lunes, 16 de marzo de 2020

EL RELATO OFICIAL DEL CORONAVIRUS OCULTA UNA CRISIS SISTÉMICA

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CUATRO COMENTARIOS, DISTINTOS, SOBRE ESCENARIOS DIFERENTES, PERO UNA MISMA REALIDAD, GENERADA Y PROVOCADA POR EL CORINAVIRUS, UNA VEZ DECLARADO POR LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD OMS, COMO PANDEMIA GLOBALIZADA, Y HOY ATACA A MÁS DE 150 PAÍSES A NIVEL MUNDIAL.

1/.- CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE PANDEMIA, EPIDEMIA Y ENDEMIA. EL CORONAVIRUS SE PROPAGA POR TODO EL MUNDO. La Organización Mundial de la Salud OMS, declaró finalmente este miércoles (11.M) al brote de coronavirus como una PANDEMIA. "PODEMOS ESPERAR que el número de casos, de decesos y de países afectados aumente", señaló el director general de ese organismo, al anunciar la decisión de cambiar la caracterización de la enfermedad. La OMS declaró que el COVID-19 ya puede definirse como una pandemia, informaron que el virus se ha multiplicado por 13. Por el momento, registran más de 118.000 CASOS en 114 PAÍSES, y 4.291 personas FALLECIERON a causa de la enfermedad.

PANDEMIA es un término que hace referencia a la propagación de virus y enfermedades. Lo mismo las palabras endemia y epidemia. La diferencia entre ellos está en su alcance y prevalencia.

EPIDEMIA: se caracteriza de ese modo a las enfermedades contagiosas que se propagan en forma veloz y que afectan al mismo tiempo y en un período concreto a un gran número de personas de una población determinada. Son ejemplos el VIRUS DE ÉBOLA

ENDEMIA: el término se utiliza para el caso de enfermedades que se presentan regularmente en determinadas regiones. El número de pacientes de las enfermedades endémicas se mantiene relativamente constante a lo largo del tiempo. Son ejemplos de enfermedades endémicas la malaria en ciertos países tropicales o cálidos de América, Sudeste asiático y África, la enfermedad de Chagas, el DENGUE, la fiebre amarilla, y la tos ferina, entre otras.

PANDEMIA: refiere a las enfermedades se propagan a través de las fronteras y que llega a afectar a varios continentes. Es el caso actual de CORONAVIRUS, que surgió en la CIUDAD CHINA DE WUHAN a fines de diciembre y poco más de dos meses después está presente en casi todo el mundo. Pablo Raúl miércoles 11 de marzo del 2020.




2/.- JUEVES NEGRO. CRISIS DEL CORONAVIRUS. EL PÁNICO HUNDE UNAS BOLSAS EN CAÍDA LIBRE: EL IBEX SE DESPLOMA UN 14,06%, EL MAYOR BATACAZO DE SU HISTORIA. WALL STREET CAYÓ EL 10%. El discurso de la presidenta del BCE (Banco Central Europeo) acelera las pérdidas en todos los parqués europeos. La FED (Reserva Federal de los Estados Unidos) inyecta liquidez para cortar la caída, aunque WALL STREET cae un 10%. IBEX, principal índice bursátil de la Bolsa Española se DESPLOMA. Hace tres semanas ERA una mera GRIPE, hace dos, el CISNE NEGRO de 2020, y ahora es un TERREMOTO ECONÓMICO GLOBAL de una magnitud impredecible. Hay una diferencia respecto a los desplomes de las últimas semanas: esta vez llueve sobre mojado, con valoraciones ya muy mermadas

LA CRISIS DEL CORONAVIRUS va camino a convertirse en una sacudida feroz, para los débiles cimientos en los que se asienta la economía global. La amenaza de una RECESIÓN es cada vez más plausible y los mercados (Bolsas, bonos, petróleo) prolongan un repliegue sin apenas precedentes. Los índices europeos fueron los que más sufrieron, pero tampoco se escapó WALL STREET: ni el anuncio de medidas extraordinarias de liquidez (1,5 billones de dólares, que se dice pronto) de la RESERVA FEDERAL contuvo el mayor hachazo en más de tres décadas.

