AMÉRICA LATINA. LA CORRUPCIÓN ES: HISTÓRICA
ESTRUCTURAL MÚLTIPLE de ALTA COMPLEJIDAD. El OBJETIVO el PODER. En los últimos tiempos NO tiene “Bandera Política”, el virus de envenenamiento ha logrado
penetrar las Instituciones de los
Gobiernos de Derecha, Centro e Izquierda. La misma característica en lo
fundamental tiene hoy en el proceso de MUNDIALIZACIÓN de la CORRUPCIÓN. Si el artículo
presente que hoy publicamos viene de un Diario
como El País – sus políticas son de la Derecha española y global – respetables, pero no compartidas, y su
enfoque está relacionada con la CORRUPCIÓN
hoy en América Latina y el golpe es en Argentina, pero no como
país – que en la actualidad sus políticas con el FMI – están fuertemente criticadas internamente por los ACTORES SOCIALES
– sindicatos, gremios de trabajadores y
profesionales – de la cual el articulista NO Opina. Tiene su derecho. Pero donde está su desviación
interesada, que le quita importancia y seriedad a su Opinión, es
cuando se refiere íntegramente al problema que hoy tiene la ex presidente
Cristina de Kirchner –llegando incluso a manchar la dignidad de un Presidente que a su tiempo con sus políticas “sacó a la Argentina” del fango destructivo
– el “corralito”
delo 2,000 al cual llevaron al País, al desastre total, NO Kirchner,
sino el grupo de ex presidentes que en “pandilla uno tras otro fueron botados del
cargo por el Pueblo, los Ciudadanos Argentinos. Señor pero el presidente Macri, no es un angelito en sus políticas, recuerde la
cantidad de denuncias de él y su equipo de gobierno han sido denunciados por estar
“metidos” ilegalmente en los Panama
Papers.
Hoy señores, hablar de CORRUPCIÓN en América
Latina, no solo nos debemos de referir al caso argentino y su ex presidenta, si en realidad
deseamos formular una respetable OPINIÓN
sobre la CORRUPCIÓN, comencemos muy breve – pero lleno de podredumbre – está los gobiernos de MÉXICO – o se
olvidan la actual, administración del sr.
Peña Nieto – sigue todo Centro
América – no se salva uno –continúa hacia el sur, COLOMBIA su Presidente – que
se va – el sr. Santos también ha
sido denunciado de recibir un “millón de
dólares” de Odebrecht – en plena
campaña política – sr. Y el preferido de la derecha mundial el sr. TEMER – golpista y corrupto –
denunciado en forma permanente en primeras páginas de El País. Y PERÚ señor hoy nos
estamos asfixiando en un mar de aguas
podridas de CORRUPCIÓN. Obra de
Odebrecht y ACTORES – para comenzar
todos los Presidentes de la República, desde 1990 -2018 – fieles servidores
de las políticas neoliberales. No
todos están presos, porque “acaba de
descubrirse – que el Poder Judicial y el Ministerio Público –
autoridades responsables de la investigación – también estaban metidos dentro del pozo de la corrupción.
Finalmente señor, para que ir hasta los años 90 del
siglo pasado, para demostrar la corrupción en la POLÍTICA, si los mejores ejemplos los tenemos hoy.
Porque fue sacado de la Presidencia de
España el sr. RAJOY, porque esta presa
la ex presidenta de Corea del Sur. Porque está preso el “yerno
del Rey de España”. NO son
angelitos – solo
como ejemplo todos ellos – de una y otra forma están comprometidos seriamente
en procesos de CORRUPCIÓN.
/////
CORRUPCIÓN SISTÉMICA.
EL
TIEMPO EN EL PODER Y LA IMPUNIDAD.
*****
Héctor E.
Schamis.
El País.
Madrid. España.
Domingo 5 de
agosto del 2018.
Fue el 27 de enero de 2014, durante la cumbre de la CELAC en La Habana. Al
mismo tiempo tuvo lugar la inauguración del puerto de Mariel, en las afueras de
la capital cubana. La ceremonia oficial era conducida por Raúl Castro con la participación de Dilma Rousseff. Ello debido a que el Banco Nacional do Desenvolvimiento
de Brasil, BNDES, había sido el
agente financiero del proyecto.
Otros dignatarios
también estaban presentes, pudiendo ser reconocidos en la pantalla de TELESUR. Excepto uno, siempre junto a Rousseff, a quien no fui capaz de
identificar en ese momento. Pensé que era su canciller, por el lenguaje
corporal deferente ante el discurso de la presidenta. Supe de quien se trataba
cuando, casi al finalizar, Rousseff
agradeció muy especialmente a ese hombre a su lado, un visionario a cargo de la
construcción de tan magnífica obra: Marcelo
Odebrecht.
