¿QUÉ ES LA TECNOPOLÍTICA? ANTONI
GUTIÉRREZ-RUBÍ TE LO EXPLICA.- El autor de ‘La transformación
digital y móvil de la comunicación política’, explica el impacto de la
tecnología en la democracia. La
transformación digital y móvil de la Comunicación
Política.
La tecnología móvil es parte
de nuestra cotidianidad, un instrumento fundamental para nuestra vida en
sociedad. El teléfono móvil es un
cerebro con capacidad de conectarnos permanentemente con nuestro entorno.
Nuestra vida está pasando a ser completamente móvil. Han dejado de ser sólo
teléfonos para convertirse en el instrumento
más versátil, global y potente que nunca hemos disfrutado.
El nuevo Life Mobile Style transforma
el comportamiento social e individual, provocando mutaciones en las pautas de consumo, del uso personal y profesional de las
tecnologías y de las redes sociales. Incluso los políticos están viendo
como la tecnopolítica
puede cambiar las reglas de juego. Sobre este y otros temas, reflexiona Antoni Gutiérrez-Rubi en su libro, La
transformación digital y móvil de la comunicación política (Telefónica/Ariel), volumen que motiva la siguiente entrevista
y del cual, con autorización del autor ofrecemos un fragmento.
¿En qué sentido se ha transformado la
política a partir del expansión del uso de los dispositivos móviles?. Los
dispositivos móviles propician nuevos modelos de comunicación, con lenguajes
propios. Y las relaciones y
comunicaciones constantes, el envío permanente de mensajes visuales,
imágenes, vídeos cortos y memes convierten a los móviles, especialmente con el
uso de WhatsApp, en una increíble
herramienta de comunicación política.
Los móviles permiten también usar y aprovechar los
datos de los usuarios. Más dispositivos equivalen a más datos. La tecnología móvil
impulsa el microtargeting. La
política democrática deberá sacar un mejor rendimiento para la
gestión, predicción y actuación al enorme potencial de conocimiento que ofrecen
los datos cuando se analizan, no cuando se proclaman. La política debe asimilar esta realidad imparable y repensarse en
estos entornos vitales nuevos.
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TECNOPOLÍTICA
PARA CAMBIAR LA COMUNICACIÓN POLÍTICA Y LAS CAMPAÑAS ELECTORALES.
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Antoni
Gutiérrez-Rubi.
Página /12 domingo 26 de agosto del 2018.
El concepto
tecnopolítica alude al
uso táctico y estratégico de las herramientas digitales en la organización,
comunicación y acción colectivas. Es el paradigma que permite a la política
formal renovar su relación con la ciudadanía y establecer lazos de conexión
directa, sin intermediarios, y adaptar la comunicación institucional ortodoxa a
nuevos lenguajes y canales. La
tecnopolítica es la tecnología al servicio de la política y de la democracia
y, como tal, trae consigo un difuso, pero profundo, movimiento de renovación
política. A continuación, repasamos algunas de sus claves y vemos cómo la
tecnopolítica puede cambiar las formas de hacer y comunicar política.
Una política
distribuida. En un mundo
conectado –ya hay más de 4 mil millones de usuarios de Internet en el mundo–,
el ciudadano empoderado tiene la capacidad autónoma para organizarse,
participar, amplificar sus propuestas e influir como nunca antes lo había
hecho.
De
ciudadanos a smart citizens. Las
estructuras tradicionales, las grandes hegemonías políticas, empresariales e
ideológicas tambalean ante millones de ciudadanos anónimos (micropoderes). Es
el fin del poder, al menos del poder tal y como lo conocíamos.
Una política
vigilada. En una sociedad decepcionada,
crítica y muy informada, la política está cada vez más vigilada. De ciudadanos pasivos a ciudadanos proactivos,
críticos, exigentes… vigilantes. Las nuevas tecnologías han facilitado el
desarrollo de distintas iniciativas que fiscalizan y monitorizan las
actividades de nuestros representantes. Si cuatro ojos ven más que dos, mejor
serán millones y millones de ojos virtuales ciudadanos.
Una política
permanente. Los
instrumentos de participación que la democracia representativa ofrecía a través
de las organizaciones políticas y sindicales ya no resultan suficientes para
recoger el caudal y la emergencia cívica y política de la sociedad actual y
futura. Los ciudadanos conectados ya
no están dispuestos a esperar la próxima elección, quieren intervenir,
colaborar, participar, decidir. Internet se ha convertido en un ecosistema
dinámico y fértil para la participación
ciudadana; y no únicamente porque aporta nuevas posibilidades a las
metodologías tradicionales (desde aplicaciones de reporte ciudadano hasta
algoritmos de deliberación), sino porque genera dinámicas propias a través de
sus participantes. Es la tecnología puesta al servicio de la toma de decisiones.
