LA
DERECHA LATINOAMERICANA SE PUDRE.
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Emir Sader.
Rebelión
miércoles 9 de octubre del 2019.
El retorno eufórico de la derecha a gobiernos
latinoamericanos ha producido la derrota espectacular de Mauricio Macri, el estado de excepción de Lenín Moreno en Ecuador para intentar contener la
ira popular en contra de su paquete neoliberal y la proyección de Bolsonaro como el más ridículo, bufón y grotesco jefe
de Estado del mundo. Esos eran los personajes que iban a poner las
economías de nuestros países en línea, a sanear las finanzas públicas, a
recuperar el prestigio internacional de nuestros países, a terminar con la
corrupción, a superar los gobiernos populistas y a lograr para nuestros países
la estabilidad, el desarrollo y el bienestar social.
Han pasado pocos años, no muchos meses, para que
los heroicos personajes de la restauración neoliberal sean ridiculizados
–Macri, Lenín Moreno, Bolsonaro-. ¿Quién da algo por ellos? ¿Quién
cree que Macri va a dar vuelta a las elecciones argentinas? ¿Quién cree
que Moreno va a lograr salir indemne de la crisis ecuatoriana actual?
¿Quién cree que Bolsonaro es el futuro de Brasil?
La derecha ha vuelto al gobierno de países que
habían recuperado los pueblos de esos países haciendo que volvieran a crecer, en los que
se había reducido la desigualdad, recuperado las buenas relaciones
de cooperación con sus vecinos, logrado estabilidad política, convivencia pacífica
y democrática entre las fuerzas políticas, sociales y culturales y se
consiguiera que el Estado fuese respetado debido a sus políticas de gobernar
para todos y garantizar los derechos de todos. ¡Basta mirar cuál es la
situación de países como Argentina, Brasil, Ecuador, entregados a la recesión,
al desempleo, a la miseria, a la perdida de apoyo y de legitimidad de sus
gobiernos, a pocos años de que presidentes de derecha hayan vuelto al
gobierno de esos países, para darnos cuenta de que la derecha hizo de todo,
legal e ilegal, para frenar a los gobiernos de izquierda y volver a la
presidencia de esos países!
¡Lo que era el Ecuador de Rafael Correa y lo que se
ha vuelto en manos de alguien elegido en base al éxito del gobierno de Correa,
para traicionar a todo con lo que se había elegido, hacer lo que la derecha
planteaba y poner al país al borde del caos, con ocupación militar de las
calles de Ecuador!
Lo que era el Brasil de Lula, país
respetado a nivel mundial, con un presidente que ha dejado su mandato con el
80% de referencias negativas en los medios, pero con el 87% de apoyo de
la población. Brasil crecía y distribuía renta, saliendo del Mapa del
hambre. Y lo que es en manos de un presidente que nadie respeta, que ha
hecho volver al país la miseria y la violencia desenfrenada.
Néstor y Cristina rescataron a Argentina de la peor
crisis de su historia, logrando que el país vuelva a desarrollarse y a
generar empleos. Lograron superar el endeudamiento con el FMI y volvió a
ser un país respetado en el mundo. En comparación con el país que Macri
no tiene vergüenza de entregar de nuevo a las fuerzas democráticas, un
país que cumple tres años de estanflación, con el pueblo sufriendo miseria y
hambre.
Pero hay una lógica en la locura de lo que la
derecha hace en esos países y quiere hacer en otros. Su misión es, antes que
nada, hacer perder legitimidad y apoyo popular a los liderazgos populares
más importantes que esos países han tenido. Esos líderes se han convertido
en los principales enemigos de las oligarquías locales y de la política
norteamericana, porque con sus políticas consiguieran la confianza de sus pueblos y el prestigio
internacional, con políticas que privilegian los procesos de integración
regional y no los tratados de libre comercio con los EE.UU.
En segundo lugar, para substituir las políticas
económicas que han privilegiado el desarrollo del mercado interno de consumo de
masas, por el retorno de las políticas de ajuste fiscal, que promueven
los intereses del capital financiero. Retoman el modelo neoliberal, vigente en el capitalismo
mundial, a pesar de que ha llevado a las grandes potencias a una
profunda y prolongada recesión. Sacar el modelo antineoliberal es
terminar con un ejemplo de política económica alternativa, que prueba que no
hay un solo camino, como el consenso de Washington y el pensamiento único
tratan de imponer.