EL 12 DE MARZO PASARÁ al diván de las jornadas negras de la historia. No solo de la Bolsa española, que se dejó un 14,06%, el mayor batacazo de su historia. También fue un día aciago para las principales plazas europeas. Milán se dejó un 16,92% y FRÁNCFORT, un 12,24%. WALL STREET tampoco se salvó del incendio: el Dow Jones perdió un 9,99%, el S&P 500 un 9,51% y el Nasdaq un 9,43%. Desde la expansión de la epidemia por EUROPA, las 35 mayores empresas cotizadas en España han perdido casi 235.000 millones de euros que se han evaporado del parqué en 22 días.

HAY UNA DIFERENCIA RESPECTO a los DESPLOMES de las últimas semanas: esta vez llueve sobre mojado, con valoraciones ya muy mermadas. WALL STREET viene de sufrir el desplome más rápido de su historia desde máximos. Y en EUROPA los grandes índices ya pierden alrededor de un tercio de su valor desde que el virus pasó de amenaza de oriente a una realidad con la que el VIEJO CONTINENTE tendrá que convivir meses. “Las llamadas al uso de política fiscal son continuas y, aunque hay muchas promesas, la cuantificación de las mismas y su aprobación son un proceso lento, de ahí la desconfianza y el miedo a que lleguen demasiado tarde”, Fuente Diario El País. España. Página/12. Argentina. Pablo Raúl jueves 12 de marzo del 2020.




3/.- CORONAVIRUS: CIENTOS DE MONOS PELEAN EN LAS CALLES DE TAILANDIA POR FALTA DE COMIDA ANTE LA AUSENCIA DE TURISTAS. MONOS “TOMAN” LAS CALLES DE TAILANDA. MIRAR LA DIMENSIÓN DE LA CRISIS GLOBAL. INCREÍBLE, DISPUTA ENTRE "PANDILLAS" RIVALES", según el informe con "Nombres" propios. Los "MONOS DEL TEMPLO" con "LOS MONOS DE LA CIUDAD" La propagación de la enfermedad redujo drásticamente el Turismo.

LA PROPAGACIÓN DE LA ENFERMEDAD REDUJO DRÁSTICAMENTE EL TURISMO. Sin alimento, los animales se han vuelto agresivos. Sin duda alguna, a nivel mundial el más golpeado es el TURISMO.  Millones de viajes cancelados, líneas de Aviación paralizadas, millones de trabajadores serán despedidos en los siguientes días, si los gobiernos no atienden a estos sectores sociales. Cuidado con la explosión social. Hasta los MONOS protestan y se ponen AGRESIVOS.

СIENTOS DE MONOS HAMBRIENTOS protagonizaron una pelea este miércoles en LOPBURI, una localidad de TAILANDIA, luego de que el coronavirus disminuyera drásticamente el número de turistas en la zona, que suelen alimentar a esos animales. Según informaron medios locales, la disputa se dio entre DOS “PANDILLAS” RIVALES: los monos del templo y los monos de la ciudad.

“PARECÍAN MÁS PERROS SALVAJES QUE MONOS. SE VOLVIERON LOCOS POR LA ÚNICA PIEZA DE COMIDA. Nunca los he visto tan agresivos”, expresó la usuaria que subió el video, Sasaluk Rattanachai, al Daily Mail. “Creo que los monos tenían mucha, MUCHA HAMBRE. Normalmente hay muchos TURISTAS aquí que los alimentan, pero ahora no hay tantos, debido al coronavirus”, agregó. Fuente Página /12. Pablo Raúl viernes 13 de marzo del 2020.