Una política
omnisciente. El
constante rastro digital que dejamos en las redes –sea voluntaria o
involuntariamente, consciente o inconscientemente– genera una enorme masa de
información sobre quiénes somos, qué pensamos, qué hacemos, con quiénes nos
relacionamos y más. Es el big data. La tecnopolítica permite conocer mejor los intereses de la gente y sus comportamientos,
no tanto en sus condiciones, a diferencia de la comunicación política analógica y la demoscopia tradicional. La tecnopolítica ha descubierto nuevos
territorios y geografías de lo social, porque al comunicar con personas y
sus intereses, ha evidenciado que esos intereses son más relevantes para la acción política que las condiciones
económicas, educativas, o sociolaborales. El desplazamiento de la condición
al interés es un cambio esencial en la concepción política.
Una
comunicación política personalizada. La ingente
cantidad de datos sobre los electores mejora sustancialmente la capacidad de
segmentación de los mensajes. Cuando esas comunicaciones se hacen correctamente
(hablando a las personas adecuadas sobre los temas que les interesan,
respondiendo preguntas o críticas, enlazando, aportando contenidos de valor y
oportunidades de crear una comunidad afín), conectando en definitiva con ellos,
se generan lazos emocionales con la ciudadanía.
Una
comunicación política desintermediada. Durante
mucho tiempo, la política se hizo en los medios y a través de ellos. La dependencia o interdependencia o, en
algunos casos, la complicidad entre medios y partidos hacía que lo que no
estaba en la tapa de los periódicos, no existía. Sin embargo, desde hace unos
años, con la crisis de los medios tradicionales y la irrupción de las redes
sociales, estamos viviendo el fenómeno de la desintermediación, de la que Donald
Trump es, probablemente, el mejor
ejemplo y máximo beneficiario. Hoy, la comunicación
rápida y sin mediadores ni filtros es la que facilita un mayor aumento de
la identificación de los ciudadanos con la política. Unas campañas
electorales descentralizadas... y más creativas.
Una de las claves de por qué la tecnopolítica puede ser un factor de renovación política extraordinaria no radica
sólo en la potencia tecnológica para hacer posible y más fácil la participación
y la deliberación a gran escala, sino por la capacidad de reconvertir a los militantes,
simpatizantes o votantes en activistas. ¿Por qué los activistas que se
apropian de las campañas son tan potentes y están tan motivados? Porque no es
lo mismo cumplir una orden, una instrucción, o sugerencia que crear un
movimiento, una dinámica, una acción. Las
próximas campañas serán ciudadanas o no serán. Menos gurús y más creatividad cívica. Unas campañas
de voluntarios y de movilización, más que de partidarios y publicidad. Dar
primero la palabra, antes de pedir el voto. La tecnopolítica nos ha liberado de
pedir permiso y, por consiguiente, genera unas dinámicas de emancipación, de creación e innovación muy
interesantes relativas a nuestra vinculación
a lo político, que son más activas, más protagonistas y más fuertes
emocionalmente.
Los actores
tradicionales de la política pueden
creer, efectivamente, que sólo se trata de llevar a cabo un aggiornamento, que lo que hay que hacer
es “modernizarse”. Sin embargo, la tecnopolítica
nos invita a hacer, más allá de una puesta al día sobre las cuestiones más
“técnicas”, un replanteamiento de base que exige
cambio, no solo de herramientas, sino de concepciones, voluntades y exigencias.
La
tecnopolítica empodera
a los ciudadanos y abre nuevas posibilidades para la comunicación política.
Son tecnologías
cívicas, sociales y políticas que, usadas de una forma responsable, serán
capaces de aumentar la calidad de nuestras democracias.
Q Antoni
Gutiérrez-Rubí será uno de
los docentes del Diplomado en Tecnopolítica y Campañas Electorales que tendrá
lugar del 7 al 28 de septiembre en la
UMET. El programa, dirigido a funcionarios, asesores legislativos, miembros
de organizaciones sindicales, representantes de partidos políticos, profesionales
de la comunicación e interesados en la materia, es una especialización de gran utilidad para una comunicación política
eficiente en el siglo XXI.
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