NOAM CHOMSKY: «LA PANDEMIA ES OTRO CASO
DE LA FALLA MASIVA DEL MERCADO, COMO EL CALENTAMIENTO GLOBAL» Entrevista.
Pregunta. Al Maestro Filósofo y Politólogo: La
situación se reveló más seria de lo que en un principio el gobierno de Trump
previó. La reacción de la administración TRUMP
ha sido un desastre: negación, confusión, pérdida de tiempo. Por ahora,
Estados Unidos es el único país importante que ni siquiera puede
proporcionar información precisa a la Organización Mundial de la Salud.
El gobierno finalmente está dando algunos pasos: demasiado tarde, demasiado
limitado
PARA EL PENSADOR ESTADOUNIDENSE –quien aprovechó el aislamiento en que se
encuentra para responder preguntas a El Mostrador– «la situación es, por
supuesto, muy grave, principalmente para el sur global y los sectores
más vulnerables en Occidente. Del mismo modo que la pandemia podría haberse
evitado, y en algunos países asiáticos parece haberse contenido en gran medida,
la crisis económica puede mitigarse y evitar que se vuelva catastrófica. No es
necesario repetir los errores de 1929 o de 2008.
La crisis pone de manifiesto profundos defectos en los modelos económicos
imperantes, defectos que pronto provocarán crisis mucho peores, a menos que se
tomen medidas importantes para evitarlos. Por terrible que sea la crisis del
coronavirus, habrá recuperación. No habrá recuperación del calentamiento global
si no se controla».
-¿Cómo
está profesor? Personalmente bien. Aislado.
-DE PRONTO PASAMOS de lidiar con la
emergencia climática y la amenaza nuclear a una pandemia devastadora. ¿Era
previsible de alguna forma? Se ha esperado durante
algún tiempo, se estimaba que otra pandemia estaba en camino, tal vez causada
por un coronavirus similar al SARS. Las compañías farmacéuticas no
tenían interés en la preparación de antídotos. Sin ganancia inmediata. Por
otro lado, las iniciativas gubernamentales han sido bloqueadas sistemáticamente
por la doctrina neoliberal imperante, que autoriza al Estado a
proporcionar subsidios a las corporaciones y rescatarlas de los problemas, pero no interferir con su control del mercado, incluyendo
el farmacéutico.
-¿A
QUÉ responde la situación que enfrentamos? Como
mencioné, la pandemia es otro caso de la falla masiva del mercado, como el
calentamiento global. Para las compañías farmacéuticas privadas, las señales
del mercado eran claras: no desperdicies recursos en la preparación anticipada
para una pandemia. El gobierno podría haber
intervenido, como en COREA DEL SUR, pero
eso entra en conflicto con la IDEOLOGÍA NEOLIBERAL; interferiría con los
sagrados derechos del poder privado concentrado. El papel del gobierno es
subsidiar y proporcionar derechos de patentes exorbitantes, asegurando
ganancias colosales. Pero no interferir con las prerrogativas de privilegio
y riqueza.
-TRUMP Y BOLSONARO pasaron de decir que
era una invención de los medios de comunicación a tomarlo con cierta seriedad. Mucho
de lo que ha pasado globalmente, se debe a ese enfoque de reaccionar
tardíamente. -Esta crisis ha expuesto el verdadero estado
de los sistemas de salud pública, que no están pasando la prueba. Muy
cierta. También demuestra cómo han sido debilitados por los programas
neoliberales de la generación pasada.
-LA CRISIS PANDÉMICA a su vez provocará una crisis
económica, que evoca la crisis subprime
2008 o
incluso la de 1929, ¿cuál es su apreciación? La
situación es, por supuesto, muy grave, principalmente para el sur global y los
sectores más vulnerables en Occidente. Del mismo modo que la pandemia podría
haberse evitado, y en algunos países asiáticos parece haberse contenido en
gran medida, la crisis económica puede mitigarse y evitar que se vuelva
catastrófica. No es necesario repetir los errores de 1929 o de 2008.