4/.- 80% DE HOSPITALES DEL PERÚ NO ESTÁN PREPARADOS. SEÑOR ES EL RESULTADO DE 30 AÑOS DE LADRONES Y MAFIOSOS, HOSPITALES EN MEDIO CONSTRUIR, OTROS “ELEFANTES BLANCOS” OLVIDADOS PORQUE ROBARON TODO. Y EN PROVINCIAS SEÑOR ¿QUE ESTA PASANDO? Incertidumbre. COLEGIO MÉDICO alega que nosocomios NO cumplen condiciones de salubridad a nivel nacional y, según la SOCIEDAD PERUANA DE MEDICINA INTENSIVA, solo hay 60 CAMAS para los pacientes graves de Covid-19. Los S/ 100 millones del Minsa no bastan. URGENTE. LA CIUDADANÍA desde las organizaciones de la SOCIEDAD CIVIL, exigimos que todo el DINERO recuperado de la CORRUPCIÓN, pase a los HOSPITALES, controlando al centavo lo invertido. Recuerden que la CORRUPCIÓN es estructural, múltiple y de alta complejidad.

EL SISTEMA DE SALUD EN NUESTRO PAÍS TIENE CARENCIAS, ES CIERTO. No obstante, según el decano del Colegio Médico del Perú (CMP), Miguel Palacios, la PANDEMIA del CORONAVIRUS pone en evidencia que la situación se agudiza más de lo previsto. Sostiene que los S/ 100 millones, inyectados por el Gobierno al Ministerio de Salud (Minsa) el miércoles 11, no alcanzarán para resolver las falencias en infraestructura y salubridad de los nosocomios públicos del país.

“A NIVEL NACIONAL, el 80% de hospitales de los niveles II y III tienen déficit de infraestructura”, manifestó ayer el decano del CMP, en conferencia de prensa. Agregó que el “68% de establecimientos de salud” en esas categorías, en LIMA, cuenta con ese problema de salubridad. Señor Decano, pero LIMA no es el PERÚ. REGIONES, PROVINCIAS, DISTRITOS. Porque no dice la VERDAD, aunque duela y dolerá mucho y señala que este el resultado de 30 años de políticas neoliberales, que gobernaron y donde tanto LADRÓN y MAFIOSO agrandaron sus Billeteras, ROBANDO al PUEBLO PERUANO.

JUSTAMENTE, EN LA CAPITAL PERUANA, al cierre de esta nota, hay la mayor cantidad de contagiados: 32. (Hoy 16 de marzo son 86 los contagiados) “Los hospitales se convierten en focos de contagio ante la ausencia de AGUA, JABÓN, GUANTES, MASCARILLAS Y GASAS”, agregó PALACIOS. El decano indicó que, debido a la infraestructura y falta de herramientas, los procedimientos médicos en los nosocomios no cumplen las condiciones exigidas para contrarrestar el COVID-19. Fuente Diario la República. Pablo Raúl sábado 14 de marzo del 2020.

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EL RELATO OFICIAL DEL CORONAVIRUS OCULTA UNA CRISIS SISTÉMICA
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Por Joan Benach |11/03/2020 | Conocimiento Libre. 

CTXT.

Rebelión, lunes 16 de marzo del 2020.

Todo parece indicar que esta epidemia representa una ocasión ideal para justificar la recesión económica capitalista que se acerca

El nuevo coronavirus (SARS-Cov-2) tiene muchas caras. La faceta relacionada con la salud lleva semanas siendo minuciosamente examinada, o mejor dicho escrutada, por los medios de comunicación. Desde la última semana de enero hasta el momento de escribir este texto, el 9 de marzo, el coronavirus ha infectado de forma reconocida a más de 114.000 personas en más de 100 países, ha causado la muerte de más de 4.000 individuos, y es más que probable que varios miles de fallecimientos más engrosen la cuenta en las próximas semanas o meses en lo que ya se prevé será una pandemia.

Sin lugar a dudas, es un problema de salud serio, pero no el más importante, tal vez ni siquiera el más urgente. Un ejemplo de ello es la tasa de letalidad, estimada en un 3,4%, lo que se puede comparar con el 11% en el caso del SARS (síndrome respiratorio agudo grave) o el 34% del MERS (síndrome respiratorio del Oriente Medio). Pensemos además que cada día mueren en promedio en España más de 1.100 personas de causas muy diversas, y que la gripe común causa anualmente en nuestro país entre 6.000 y 15.000 muertes. No sabemos cuánta gente está infectada por el coronavirus, pero parece muy probable que un elevado porcentaje de casos pase desapercibido, con una sintomatología inadvertida o no registrada, lo que implicaría que la tasa de letalidad real sería bastante menor de la registrada hasta el momento.




Ello no significa, sin embargo, que el coronavirus no sea un tema de salud relevante o incluso preocupante.

En primer lugar, la mortalidad generada por el COVID-19 en los grupos de edad más avanzados o en las personas con patología previas es alta (cerca del 15% en mayores de 80 años) y su morbilidad y afectación general de salud puede ser importante.

En segundo lugar, tiene una elevada contagiosidad, lo que genera un problema de salud pública destacado en muchos países y potencialmente para todos. China, Corea del Sur, Japón, Irán e Italia son hasta el momento los más afectados. Y, aunque el riesgo de mortalidad sea bajo, dado que el potencial número de afectados podría llegar a ser muy elevado, esto podría llegar a implicar un recuento total de muertes muy alto.

Y tercero, el impacto de la epidemia sobre el sistema sanitario puede ser muy relevante por razones diversas: el periodo de incubación en que las personas son contagiosas es de cinco días; el número de casos es exponencial; un porcentaje elevado requerirá hospitalización bien sea por su situación clínica, vigilancia o aislamiento; los pacientes deberán estar aislados hasta que dejen de ser contagiosos, lo que requiere de afinados sistemas de cribado, un elevado volumen de procesamiento de muestras en centros de referencia, y una gobernanza integrada de decisiones clínicas y salud pública para identificar los pacientes cribados, puestos en cuarentena y si esta debe hacerse en domicilio o en un centro hospitalario.

Además, una parte importante del trabajo de muchos profesionales sanitarios españoles se está destinando al abordaje de la emergencia en curso. A ello se añade que el personal sanitario es el colectivo más expuesto y a la vez el que mayor riesgo alberga de contagiar a individuos particularmente vulnerables frente a la infección, por lo que la sobrecarga es doble.

Las sociedades científicas de diferentes especialidades médicas han realizado protocolos conjuntos y documentos informativos muy valiosos. Sin embargo, la complejidad y el coste asociados a estas medidas excepcionales son altos y suponen un elevado estrés para el sistema sanitario, que se traduce en un no menospreciable riesgo de desborde o incluso colapso si los hospitales actúan durante un periodo prolongado como principal frente de contención de la epidemia.

Por último, es también motivo para la preocupación la probabilidad de que, al menos a corto plazo, se trate de una epidemia “recurrente” que pueda repetirse cada año. Parece probable que el SARS-CoV-2 haya llegado para quedarse, y que permanezca entre los virus que habitualmente afectan a la humanidad como ocurrió con la gripe A.

Además, pueden aparecer epidemias de origen similar al coronavirus actual o incluso mucho más graves que podrían generar una pandemia con una mortalidad global mucho mayor. No hay olvidar que la causa del actual brote epidémico –y de otros previos como el SARS-CoV en 2002, la gripe aviar (H5N1) en 2003, la gripe porcina (H1N1) en 2009, el MERS-CoV en 2012, el ébola en 2013 o el Zyka (ZIKV) en 2015)– radica, en gran medida, en la compleja transmisión a través de animales relacionada con el desarrollo de una agricultura y avicultura intensivas y de un creciente mercado y consumo de animales salvajes y exóticos. A ello se une la capacidad actual de extensión de epidemias debido a la falta de higiene y recursos adecuados invertidos en salud pública, la densidad urbana, y la globalización turística, entre otros factores [1].