Leí
el episodio como un señalador, síntoma de cambio en la naturaleza misma de la
corrupción. Ya no era más la vieja coima, la mordida para el funcionario.
Aquello era casi inocuo, una manera normal de hacer negocios con el Estado y no
únicamente en América Latina. Esta corrupción, la nueva, parecía ser un
régimen político en sí mismo, un verdadero sistema de dominación, pensaba yo
parafraseando a Weber.
Es
decir, corrupción sistémica. Odebrecht
no era el canciller pero era "como
si"...fuera el canciller. De hecho, el empréstito internacional en
beneficio de las grandes constructoras brasileñas fue parte esencial de la
política exterior de Rousseff y, en
consecuencia, fuente de recursos ilícitos que el partido de gobierno utilizó en
su estrategia de permanencia en el poder.
Marcelo Odebrecht no era demasiado conocido
entonces, pero su fama iría en aumento. El caso Lava Jato lo envió a prisión en 2015 y la compañía se declaró culpable ante un juzgado de Nueva York en diciembre de 2016, con 77 ejecutivos acogiéndose a cooperar
bajo la figura de arrepentimiento y pagando una multa de 3.500 millones de dólares. Ello por haber sobornado a funcionarios
de una docena de gobiernos en África y América Latina por 788 millones de
dólares, tarea a cargo de la "Gerencia de Coimas".
Las
cifras son de por sí elocuentes, pero no es todo. La investigación reveló que,
además, Odebrecht hizo escuela en
toda América Latina. Sus filiales,
socios y subcontratistas, al igual que los imitadores, diseñaron redes de
criminalidad transnacional, con recursos extraordinarios y capacidad de
monopolizar las licitaciones públicas y capturar el aparato del Estado. Típicamente, ello reduce al gobierno a mero instrumento de la
corrupción, invirtiendo la relación principal-agente. El dinero habla, pero
sobre todo manda.
La cara oscura de la globalización, a
partir de allí obra pública, lavado
y otros ilícitos—por lo general, narcotráfico
y crímenes conexos—pasan a ser partes interconectadas de un diversificado
conglomerado de negocios. Al mismo tiempo que un consorcio de poder, aceitada maquinaria que ha fomentado la perpetuación en una
peculiar dinámica perversa: más recursos
otorgan más tiempo en el poder, lo cual se sostiene y retroalimenta con
impunidad.
Todos
estos elementos vuelven a surgir del último "escándalo" de corrupción en Argentina; las comillas por el eufemismo con el que es usual
describir dicha conducta delictiva. Son los llamados "cuadernos K", ocho en total, verdadero diario de un
chofer a cargo de conducir altos funcionarios
a recaudar sobornos. Su recorrido partía de diferentes empresas contratistas de
obra pública y terminaba en lo más alto del poder, la residencia presidencial y
el domicilio privado del matrimonio
Kirchner. Allí se entregaban bolsos con dólares, a veces recibidos por el
propio Néstor Kirchner
El
fiscal de la causa estima que la operación total es cercana a los 160 millones de dólares. En los medios se
habla del "Lava Jato argentino". Es una alusión apropiada, especialmente porque por primera vez una
investigación de corrupción en dicho país parece tener suficientes dientes en
el lado de la oferta, es decir, los que pagan sobornos. Seis empresarios han quedado
detenidos.
Los
cuadernos registran diez años de
recaudación; sí, diez años. Es común explicar la corrupción por el personalismo de un líder, por el tamaño del sector público, por el populismo y
otros diversos factores. Yo me quedo con
el tiempo de permanencia en el poder como variable explicativa.
Considérense
los siguientes casos fuera de América
Latina. En la posguerra en Italia y Japón, la reconstrucción
económica y política se hizo sobre la base de un sistema con un partido
dominante, la DC (Democracia
Cristiana) en Italia y el LDP
(Partido Liberal Democrático) en Japón.
Ambos fueron parte de toda coalición de gobierno desde entonces y hasta los
años noventa, pero el LDP perdió la
elección de 1993 y la DC fue
derrotada en 1992, disolviéndose en 1994.
En
ambos casos ello fue consecuencia de graves cargos de corrupción dentro de la
estructura de los partidos, mani pulite
en la DC y el uso de información bursátil privilegiada en el LDP. Lo común a ambos fue el tiempo en
el poder, el sentimiento de invencibilidad y la consecuente omnipotencia. Con
la perpetuación todo partido adopta rasgos de "partido hegemónico", que
son aquellos partidos que se fusionan con el Estado y jamás rinden cuentas.
O
sea, rasgos que alimentan la impunidad.
El antídoto contra la corrupción es el Estado de Derecho, un régimen de jueces
independientes con el acompañamiento de la prensa libre. Un régimen que se debilita si no hay
alternancia en el poder.
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