CIUDADANOS, 2 hechos dos acontecimientos ejecutados por un "ineficiente" "desubicado" y candidato a "dictador fascista" del presidente Bolsonaro, lo pintan de cuerpo entero, como esta destruyendo la Economía y la Democracia, de todo un país que hace unos cinco años se consideraba entre el sexta a séptima economía mundial, incluso mantenía una posición de privilegio en los países de economías emergentes: el Grupo de países BRICHS. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Todo ello esta hoy en un inmenso despeñadero. Lean los dos artículos.
*****
CORONAVIRUS: BOLSONARO DIO MARCHA ATRÁS CON LA SUSPENSIÓN DE
TRABAJADORES POR CUATRO MESES SIN SUELDO
Tuvo que dejar sin efecto su insólito decreto contra los efectos de
la pandemia en Brasil
*****
Darío Pignotti.
Página/12 lunes 23 de marzo del 2020.
Desde
Brasilia
Jair
Bolsonaro autorizó suspender los contratos de trabajo por cuatro meses y
ratificó su decisión de no decretar la cuarentena para frenar el
coronavirus que en seis días pasó de dos a veinticinco muertos. Horas después,
se vio obligado a retroceder y dejó sin efecto su insólito decreto.
A través
de una medida publicada en la noche del domingo en el Diario Oficial de la
Unión determinó que los patrones están eximidos de abonar los salarios a
partir de hoy y durante 120 días. "Nadie
está dimitiendo a nadie", justificó hoy a la mañana ante los
periodistas apostados frente al Palacio de Alvorada, en Brasilia.
"Esta
es una manera de preservar los empleos, se acorta el período de pre-aviso
(suspensión contrato) y se permite que se den vacaciones (anticipadas), esto es
mejor que ser dimitido". Cuando se le consultó si se arbitrarán
medidas para compensar el mazazo esquivó la respuesta dejándola a cargo del
ministro de Economía, Paulo Guedes, un funcionario que trabajó con
el dictador Augusto Pinochet, a quien le elogia las reformas laboral y
previsional. En el decreto se permite, no se obliga, que los empleadores "concedan
una ayuda compensatoria".
"Los
gobiernos de varios países pagarán los salarios de los empleados para
evitar dimisiones, mientras Bolsonaro penaliza al trabajador en medio
de la pandemia", reprobó Gleisi Hoffmann, presidenta del
Partido de los Trabajadores.
Con casi
12 millones de desocupados Brasil puede saltar a 40 millones según una proyección de
la consultora privada XP.
Al mismo
tiempo que Bolsonaro intentaba mostrar las cualidades de su decreto laboral ante los
movileros, el Banco Central anunciaba la liberación de 68 mil millones de
reales (13.600 millones dólares) para la banca privada en la forma de
reducción del 8 por ciento de depósitos compulsivos. Mientras tanto, en el Supremo
Tribunal Federal ingresó una acción promovida por gobernadores de la
región nordeste contra los recortes impuestos a la Bolsa Familia por Bolsonaro y el ministro Guedes.
El
capitán retirado del ejército justificó este lunes su decisión de no imponer
una cuarentena nacional, al contrario de lo que han hecho varios
gobernadores. Una periodista le preguntó si le preocupa que su imagen esté
cayendo junto con el rechazo que causa su posición (negación) ante el Covid-19. Este
domingo ocurrió el sexto cacerolazo consecutivo en varias capitales donde
volvieron a escucharse consignas como "Fuera Bolsonaro" e
"Impeachment". El gobernante se enojó con la periodista que
lo indagó sobre las encuestas, a quien acusó de comportarse de manera "antipatriótica".
El caso brasileño se proyectaba como una rareza
mundial, con un gobierno empecinado en darle la espalda al coronavirus. La consultora norteamericana Eurasia Group
catalogó al jefe de Estado brasileño como el más "ineficiente"
del mundo en el combate contra la pandemia. La
reacción adversa al decreto en contra de los trabajadores obligó a Bolsonaro a
dar marcha atrás.
/////
BRASIL: POR SI FUERA POCO, UNA CRISIS CON CHINA.
*****
Erik Nepomuceno.
Página/12 domingo 22 de marzo del 2020.
Desde Río de Janeiro. En un solo día, el viernes 20, Brasil vivió una formidable secuencia de turbulencias: el número de casos confirmados de coronavirus se acercó a mil, se constató que el crecimiento ocurre a una velocidad comparable al registrado en Italia al principio del surto, el ministro de Salud Luiz Henrique Mandetta anunció para abril un “colapso” en el sistema público del sector, el gobierno divulgó su nueva proyección de expansión de la economía para cero por ciento y el ultraderechista presidente Jair Bolsonaro afirmó que “por ahora” decretar el estado de sitio "no está en nuestro radar”.