La globalización ha transformado la relación entre humanos y virus, donde lo local es global y lo global es local. Y muchos países no tienen sistemas de salud pública efectivos para hacer frente a los retos que se plantean, ni existe tampoco un sistema de salud pública global apropiado [2].




 
En todo caso, la mayoría de los países con recursos sanitarios públicos efectivos y que han aplicado medidas drásticas, como China, donde la ciudad de Wuhan, con 11 millones de habitantes, en la región de Hubei (58 millones), lleva desde finales de enero en una cuarentena draconiana, o Japón que ha cerrado colegios durante semanas, o Italia y España que progresivamente están ampliando el territorio de control y contención del coronavirus, deberán ser capaces de contener la epidemia en un tiempo relativamente breve, evitando así que el impacto en la salud colectiva se agrave con el paso del tiempo.

Una situación bien diferente puede ocurrir en muchos países pobres, con sistemas sanitarios muy débiles y con determinantes sociales de la salud muy deficientes (pobreza, hacinamiento urbano, sistemas de agua residuales defectuosos o inexistentes, negligencia de la industria farmacéutica, sistemas de salud pública débiles, dietas alimentarias deficientes, etc). Es el caso de muchos países africanos, donde el riesgo de que la epidemia cause daños muy notables o incluso extremos es elevado.

Pero si el problema de salud pública no es necesariamente tan extremadamente alarmante como se presenta en los medios, ¿por qué entonces se trata a esta epidemia como una cuestión que merece una atención casi exclusiva y con un seguimiento a tiempo real? El COVID-19 no es sólo un problema de salud global, sino también un problema con otras caras interconectadas de tipo económico, ecológico y social. Estas lo convierten, de hecho, en un problema sistémico y político sobre el que conviene reflexionar.

Desde el punto de vista económico, según numerosos analistas, consultoras o auditoras como Deloitte, el FMI, o la OCDE [3], la epidemia (pandemia) ha contribuido a frenar la economía generando un menor crecimiento y un descenso en la producción, comercio, consumo, turismo y transporte, o incluso la caída de las bolsas. Las fábricas y negocios cierran; millones de personas no realizan sus viajes habituales; se promueve el teletrabajo, la videoconferencia o la posibilidad de una mayor producción local para proteger las cadenas de suministro; amén de una fuerte subida en los precios de productos como los geles desinfectantes o las mascarillas. En una economía tan interdependiente, caótica y frágil como el capitalismo, donde la incertidumbre, la especulación y la constante búsqueda del beneficio son esenciales, las complejas consecuencias sistémicas futuras son una incógnita, pero todo apunta a la posibilidad de una cercana y grave recesión económica.

Desde el punto de vista ecológico, estrechamente conectado con la economía, el frenazo económico ha reducido el consumo de combustibles fósiles, la emisión de CO2 y la contaminación del aire. Por ejemplo, en China se ha reducido el consumo de petróleo notablemente y las emisiones de gases en un 25%. Lo mismo ocurrirá en otros muchos países.

El impacto de la epidemia (pandemia) del coronavirus puede parecer paradójico: sus evidentes efectos negativos en la salud, la sociedad y la economía, a corto plazo, son beneficiosos para la crisis climática y ecológica, y tal vez también para la salud, a medio plazo. Como en toda crisis económica, al frenar la actividad industrial y el transporte se reducen la mortalidad y morbilidad asociados a accidentes laborales, de tráfico, a la contaminación ambiental, etc.

Esa aparente paradoja queda despejada cuando se comprende que la lógica de crecimiento exponencial y muchos de los desarrollos característicos del capitalismo son altamente perjudiciales para la homeostasis del planeta y el desarrollo social y, por tanto, para la salud colectiva.