La crisis pone de manifiesto profundos defectos en los modelos económicos
imperantes, defectos que pronto provocarán crisis mucho peores, a menos que
se tomen medidas importantes para evitarlos. Por terrible que sea la crisis del
coronavirus, habrá recuperación. No habrá recuperación del calentamiento
global si no se controla. Fuente. Roberto Manriquez.
El Mostrador. Pablo Raúl lunes 30 de marzo del 2020.
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SE VIENE UNA CRISIS GLOBAL MAYOR QUE LA
GRAN DEPRESIÓN DEL ´30
El capitalismo tal como se conoce hasta
ahora enfrentará serios problemas de legitimación.
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Los países están aplicando "keynesianismo
de guerra” que, a diferencia del keynesianismo a secas, supone que
el Estado subordina toda su política económica a un objetivo común, en este caso
es el sanitario para evitar la muerte de una
porción de la población.
Claudio
Scaletta.
Página/12
domingo 29 de marzo del 2020.
El mundo asiste a un fenómeno imprevisto. Lo
inesperado no es la crisis financiera. Tampoco las recesiones. En ambos casos se trata de fenómenos
estructurales y cíclicos del capitalismo en su funcionamiento normal. El carácter extraordinario de
la nueva pandemia es que provocará una crisis económica sin precedentes y de
alcance planetario que muy probablemente superará en profundidad y extensión a
la de 1929.
Hoy, cuando los muertos en los países desarrollados
se cuentan por miles, resulta muy difícil prever cual será el piso de la
recesión global. Existe, en cambio, una certeza. Con matices las economías
enfrentan el problema haciendo lo que la ciencia económica sabe desde hace casi
un siglo: impulsando
políticas monetarias y fiscales expansivas, con el Estado, no el mercado,
conduciendo y regulando el ciclo económico y la producción.
Se trata de una forma específica de intervención estatal, la que
a veces se denomina “keynesianismo de guerra” y que, a diferencia del
keynesianismo a secas, supone que el Estado subordina toda su política
económica a un objetivo común, en este caso es el sanitario para evitar la
muerte de una porción de la población.
A modo de ejemplo, una de las razones del triunfo de los Aliados en la
Segunda Guerra Mundial fue que Estados Unidos convirtió su economía en una
gigantesca maquinaria bélica, reorientando toda la producción de las
empresas hacia la provisión de insumos para la conflagración. Si bien el país
emergió como potencia ya en el siglo XIX después de otra guerra, la civil o de
Secesión, fue luego de la última gran guerra que consolidó su hegemonía global
en paralelo a la expansión de su “complejo militar industrial”.
Desde entonces, los contratos del gobierno con el complejo se
convirtieron en el principal instrumento de regulación del ciclo económico
estadounidense. Ahora la potencia continental se prepara para realizar
transferencias masivas a las familias, mientras el presidente Donald Trump le
ordena por Twitter a las automotrices que abran plantas cerradas y se pongan a
fabricar respiradores. Parece una forma de tomar decisiones algo más primitiva
que, por ejemplo, la del aparato estatal chino que volvió a mostrar su
impresionante capacidad de ejecución de políticas públicas y de movilización de
recursos.
En tanto, frente al nuevo desafío, el gobierno local salió de la
modorra de los primeros meses y finalmente comenzará a poner plata en serio en
el bolsillo de la gente. No se tratará sólo de créditos a tasas más o menos
subsidiadas, sino de ingresos de emergencia que llegarán tanto a los
trabajadores formales y monotributistas como también a los informales (Ingreso
Familiar de Emergencia), un mecanismo que comenzó a evaluarse desde el inicio
de la crisis.
En los próximos días se conocerá también el dinero que se transferirá a
las empresas para cubrir un elevado porcentaje de los salarios, serán transferencias más grandes y generalizadas
que los REPRO. De esta forma comenzará a llegar dinero público a muchos
sectores sociales que siempre antagonizaron con el Estado.
Estas transformaciones de alcance global generarán “procesos de no
retorno”, una crisis del paradigma de la corriente principal de la economía. Pasada la pandemia será imposible volver al status quo ante y
seguir sosteniendo la mitología consolidada en las últimas décadas del siglo XX
sobre la primacía de la individualidad y el mercado como gran asignador de
recursos.
Lo que se observa en la mayoría de los países, a lo
largo y a lo ancho del planeta, es a los Estados ejerciendo su soberanía a través de la
promoción del Gasto e, incluso, hasta haciéndose cargo de los sistemas de salud
privados.
En adelante será difícil reconstruir el aparato ideológico que legitimó
las políticas de austeridad y los Estados mínimos. La población habrá experimentado una vez más que
el extremismo de mercado no le resuelve seguridades elementales como el derecho
a la salud.
Se trata de “procesos de no retorno” porque
gobernantes y gobernados redescubrirán el papel central del Estado, que es el
poder de la organización colectiva sobre la individual. El viejo orden se resistirá. La posición de la
derecha en general y de los gobiernos de derecha en particular es que resulta
preferible un poco más de muertos antes que frenar la economía. En el siglo XXI el capitalismo
sigue discutiendo ganancias versus vida.
El dilema es que cualquiera de las dos vías generará cambios
irreversibles en el imaginario colectivo.
Tanto si se privilegia la salud pública y se evidencia la centralidad del
Estado en la organización de la producción y en la conducción del ciclo, como
si la mala intervención estatal provoca decenas de miles de muertos.
Finalmente, un dato central será que, por la recesión global, el
coronavirus generará más pobres que muertos, pero a la vez parirá,
"con una alta probabilidad", como dicen los textos de los organismos
financieros, un nuevo
orden económico mundial.
Quizá estemos ante el principio del fin del ultra capitalismo anárquico y a
la consolidación de China como nueva potencia hegemónica y modelo de ejercicio
del poder infraestructural.
La conclusión preliminar tampoco es nueva. Por
detrás del debate económico está la lucha de clases. En uno de sus artículos
más célebres el gran
economista polaco Michal Kalecki hablaba de los “aspectos políticos” del pleno
empleo. Explicaba cómo bajo ciertas circunstancias, la proximidad del pleno
empleo, los empresarios preferían ganar un poco menos, pero mantener el control
sobre los trabajadores y el proceso productivo. Dicho de otra manera, la cuestión de clase estaba por
encima de la ganancia. Es decir, el poder estaba por encima del dinero y el
pleno empleo empoderaba a los trabajadores.
Del mismo modo es posible hablar de los “aspectos
políticos del coronavirus”, que son los “procesos de no retorno” descriptos. La revalorización del rol de
los Estados ocurrirá tanto si la intervención pública es eficiente como si no
lo es.
El capitalismo tal como se conoce hasta ahora enfrentará serios
problemas de legitimación. Resta la
pregunta clásica de la economía vulgar: ¿cómo se financian las políticas expansivas?
La respuesta es “como en todo el mundo”, emitiendo dinero, que es una de las formas de
endeudarse a tasa cero que tiene el Estado, pero que al mismo tiempo es fuente
del flujo de la recaudación futura. Para hacerlo no hace falta ser un Estado rico, alcanza con
ser un Estado soberano.
Una opción complementaria para los muy fiscalistas sería terminar con el
subsidio de 55 mil millones de pesos mensuales que reciben los bancos por los
1,6 billones de pesos en Leliq.
No debe olvidarse que, antes o después, la plata que el Estado inyecte
terminará en los bancos y que estos querrán cambiarla por la otra ventanilla
por más letras de liquidez. La tasa de estos instrumentos no puede continuar
siendo tan atractiva. Redireccionar estos 55 mil
millones mensuales hacia políticas activas también fue una promesa electoral.
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