos, pero reconoce el valor añadido
que supone que en la cooperativa trabajen bajo el marco de la economía social y
solidaria. “Además de socia de la Cos, lo soy de Sostre Cívic, Arç
Cooperativa, la revista Opcions, Abacus y la Caixa d’Enginyers”, detalla
Elisenda.
En
Catalunya se creó en 2003 la Xarxa d’Economia Solidària (XES),
cuya función no es otra que unir esfuerzos y reforzar la relación entre este
sector económico y la Administración. Cuenta con 270 entidades socias.
Y, contando a los socios a título individual, son más de 400 miembros. Alba
Hierro, miembro de la XES, coincide con el profesor de la UOC en
que la crisis económica trajo un “auge del cooperativismo por la
precarización de los puestos de trabajo”. Hierro constata que hay cada
vez más personas interesadas en la economía social y solidaria, “pero es
necesario ver qué puede pasar en los próximos ciclos económicos”, apunta.
Pam a Pam,
el mapa de las cooperativas
Junto
a la oenegé Setem, la XES es una de las impulsoras de Pam a Pam, una
herramienta digital que permite conocer todas las iniciativas
que existen en el ámbito de la economía social y solidaria en Catalunya.
En la actualidad ya están registrados unos 900 proyectos, el 80% de
ellos ubicados en Barcelona y su área metropolitana. Los hay de todo
tipo: de productos de consumo diario –como por ejemplo alimentos o de
higiene–, restaurantes, proyectos culturales, cooperativas de energía, de
movilidad, de salud… Pam a Pam, que nació en el año 2012 en Barcelona
pero que se ha ido ampliando a otros municipios de toda Catalunya,
tiene dos grandes objetivos.
“Uno
es de consulta: si quieres pantalones, por ejemplo, puedes buscarlos cerca de
tu casa; y el otro es dar a conocer la economía social y solidaria”, detalla
Alba Hierro, también técnica de Pam a Pam.
La
idea del mapa, narra, es que este se vaya alimentando de
forma colaborativa a través de una comunidad de personas que deseen formar
parte del proyecto y que rastreen iniciativas de este tipo. Pam a Pam, de
hecho, ya ha formado a más de 400 personas para ayudar a encontrar
iniciativas y ubicarlas en el mapa. De todas ellas, están activas entre 40 y 50
en toda Catalunya. Se distribuyen por barrios y dan a conocer la
herramienta a los responsables de los proyectos que pueden cumplir los “requisitos”
para formar parte de Pam a Pam. Es decir: que cumplen con los principios de
la economía social y solidaria. De este modo, la herramienta colectiva permite
a los usuarios saber de qué disponen a su alrededor, pero también crear una red
de iniciativas que se complementan entre ellas.
Este
mapa de la economía social y solidaria recibe cerca de 20.000
visitas al año. “Hemos tenido un crecimiento progresivo”,
mantiene Alba Hierro. En el último año se han añadido 200 iniciativas de
las casi 900 con las que hoy cuenta Pam a Pam. El objetivo de sus
impulsores es terminar este 2019 con 1.000 proyectos localizados en este mapa,
que también promueve el consumo responsable. La XES reconoce que la
economía solidaria está llegando cada vez más al ciudadano de a pie, no solo a
quienes han defendido siempre un modelo como este. “Se dan recursos para
ofrecer alternativas a los emprendedores”, afirma Hierro, y dice que
coinciden varios factores, como un impulso del movimiento social y la
incidencia de la Administración.
La
implicación de la Administración
“Cualquier
acción que se lleve a cabo desde la Administración pública para fomentar la
economía social y solidaria será muy bien recibida,
desde las cláusulas sociales en las contrataciones públicas hasta la concesión
de ayudas para fomentar este tipo de economía, su visibilidad, el
empoderamiento de las personas…”, afirma el experto August Corrons, de la
UOC. “Si tiene que tomar forma de ley catalana, adelante, siempre y cuando
no se pierda el objetivo de la economía solidaria: que las personas usen el
dinero como herramienta para el desarrollo”, alerta.
Es
precisamente la ley catalana de la economía social y solidaria en
lo que trabaja la XES, que a principios de octubre aprobó en asamblea un
documento con las bases de la futura normativa. En enero, la Generalitat de
Catalunya encargó a la Associació Economia Social Catalunya (Aescat)
participar en la articulación de la futura ley, siendo esta uno de los
compromisos del Gobierno catalán para esta legislatura. “Es el
inicio hacia un marco de reconocimiento jurídico y político de la economía
social y solidaria en nuestro país”, afirmaba la XES tras la asamblea.
OCTAVA FERIA DE LA ECONOMIA SOLIDARIA
El pasado fin de
semana, el recinto de la Fabra i Coats de Barcelona acogió la octava edición de
la Fira d’Economia Solidària de Catalunya (FESC), un
encuentro anual de diferentes iniciativas catalanas en el que se organizan
actividades entorno a temáticas como la vivienda, la alimentación, el ocio, la
educación, las finanzas éticas o la tecnología. Este año ha puesto el foco
en las “resistencias”. “Es un guiño a la actualidad política y social
tras el auge del fascismo que se ha producido tras algunas jornadas
electorales”, afirma Alba Hierro, coordinadora de la FESC. La feria, organizada por la Xarxa d’Economia Solidària,
recibe unas 11.000 visitas y reúne una gran diversidad de prácticas existentes
en Catalunya.
*****
No hay comentarios:
Publicar un comentario