Desde el punto de vista social, estamos ante una epidemia (pandemia) de pánico, cuyo origen podemos rastrear en algunas de sus características esenciales: no es una epidemia (pandemia) altamente letal pero es nueva y de un origen aún no del todo esclarecido; no podemos predecir su evolución, lo que crea una gran incertidumbre; no existe un tratamiento ni vacuna efectivos; se ha extendido con rapidez en los países más ricos del planeta y, seguramente, en todo tipo de clases sociales; los medios de comunicación y las redes sociales han magnificado su impacto entre una población que mayoritariamente siente fobia al riesgo; la epidemia (pandemia) es una oportunidad para degradar y aislar a China, al tiempo que localmente se generan respuestas racistas y xenófobas.

Pero, además, la crisis del COVID-19 plantea dos asuntos adicionales de importancia. Por un lado, el imprescindible papel de los gobiernos, los servicios y la investigación pública para controlar de forma coordinada tanto la epidemia en sí como una probable ‘epidemia de autoritarismo’, visible en China con medidas de vigilancia y control extremas para detectar casos de infección inadvertidos y la aplicación de medidas restrictivas poco transparentes, cuando no directamente represivas. La falta de claridad en la información difundida se refleja también en unos medios ciegos de inmediatez, atados al poder de grandes corporaciones, que buscan audiencia mediante el impacto inmediato emocional y el entretenimiento, y que son incapaces de transmitir un diagnóstico crítico y sistémico de lo que ocurre.

En segundo lugar, la actual ‘epidemia mediática’ del coronavirus representa un coste de oportunidad, en un sentido bien conocido por muchos políticos: cuando no se quiere hablar de un tema que molesta se distrae la atención hablando de otro.[4] Ejemplos de ello son los ataques de Clinton en Sudán y Afganistán para tapar su affaire con Mónica Lewinsky, o la puesta en libertad por Berlusconi de políticos con cargos de corrupción el mismo día que Italia se clasificó para la final de la copa del mundo de fútbol. Al hablar casi exclusivamente del coronavirus durante tantas semanas no hablamos de otros problemas mucho más graves que pasan desapercibidos. Como ha señalado el filósofo Santiago Alba Rico:

“Desde que existe el Covid-19 ya no ocurre nada. Ya no hay infartos ni dengue ni cáncer ni otras gripes ni bombardeos ni refugiados ni terrorismo ni nada. Ya no hay, desde luego, cambio climático”.

O también el economista Fernando Luengo al decir que ya no se habla del

“elevado endeudamiento de las corporaciones privadas no financieras, el cordón umbilical que une la política de los bancos centrales a las grandes entidades bancarias y corporaciones”, o “el aumento de la desigualdad, la represión salarial”, ni tampoco del drama de “las personas refugiadas en Lesbos, aplastadas por la policía griega y la extrema derecha”, o “los asesinatos de mujeres”. Ni desde luego tampoco se habla de la atroz crisis ecológica que vivimos, que pone en peligro la vida en el planeta y la propia existencia de la humanidad, o de la precarización laboral masiva que padecen miles de millones de personas en el mundo, incluso las investigadoras italianas de la Universidad de Milán y el Hospital Sacco que aislaron la cepa del coronavirus.



El COVID-19 es un detonador complejo de la crisis sistémica del capitalismo, en la que todos los factores anteriores están fuertemente interconectados, sin que se puedan separar entre sí. Todo parece indicar que esta epidemia (pandemia) puede representar una ocasión ideal para justificar la crisis económica capitalista que parece estar acercándose [5]. El miedo produce una brusca caída de la demanda, que baja el precio del petróleo, lo que revierte en la emergencia de una crisis anunciada hasta este momento. Muy probablemente el coronavirus no es el único responsable de las caídas en las bolsas, como se dice, ni de una economía capitalista desacelerada, con las ganancias de las corporaciones y la inversión industrial estancadas, sino que es la chispa de una crisis económica pospuesta donde la mala salud de la economía es muy anterior a la epidemia (pandemia).