Aprovechó
para recordar, con todas las letras, que en caso de que se
llegue a esa necesidad, no habría dificultades para implementarla (dependería
de aprobación por parte del Congreso, pero siempre existe la salida de un
autogolpe sin más demoras).
Impacta
que un capitán retirado del Ejército por actos de indisciplina
diga todo eso cercado por generales de variadas estrellas, algunos en
actividad, la mayoría en retiro, sin que a ninguno de ellos se les ocurra la
necesidad de manifestarse. Lo ideal, que sería hacer callar al
despotricado presidente, no ocurrirá tan temprano. Pero el silencio es
inquietante y estruendoso.
Es
decir: una economía colapsada (analistas del mercado financiero hablan claramente de
una recesión de hasta el 4%), sistema de salud
colapsado, y la democracia, en
manos de un ultraderechista desequilibrado, acercándose al colapso. Y no
hay salida a la vista.
Todo
eso en un solo día sirvió para ocultar otro campo de crisis: Bolsonaro
intentó hablar por teléfono con el presidente chino, Xi Jinping, quien se negó
a atender la llamada.
El
motivo: hace unos días el diputado nacional Eduardo
Bolsonaro, uno de los tres hijos hidrófobos del presidente, divulgó
por tweet mensajes durísimos acusando a China de ser responsable por
la pandemia del coronavirus y, de paso, pidió que se instale un
régimen de libertad en el país.
De
inmediato el embajador chino en Brasil, el veterano diplomático Yang Wanming,
emitió una nota contundente, diciendo que Eduardo, que integró la
comitiva del papá a Florida, volvió del viaje contaminado por un “virus mental”.
Se
trató de una mención casi explícita al vasallaje de Bolsonaro frente a su
mito Donald Trump, alineándose de manera radical con la política de Washington
de confrontación con China.
Le
tocó entonces al ministro de Aberraciones Exteriores (perdón:
Relaciones), el patético Ernesto Araujo, entrar al ruedo. En un
comunicado oficial sin nexo ni lógica, exigió que el embajador chino pidiese
disculpas al gobierno brasileño. Veteranos diplomáticos en actividad se
sorprendieron y se asustaron con el tono de la nota de su jefe, absurda en
todos los sentidos.
Y
para no dejar dudas sobre la gravedad del caso, la negativa del presidente chino a hablar
por teléfono con su desequilibrado par brasileño elevó la temperatura
a niveles más que preocupantes. Lo que se comenta por aquí es que mientras el diputado
Eduardo Bolsonaro no pida disculpas por sus enloquecidas palabras, la
tensión no hará más que subir.
Los chinos – la tan nombrada paciencia china… –
sabrán esperar. El problema es si Brasil podrá esperar. Además de ser
el país que ofrece al gobierno de Bolsonaro el mayor superávit comercial, China
es un país clave para la economía brasileña, gracias a sus pesadísimas
inversiones en Brasil. En términos de comercio
exterior, basta un ejemplo: el mercado chino es el destino de 78 por ciento de las
exportaciones brasileñas de soja. Perder ese mercado hundiría de manera
tenebrosa la ya muy caótica economía del país presidido por ese esperpento.
¿Más? Sí, sí, hay más.
¿Más? Sí, sí, hay más.
Varios
gobernadores, principalmente de estados del nordeste,
piden ayuda a China para dar combate a la pandemia en su región,
que es muy pobre. Piden no solo equipos, como respiradores artificiales,
sino directamente ayuda médica, medicinas incluidas.
Bolsonaro
también pierde precioso tiempo en guerrear a los gobernadores de
los dos principales estados brasileños, San Pablo y Rio de Janeiro. Los
critica duramente porque adoptaron medidas de combate a la circulación
de gente, determinando cuarentenas domiciliares. Dice que, con eso, ambos perjudican a la economía.
El país, rigurosamente convulsionado por un acumulado de crisis
absolutamente sin precedentes, tiene como presidente a semejante aberración.
Con
40 por ciento de la fuerza laboral trabajando en condiciones precarias, con
– en Rio de Janeiro – poco más de dos millones de moradores en “favelas”, o sea, villas miserables en que
lo común es hasta seis personas acumuladas en poco más de treinta metros
cuadrados, nadie sabe prever la dimensión del genocidio que podrá
ocurrir.
Se
calcula que en todo Brasil alrededor de veinticinco millones de personas viven
en situación semejante, en los grandes centros urbanos.
Vivimos en un mundo a la deriva. Y en ese
mundo, Brasil es presidido por un energúmeno sin rumbo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario