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“Frente a la
situación actual en el país, las elites de poder –además de la represión-
se encierran en sus propios “acuerdos”, se escudan en sus
instituciones a mal traer (corrompidas) y no les interesa escuchar y actuar conforme
a los designios de la voz de una sociedad que clama por igualdad,
justicia, participación decisoria, reconocimiento, soberanía real. ¿De
nuevo, pero entonces cómo puede hablarse de que hay que cuidar “la
democracia”? Lo que tenemos en verdad es una seudo democracia, seudo
representativa. Una pseudo democracia que les garantiza a ellos, la
minoría, el poder que han ido acumulando desde la época de A. Pinochet”.
“Ahí están: tanto la desigualdad estructural en el país (de acceso al poder, el tener, el saber y el comunicar), como el claro divorcio entre los propósitos de la elite política y de poder y las necesidades del pueblo ciudadano. Un dato esclarecedor al respecto es el que aporta Latinobarómetro (2019) a la consulta: ¿para quién cree usted que se gobierna? En el caso de Chile, el 74% afirma que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio. Y el promedio latinoamericano es aún peor: el 79% de los consultados afirma que se gobierna en función de unos cuantos grupos poderosos”.
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CHILE. Octubre 2019. Un millón de Ciudadanos chilenos movilizados, primero transformaron la Plaza Italia, por la P¨laza de la Dignidad y segundo, piden la renuncia del presidente PIÑERA por el responsable directo de la represión y los crímenes d lesa humanidad que se comente en las calles y plazas públicas por los Carabineros.
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CHILE. ¿CUÁL “DEMOCRACIA” TENEMOS QUE CUIDAR?
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Por
Pablo Salvat B. 09/03/2020 | Chile.
Fuentes: Crónica Digital
Rebelión lunes 9 de marzo del 2020.
Suma y sigue. Llevamos ya 33 fallecidos desde
octubre pasado (los dos últimos, jóvenes fallecidos debido a la acción de
Carabineros, nuevamente).
A lo que hay que sumar unas 5.558 personas que
han denunciado violaciones a sus derechos según la Fiscalía Nacional. Y, claro está, no podemos dejar en el olvido los
más de 400 jóvenes que han perdido uno o dos de sus ojos, en un estilo
de represión inmisericorde y cruel, completamente indigno de una policía
que dice actuar en el marco de un orden “democrático”. Podemos imaginar que este balance será peor aún
después de las aprobaciones de una legislación represiva en el Congreso.
Estamos al parecer en medio ya de un estado de excepción, convertido en
algo permanente. ¿Por qué los media “nacionales” no se toman el
tiempo de comparar el trato que reciben los “chalecos amarillos” en Francia;
o los que protestan en Hong Kong de parte de sus policías? Y ahí, las
protestan llevan bastante más de tres o cuatro meses.
Partimos por estas consideraciones en un mínimo gesto de solidaridad, algo que no tienen ni las autoridades actuales ni tampoco muchos miembros de la susodicha “oposición”. Uno puede hacerse una pregunta al respecto: cómo reprimiría Carabineros si, a la inversa, los que reclamasen y protestasen fuesen personas, jóvenes, pertenecientes al grupo ABC 1, es decir, ¿los hijos y adalides de los más poderosos y ricos del país? ¿Pueden caber dudas que el trato sería muy distinto? La mayoría de seguro diría: claro, el trato de parte de las fuerzas policiales sería distinto
¿Y qué evidencia una respuesta como esos estimados
lectores?
Si antes teníamos un Estado de feble derecho, y uno inexistente desde el punto de los derechos sociales, ahora,
al parecer, estamos entrando lisa y llanamente a un estado de excepción no
confesado como tal. Para eso se han ido aprobando –con la lamentable
complicidad de sectores “opositores”- una serie de medidas que
acentúan el tratamiento represivo para las manifestaciones
sociales que se vienen dando. Es decir, no se afrontan los conflictos preservando
y ampliando el ejercicio democrático del
nosotros, el pueblo, sino al contrario, poniéndole trabas y recurriendo a medios
no- democráticos. Se enfrenta la protesta y el reclamo; las manifestaciones
pacíficas, militarizando el espacio público, haciendo persecuciones
selectivas a líderes sociales que traen muy nefastos recuerdos, controlando
hasta las mismas redes sociales y la televisión. Cosas muy similares realizaba el
régimen del señor general en el pasado cercano.