La derecha latinoamericana volvió a los gobiernos
de países como Argentina, Brasil, Ecuador, demostrando que no han
aprendido nada de su fracaso anterior y del éxito de los gobiernos
progresistas. Fracasan de nuevo, fracasan mejor,
fracasan más, son y serán derrotadas de nuevo.
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Presidentes de América latina. Neoliberales con política fracasadas, fieles servidores de la Política impuestas por el Fondo Monetario Internacional -. FM:I. Macri, de Argentina, Moreno de Ecuador, Duque de Colombia, Vizcarra de Perú, Bolsonaro de Brasil, Piñera de Chile. Hoy Argentina, Ecuador y Brasil son centro de grandes conflictos sociales y políticas ante el fracaso total de las políticas neoliberales. Perú, es la lucha contra la corrupción y un Congreso absolutamente fracasado y el fiel servidor de la corrupción. Chile Centro de la lucha con los pueblos originarios, Mapuches y lucha de los trabajadores por las 8 horas de trabajo. Colombia, tiene grandes e históricos problemas estructurales: Narcotráfico, guerrillas internas, desplazados internos más 7 millones, lucha con los pueblos originarios y el primer país de inseguridad de líderes sindicales y pueblos indígenas. Asesinatos selectivos.
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AMÉRICA LATINA. LA DERECHA INCENDIA LA
REGIÓN: ESTALLIDOS SOCIALES, REALIDAD REAL Y REALIDAD VIRTUAL.
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Aram Aharonian.
ALAI.
América latina en Movimiento.
Viernes 11
de octubre del 2919.
Las políticas neoliberales de varios
gobiernos de derecha en nuestra región despertaron la protesta y efervescencia
social. Las protestas callejeras en Ecuador, Perú, Argentina, Brasil, entre
otras naciones tienen en común el rechazo a las políticas económicas
neoliberales, impulsadas por Washington y el Fondo Monetario Internacional, el
repudio a la corrupción de las dirigencias políticas y los abusos
empresariales.
Son
los pueblos los que vienen haciendo el balance de la enorme desigualdad social,
la alta concentración de la riqueza en cada vez menos manos, la profundización
de la inequidad social y la consolidación de lacras como el narcotráfico, la
corrupción y la delincuencia común como corolario del crecimiento de la
pobreza, los procesos migratorios, la pérdida de soberanía y la desvergüenza de
los gobiernos y parlamentos, o sea la elite política, el poder fáctico
Mientras,
las grandes trasnacionales se han ido apropiando de nuestros yacimientos,
bosques y fuentes acuíferas, favorecidos por privatizaciones y licitaciones a
dedo de empresas nacionales. Son ellas las que van dictando las decisiones
políticas, sobornando trasnacionalmente a nuestros gobernantes, amparados por
tratados de libre comercio depredadores de nuestras economías y de nuestras soberanías
Pero
ellas también controlan los grandes medios de comunicación y las redes
sociales. Por eso no es de extrañar que los principales medios (diarios,
portales, televisoras) de nuestro continente se hayan abstenido de informar lo
que realmente sucede en Ecuador hoy, como tampoco lo hacen con las matanzas y
el narcotráfico y paramilitarismo en Colombia, la corrupción parlamentaria en
Perú, y también la calamitosa situación en Haití que ocultan.
La
información hoy nos llega directamente a través de los protagonistas, de
aquellos que en las calles se juegan el futuro de sus patrias, salteándose la
censura de las llamadas redes sociales. Nuevamente la realidad virtual
fabricada por los medios hegemónicos -siguiendo las directivas del Departamento
de Estado estadounidense y del Comando Sur-, se debate contra la realidad-real:
los pueblos en las calles, los estallidos sociales.
Y desde
las usinas de la desinformación salen lastimosos esfuerzos por imponer sus
imaginarios colectivos. Como que la Secretaría General de la OEA
“condena
enérgicamente los actos de violencia registrados en los últimos días en Quito.
Es totalmente inaceptable el secuestro de policías y militares, así como el
destrozo y saqueo de bienes públicos, el incendio de patrulleros y ataques a
ambulancias”. El pueblo no existe para ellos.
Y,
paradojalmente, considera fundamental que todas las partes respeten el término
constitucional por el que fue electo el presidente Lenin Moreno y reitera su
rechazo a cualquier forma de interrupción de su gobierno. ¿Por qué no sostienen
el mismo discurso para con Venezuela?
La
culpa la tienen los otros, para la derecha. Lenín Moreno responsabilizó a
Rafael Correa y Nicolás Maduro de querer dar un golpe de Estado en su país,
y la prensa hegemónica quiso imponerlo como imaginario colectivo.