Como han señalado diversos economistas críticos, como Alejandro Nadal, Eric Toussaint o Michael Roberts [6], aunque los mercados bursátiles son imprevisibles, todos los factores de una nueva crisis financiera están presentes desde al menos 2017. El coronavirus sería tan solo la chispa de una explosión financiera pero no su principal causa [7]. Además, no debe menospreciarse el papel de los gigantes accionistas (fondos de inversión como BlackRock y Vanguard, grandes bancos, empresas industriales, y megamillonarios) en la desestabilización bursátil vivida en las últimas semanas. Estos agentes recogerían así los beneficios de los últimos años y evitarían pérdidas, invirtiendo en los más seguros, aunque menos rentables títulos de deuda pública, y exigiendo a los gobiernos que una vez más echen mano de los recursos públicos para paliar pérdidas económicas.

La propaganda de los grandes grupos económicos y mediáticos oculta la realidad e impide comprender adecuadamente lo que está ocurriendo. Transformar la compleja estructura social de un tren sin frenos, como el capitalismo, requiere imaginar una sociedad distinta y realizar un cambio radical con políticas globales sistémicas en ecología, economía y salud, que diseñen y experimenten formas alternativas de vida en un modelo productivo y de consumo más justo, homeostático, simple y saludable. Un primer paso necesario es no engañarnos con las informaciones incompletas, emocionales o tóxicas del relato mediático hegemónico del coronavirus y tratar de comprender la crisis sistémica que oculta.

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JOAN BENACH es profesor, investigador y salubrista (Grup Recerca Desigualtats en Salut, Greds-Emconet, UPF, JHU-UPF Public Policy Center), GinTrans2 (Grupo de Investigación Transdisciplinar sobre Transiciones Socioecológicas (UAM).

Notas

[1] Se produce mediante una reacción en cadena, con una retroalimentación positiva de desastres, que es común en países pobres. Ver: Mike DavisEl Monstruo llama a nuestra puerta. [Traducción de María Julia Bertomeu con prólogo de Antoni Domènech]. Barcelona, Viejo Topo, 2006.
[2] Idem.
[3] La OCDE advierte sobre la posibilidad de que el Covid-19 reduzca a la mitad el crecimiento económico mundial de 2020 que podría pasar del 2,9% al 1,5 del PIB. Ver: Michael Roberts. Coronavirus, deuda y recesión. Sin Permiso.
[4] Ver por ejemplo: Christenson DP Kriner DL. Mobilizing the public against the president: Congress and the political costs of unilateral action. American Journal of Political Science 2017; 61(4):769-785;

[5] Dado que esta recesión no está causada por una falta de demanda sino de oferta (pérdida de producción, inversión y comercio), las soluciones keynesianas y monetaristas no funcionarán. La causa principal del estancamiento es la disminución de la rentabilidad del capital. La enorme deuda, particularmente en el sector corporativo, es una receta para un colapso grave si la rentabilidad del capital se redujera drásticamente. La epidemia (pandemia) acaba por fragilizar un sistema financiero que tiene el potencial de desencadenar una nueva crisis de deuda que podría llevar al colapso de empresas y el mundo financiero. Ver: Michael Roberts. Coronavirus, deuda y recesión. Sin Permiso.

[6] Ver: Eric ToussaintNo, el coronavirus no es responsable de las caídas en las bolsas. Rebelión; Alejandro Nadal. Tasa de interés: ¿vacuna contra el coronavirus? Sin Permiso; Michael Roberts. G20 y COVID-19. Sin Permiso; Michael Roberts. Coronavirus, deuda y recesión. Sin Permiso.

[7] Antes de la aparición del nuevo coronavirus ya se habían manifestado indicadores inquietantes en la economía mundial como la inversión de la curva de rendimientos (los rendimientos de títulos de más corto plazo superan a los de títulos de largo plazo), lo que es un indicio de lo mal que están las expectativas de los inversionistas. Alejandro Nadal. Tasa de interés: ¿vacuna contra el coronavirus?Sin permiso.

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