La élite política y de poder, encerrada en sí misma y desoyendo su cualidad fundamental de ser representantes delegados y temporales de un poder popular soberano, prefieren mirar para otro lado y enfatizar sus intereses egoístas y corporativos, sea nacionales o transnacionales (no podemos olvidar que nuestra economía esta transnacionalizada y que buena parte de los recursos del país está hoy en manos extranjeras), acompañado de la demonización, la estigmatización, la condena supuestamente moralizante de todos aquellos que se muestran disconformes y contrarios al orden neoliberal actual apelando al manido discurso de la “violencia¨. Es una elite, además, lamentablemente neocolonial (veamos si no su implicancia con el Sr. Trump y el Grupo de Lima)
CHILE. La élite política y de poder, encerrada en sí misma y desoyendo su cualidad fundamental de ser representantes delegados y temporales de un poder popular soberano, prefieren mirar para otro lado y enfatizar sus intereses egoístas y corporativos, sea nacionales o transnacionales, acompañado de la demonización, la estigmatización, la condena supuestamente moralizante. Es una élite, además, lamentablemente neocolonial.
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Es decir, pretenden que este orden neoliberal es
algo para la eternidad (que no
puede tener alternativas) y que cuenta (sus instituciones ad hoc) con toda
la legitimidad popular para seguir funcionando incluso, contra la experiencia y
voz de las mayorías. Porque, lo sabemos, según los neoliberales, la voz
del pueblo no es la voz de Dios, sino una voz equivocada e irracional guiada
siempre por “oscuras” intenciones, manipuladas por una voz del “mal” que
hay que controlar. Y cuando sea necesario, reprimir pues,
sin consideraciones y sin respetar los protocolos internacionales de derechos
humanos
Singular manera de entender su democracia es esta, ¿no le parece? Veamos algunos números de esa supuesta
legitimidad: según la última CEP, Piñera no pasa del 10% de aprobación.
El gobierno mismo es reprobado con más de 70% sostenido en todos estos
meses. Los señores parlamentarios obtienen un muy magro 3% de confianza
ciudadana.
La desconfianza en el Congreso tiene un 97%. Qué le parecen estos números lector/lectora? ¿Les importa la “voz del pueblo” a los actuales mandantes? ¿Su situación real? ¿Muy poco, no es verdad?
Las instituciones del escenario neoliberal se
muestran incapaces de atender y procesar las demandas sociales y políticas, las cuales se orientan hacia un
republicanismo democrático y social. Por eso se vuelve urgente su
transformación radical, entre otras cosas, mediante la redacción soberana de
una nueva Constitución.
Frente a la situación actual en el país, las elites
de poder –además de la represión-
se encierran en sus propios “acuerdos”, se escudan en sus
instituciones a mal traer (corrompidas) y no les interesa
escuchar y actuar conforme a los designios de la voz de una sociedad que clama
por igualdad, justicia, participación decisoria, reconocimiento,
soberanía real. ¿De nuevo, pero entonces cómo puede hablarse de que
hay que cuidar “la democracia”? Lo que
tenemos en verdad es una seudo democracia, seudo representativa. Una pseudo
democracia que les garantiza a ellos, la minoría, el poder que han ido
acumulando desde la época de A. Pinochet.
Ahí están: tanto la desigualdad estructural en el país (de acceso al poder, el tener, el saber y el comunicar), como el claro divorcio entre los propósitos de la elite política y de poder y las necesidades del pueblo ciudadano. Un dato esclarecedor al respecto es el que aporta Latinobarómetro (2019) a la consulta: ¿para quién cree usted que se gobierna? En el caso de Chile, el 74% afirma que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio. Y el promedio latinoamericano es aún peor: el 79% de los consultados afirma que se gobierna en función de unos cuantos grupos poderosos.
¿Entonces de qué “democracia”
estamos hablando en realidad? Como bien dice G. Vattimo en uno de sus
últimos trabajos “todo el sistema
de democracia modelo, como la norteamericana, es un testimonio estrepitoso de la traición de los ideales democráticos a favor de la
pura y simple plutocracia” (Ecce Comu).
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