Sin
ningún pudor, Moreno dijo que
“hay individuos
externos pagados y organizados para utilizar la movilización de los indígenas
con fines de saqueo y desestabilización”, denunció el mandatario. Quizá estos elementos extraños
lograron disfrazarse de millones de ciudadanos, de campesinos, trabajadores,
estudiantes, indígenas.
La derecha incendia la
región
Hagamos
un cuadro de situación de la región: Donald Trump enfrenta un juicio
político, Iván Duque viene de hacer el ridículo en Naciones Unidas al
presentar un dossier para atacar a Venezuela mientas en su país siguen los
asesinatos de líderes sociales, campesinos, indígenas y hasta de candidatos a
las elecciones regionales.
Y
hay que recordar que Colombia sigue siendo el principal exportador de cocaína
del mundo, con destino a asegurar el abastecimiento del mercado estadounidense.
Jair Bolsonaro viene de haber protagonizado uno de los más vergonzosos
discursos en la ONU. La elite política del Perú hace aguas por todos lados,
mientras el pueblo en la calle exige que se vayan todos (los políticos,
claro) en medio de una corrupción generalizada que incluyó nada menos
que a los últimos cinco presidentes.
Perú
es también sede del vociferante Grupo de Lima, armado por Washington
para agredir a Venezuela. Mauricio Macri está en su cuenta regresiva
tras con una crisis económico, financiera y social sin precedentes, tras sumir
al país en la pobreza, el desempleo y la fuga estrepitosa de capitales.
El
presidente de Honduras Juan Orlando Hernández, instalado con fraudes
electorales por Washington, quedó al descubierto como otro narcopolítico:
recibió millones de dólares de quizá el narcotraficante más mediático de los
últimos tiempos, el Chapo Guzmán.
Mientras,
el (¿aún?) presidente ecuatoriano Lenín Moreno, entró en la vorágine de
los paquetazos fondomonetaristas y logró que se levantara el pueblo exigiendo
su renuncia inmediata. Moreno, quien llegó a la presidencia bajo el ala del expresidente
Rafael Correa optó por lo que hacen todos los gobiernos de derecha: la
brutal represión y la imposición del estado de excepción, que incluye la
censura de prensa, mientras huía a Guayaquil.
Trump
y los gobiernos aliados-cómplices de la derecha regional, están experimentando
–en distintas magnitudes- crisis simultáneas, pero siempre obviando hablar de
sus temas internos, de sus problemas, de su desprecio por los pueblos y
haciendo lo que siempre: echarle la culpa de su corrupción y mal gobierno a los
de afuera. Es mucho más fácil y para ello cuentan no solo con el apoyo
estadounidense, de la triste Organización de Estados Americanos (OEA) y de los
medios cartelizados, trasnacionales y nacionales.
En
los últimos tiempos, la culpa de todo lo que les sucedía se las endosaban al
gobierno venezolano, al que no han logrado derrocar pese a todos sus esfuerzos,
amenazas, bloqueos, campañas de desinformación, fake-news… Pero las
realidades de sus países, de las que ninguno de estos presidentes habló en la
ONU, van explotando, van incendiando la región.
Este
incendio no lo pueden apagar y quizá apelen a algún tipo de agresión mayor a
Venezuela, a través del alicaído Grupo de Lima, la OEA o el belicista
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Una –otra- forma de
desviar la atención de los problemas internos de sus países, de las masacres,
del irrespeto a los derechos humanos, del hambre y la miseria en que sumieron a
sus pueblos.
También
ha quedado el publicitado combate a las drogas y al narcotráfico, bandera de
Washington adoptada por estos gobiernos xenuflexos. Más allá del vergonzoso
discurso de Duque en la ONU, el autoproclamo presidente interino de
Venezuela, Juna Guaidó, apareció en videos y fotos amparado y protegido
por grupos paramilitares y narcotraficantes colombianos. Súmelo a ello
el escándalo del narcopresidente hondureño.
No
es casual que el pedido de juicio político a Trump sobreviniera tras el
discurso del mandatario estadounidense en la ONU, donde una vez más
restó su responsabilidad en los errores y horrores de sus políticas –y de todos
los males del mundo- y se los endosó a aquellos países que considera sus
enemigos, como China, Rusia, Irán, Corea del Norte Nicaragua, Venezuela.
Los gobiernos neoliberales están incendiando
nuevamente la región. ¿Es hora del regreso de gobiernos progresistas?
ARAM
AHARONIAN. Periodista
y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside
la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la) y surysurtv.
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