LA PEOR CRISIS DE FACEBOOK: ESCÁNDALO POR LA ENTREGA DE DATOS DE 50
MILLONES DE USUARIOS.- The New York Times reveló cómo fue que el equipo de
campaña de Donald Trump usó información de la red social en las elecciones. Reacciones en Wall Street y en la Unión Europea. Lo explicó de forma concisa e
implacable en un mensaje en Twitter Edward
Snowden: "Facebook gana
plata explotando a sus usuarios y vendiendo detalles de la vida privada de millones de personas, mucho más allá de lo que postean
voluntariamente. (Facebook) No
es una víctima. Es cómplice".
El
exespía hizo esa
declaración al compartir la nota que el sábado golpeó fuerte a Facebook. The New York Timesreveló cómo la empresa
Cambridge Analytica, la consultora que asesoró a Donald Trump en su campaña
presidencial, consiguió los datos de millones de usuarios de la red social y los usó para identificar la
personalidad de los votantes e influir en su comportamiento. La noticia hizo que las acciones
de la red social cayeran, y también que la Unión Europea le pida explicaciones a la
compañía.
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ANÁLISIS
DE LOS BALANCES DE FACEBOOK Y TWITTER.
CAÍDA
2.0 EN LA BOLSA.
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Dos empresas líderes del sistema global de redes sociales incrementaron
fuerte sus ganancias, pero disminuyeron la cantidad de usuarios. Inversores
plantean dudas acerca del futuro de esas compañías.
Esteban Magnani.
Página /12 domingo 5 de agosto del
2018.
A fines de julio, en su reporte de
ganancias del segundo trimestre de 2018, Facebook
dio a conocer sus ingresos que, una vez más, permiten visualizar el portentoso
tamaño de su negocio. La empresa del pulgar azul facturó 13.231 millones de dólares, un 42
por ciento más que en el segundo trimestre del año anterior. De ese total, 5,863 millones fueron ganancia
neta.
Por su parte, la red social Twitter, hizo saber en su
segundo reporte del año que por tercer trimestre consecutivo tenía ganancias
para mostrar a sus inversores. La red social del pajarito, con serios problemas
para encontrar un modelo de negocios, declaró 711 millones de dólares de ingresos, un 24 por ciento más que el año anterior, y una ganancia neta de más
de 130 millones.
¿Los inversores
descorcharon champagne? Todo lo contrario: inmediatamente luego del reporte,
las acciones de Facebook cayeron 23,0
por ciento, unos 120.000 millones de
dólares, en tanto Twitter vio
caer las suyas 20,5 por ciento,
cerca de 5,000 millones de dólares.
Inversores.
¿Cómo se explica que los
especuladores castiguen a empresas con números astronómicos de ganancias? El problema no es el presente; sino
el futuro: el extenso informe de Facebook
explicaba que la cantidad de usuarios de los Estados Unidos y Canadá, los más “valiosos” en términos
publicitarios, se mantuvo estable, mientras que tres millones de usuarios en Europa
abandonaron la plataforma. Esta caída en el viejo continente tiene que ver,
sobre todo, con el escándalo de Cambridge
Analytica y la vigencia de una nueva regulación de protección de datos que
limita la cantidad de información que se puede extraer de los usuarios,
principal materia prima del negocio. Por ese motivo la empresa aclaró que
espera un desaceleramiento en el crecimiento de los ingresos.
Pero no solo eso espantó
a los especuladores: Mark Zuckerberg,
creador y principal accionista de la red social (quien perdió cerca de 16.000
millones de dólares de su fortuna personal en la caída), empeoró las
cosas al explicar que continuarán invirtiendo en mejorar su seguridad y
monitorear los contenidos que circulan por la plataforma.
En el reporte reciente se
detallaba un incremento del 50 por
ciento (7,400 millones de dólares)
en la inversión para mejorar en ese
sentido, un compromiso que el CEO asumió
frente al Congreso estadounidense luego del escándalo de Cambridge Analytica. Evidentemente a los accionistas no les gustan
los aumentos en los costos mientras el crecimiento de los ingresos se desacelera,
aunque si esto permitiera recuperar algo de la imagen de la empresa o ayudar a
un mejor funcionamiento de la democracia.
Por su parte, la buena
noticia de que Twitter finalmente
podía mostrar cierta estabilidad en sus ingresos no alcanzó, por razones
parecidas, para detener la caída de sus acciones. Por un lado, la necesidad de
responder a la nueva legislación europea y reducir la cantidad de datos que
absorbe de sus usuarios europeos afectó las expectativas de los accionistas.
Pero lo que pegó particularmente fue la noticia de que un millón de usuarios mensuales
había dejado de tuitear.
La empresa, acusada
permanentemente por la circulación de discursos de odio, la acción de trolls y
bots para desestabilizar gobiernos, generar campañas basadas en noticias
falsas, también debió tomar medidas para reducir la cantidad de cuentas falsas
y “mejorar la salud de la red”. La
perspectiva es que el número de cuentas activas se siga reduciendo debido a
esta iniciativa: si no lo hace, corre el riesgo de que los usuarios “reales” tengan cada vez menos interés en participar en
una red viciada.
Crisis.
Estas dos empresas no fueron las
únicas: Snapchat cayó cerca de un 4 por ciento, promoviendo cierto miedo
de un segundo estallido de la burbuja
“puntocom”. De momento, parece apresurado, sobre todo porque en aquel
momento la mayoría de las empresas no daban en realidad ninguna ganancia. Pero
hay una coincidencia: el problema es el futuro.
Las
empresas tecnológicas
son sumamente atractivas para los capitales especulativos dispuestos a moverse
rápido en busca de ganancias. Las plataformas sociales, con sus modelos de
negocios basados en maleable código más que en fábricas o máquinas, aumenta el
atractivo. Además, existe poca relación entre inversión y ganancia, ya que estas empresas trabajan sobre todo con
datos y publicidad, bienes intangibles, cuya producción está automatizada y no
requiere grandes inversiones para escalar. Pero los especuladores reniegan de
un futuro amecetado aún si tiene enormes márgenes: lo importante no es la
estabilidad del negocio, si no la ganancia rápida que permite la especulación
con las expectativas.
Por otra parte, la ambición de los accionistas pone en
duda la posibilidad de que las redes
sociales inviertan lo necesario para reducir significativamente la basura
que circula por ellas. La tensión entre mostrar ganancias o reducir el daño
social no es una novedad para las grandes empresas en general. Ahora queda claro que las corporaciones 2.0 no son la
excepción.
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