"La FAO recomienda que se adopten medidas en dos
frentes. El primero, salvaguardar
la seguridad alimentaria y la nutrición por medio de políticas
económicas y sociales que ayuden a contrarrestar los efectos de las
desaceleraciones de la economía, tales como garantizar fondos para las redes de
seguridad social y garantizar el acceso universal a la salud y la educación.
El segundo, hacer
frente a las desigualdades existentes en todos los niveles por medio de
políticas multisectoriales que permitan lograr formas sostenibles de
escapar de la inseguridad alimentaria y la malnutrición".
"La otra gran paradoja de nuestro mundo actual es
que no sólo aumenta el hambre. La obesidad se ha
convertido en una plaga que no diferencia países ricos o pobres, del norte o
del sur, desarrollados o no, ni las barreras de género, ni las edades. Es una
amenaza perfectamente globalizada. El sobrepeso y la obesidad han aumentado en
todas las regiones sin excepción con cifras impresionantes. Unos 2000
millones de adultos –más del doble de la cifra de hambrientos– padecen sobrepeso, al igual que unos 207 millones
de adolescentes y 131 millones de niños de entre 5 y 9 años: casi un
tercio de los adolescentes y adultos que padecen sobrepeso son también
obesos".
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EL
HAMBRE EN EL MUNDO, UN PASO ADELANTE, DOS ATRÁS.
Suplemento
realizado por FAO (Naciones Unidas)
*****
Enrique
Yeves.
La Monde
Diplomatique.
Miércoles 9
de octubre del 2019.
No vamos en la dirección correcta. Un pasito
adelante, dos atrás. La lucha contra el hambre en el mundo es una historia de
frustración para una generación, la nuestra, que podría –y debería– ser la
primera en la historia que consiguiera erradicarla.
Tras varias décadas de descenso continuado en el
número de personas que sufren hambre esta tendencia positiva se
ha invertido de nuevo, confirmando la tendencia de los últimos tres años. Y no
deja de ser irónico que este aumento sea precisamente a partir del 2015, el
mismo año en que la comunidad internacional se comprometió a su erradicación
para el año 2030 en el marco de los denominados Objetivos de Desarrollo
Sostenible firmados con toda pompa diplomática en la Asamblea General de
Naciones Unidas por los dignatarios de 194 países.
Los últimos datos de la Organización de Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) (1) son
contundentes al respecto y confirman el incremento de los últimos años, un
aumento lento pero constante, que sitúa la cifra actual en unos 820 millones de
personas las que padecen hambre, lo cual
pone en entredicho claramente el objetivo de hambre cero de la agenda 2030.
El hambre está aumentando en casi todas las
regiones africanas, lo que hace de África la región donde la subalimentación es más
elevada desde el punto de vista proporcional, en torno casi del 20 por ciento.
También se incrementa en América Latina y el Caribe, un retroceso en una zona
que había vivido una década dorada en la reducción del hambre y la pobreza,
situándose ahora en torno al 7 por ciento. Y en Asia hay también un incremento
continuo desde 2010 y en la actualidad más del 12 por ciento de su población se
encuentra subalimentada.
Según los datos de la FAO, el hambre ha aumentado
en muchos países donde la economía se ha ralentizado o contraído, sobre todo
en países de ingresos medios. De los 65 países donde han sido más intensas las
repercusiones adversas de las desaceleraciones y debilitamientos de la economía
en la seguridad alimentaria y la nutrición, 52 dependen en gran medida de las
exportaciones o importaciones de productos básicos primarios. Estas
desaceleraciones o debilitamientos de la economía afectan negativamente de
forma desproporcionada la seguridad alimentaria y la nutrición allí donde las
desigualdades son mayores. En palabras sencillas: las víctimas de las
periódicas crisis económicas son principalmente las capas más vulnerables y desfavorecidas.
El hambre en el mundo. Los Niños son los más castigados. En un planeta donde 8 Billonarios han concentrado el 82% de la riqueza mundial y 5 de ellos tienen más dinero que el 50% - 3,700 millones - de seres humanos más pobres del mundo. Esta es la Desigualdad económico-social, vil,salvaje e inhumana que nos deja la globalización neoliberal.
***
Mientras en el pasado la FAO ya puso de relieve
cómo el conflicto y los fenómenos extremos del clima –el cambio climático– agravan
estas tendencias negativas, ahora la Organización hace hincapié en la
importancia de la desaceleración económica y señala que
“con el fin
de proteger la seguridad alimentaria y la nutrición resulta fundamental
disponer de políticas económicas y sociales que combatan los efectos de los
ciclos económicos adversos cuando estos llegan, evitando al mismo tiempo a toda
costa los recortes en servicios esenciales como la asistencia sanitaria y la
educación. Sin embargo, a más largo plazo esto sólo será posible impulsando una
transformación estructural e inclusiva a favor de los pobres, especialmente en
países que dependen en gran medida de productos básicos primarios” (2).
De todas formas, como ha quedado claro en los
últimos años y los estudios empíricos han demostrado, un crecimiento económico
sólido no contribuye necesariamente a reducir la pobreza y a mejorar la
seguridad alimentaria y nutrición. El crecimiento económico, si bien es
necesario, puede no ser suficiente sino se acompaña con políticas claras de
distribución de la riqueza. La desigualdad de ingresos es un problema
clave en nuestros días ya que va en aumento en casi la mitad de los países del
mundo, incluidos numerosos países de ingresos medianos y bajos. Cabe señalar
que varios países de África y Asia han registrado un gran aumento de la
desigualdad de ingresos en los últimos 15 años.
En países en los que la desigualdad es mayor,
las desaceleraciones y debilitamientos de la economía tienen un efecto desproporcionado
en las poblaciones de bajos ingresos por lo que se refiere a la seguridad
alimentaria y nutricional ya que utilizan buena parte de sus ingresos para la
compra de alimentos.
La FAO recomienda que se adopten medidas en dos
frentes. El primero, salvaguardar
la seguridad alimentaria y la nutrición por medio de políticas
económicas y sociales que ayuden a contrarrestar los efectos de las
desaceleraciones de la economía, tales como garantizar fondos para las redes de
seguridad social y garantizar el acceso universal a la salud y la educación.
El segundo, hacer
frente a las desigualdades existentes en todos los niveles por medio de
políticas multisectoriales que permitan lograr formas sostenibles de
escapar de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
La otra gran paradoja de nuestro mundo actual es
que no sólo aumenta el hambre. La obesidad se ha
convertido en una plaga que no diferencia países ricos o pobres, del norte o
del sur, desarrollados o no, ni las barreras de género, ni las edades. Es una
amenaza perfectamente globalizada. El sobrepeso y la obesidad han aumentado en
todas las regiones sin excepción con cifras impresionantes. Unos 2000
millones de adultos –más del doble de la cifra de hambrientos– padecen sobrepeso, al igual que unos 207 millones
de adolescentes y 131 millones de niños de entre 5 y 9 años: casi un
tercio de los adolescentes y adultos que padecen sobrepeso son también
obesos.
Todo este incierto panorama nos lleva a concluir
que estamos cada vez más lejos de alcanzar las metas fijadas para el año 2030
de hambre cero. Bien al contrario, desde que se firmó dicho
objetivo los datos van de mal en peor: 820 millones de hambrientos en un
planeta que produce casi el doble de lo necesario son un escándalo moral, ético y económico en pleno siglo XXI de
vanguardia tecnológica y capacidad de producción sin precedentes.
Notas:
(1) El
Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019, FAO, Roma,
2019.
(2) El
Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019, FAO, Roma,
2019.
Enrique Yeves es el Director de FAO en España.
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